Irán ataca Israel

Una oración muy sencilla. Cualquier estudiante de Secundaria sabría descomponerla en sujeto y predicado. Tres palabras, dos nombres de países y un verbo con un significado que casi nunca significa nada bueno. En cualquier caso, la única frase a partir de la cual viene todo lo demás que ocurrió la pasada madrugada al otro lado del Mediterráneo.

Pero cuando el Presidente del Gobierno empieza a publicar un mensaje de que “seguimos con máxima preocupación los acontecimientos en Oriente próximo”, o la vicepresidenta segunda le hace un copia-pega y también se encontraba “siguiendo con preocupación la situación en Oriente Próximo”. Cuando el susodicho afina todavía un poco más y pide contención a Israel. Cuando Irán ha soltado trescientos tipos de explosivos contra suelo judío y todos los países occidentales han condenado rotundamente esa acción bélica. Amigo Pedro, tú ya has llegado tarde cuando mandas a tu Ministro de Exteriores decir que lo que ha hecho la República Islámica no está bien.

Una servidora no pretende convertirse en experta en geopolítica y mucho menos tratándose del conflicto en cuestión. Pero si hay una cosa clara es que el señor Sánchez no puede posicionarse siempre del mismo lado. Porque cuando se refiere a la población civil, se olvida de que los misiles se dirigían a territorio israelí. Porque cuando manda a sus lacayos televisivos a interrogar a representantes diplomáticos a cerca de asesinatos, nunca mencionan a los que mataron en sus kibutz y aún siguen secuestrados, que ya nadie se acuerda de ellos, por cierto. Porque cuando se le hincha la boca hablando de derechos civiles y de igualdad social, habría que recordarle que, en Irán, todos los palmeros que van a sus mítines con camisetas reivindicativas, estarían colgados de una grúa.

Pero claro, quizás trasladar sus políticas verdes y progresistas a esos territorios que en su día fueron el origen de la civilización, no sea tan sencillo como pretende el líder socialista. A lo mejor Israel no ve con buenos ojo eso de sacarte de la manga una ley de amnistía y perdonar a todo aquel que intenta destruir un país que tanto les constó construir. Quizás a Pedro Sánchez le gustaría que el pequeño pero potentísimo ejército judío desconectase la Cúpula de Hierro para que luciese un bonito arcoíris y se contaminase menos el cielo de oriente. Es posible que el Presidente del Gobierno le dijera a Netanyahu que se olvide de ese avión que lleva un nombre tan bíblico como El juicio Final y use uno de sus Falcon para hacer turismo. Todo eso es tan posible como seguro es que cualquiera de los sucesivos sustitutos de Ben Gurion le mandaría a donde tomar por donde la espalda pierde su santo nombre porque allí, en Israel no tiene ni ganas ni tiempo para políticas absurdas como las que se inventa cada día el gobierno socialista en España.

Que nadie se confunda. Que nadie pretenda hacer creer que una servidora está a favor de las guerras, sean de seis días o de cien años. Cualquier tipo de enfrentamiento debería de poder solucionarse mediante el dialogo y el consenso. Pero eso es una quimera y negar la realidad es tratar a la gente como idiotas que, en el caso de los españoles, dicho sea de paso, es algo a lo que nos tiene acostumbrado el Ejecutivo socialista. Más le vale a Pedro Sánchez, dado que en la escena internacional pintamos poco o nada, acercarse al árbol que da buena sombra porque con las compañías que anda, a determinados lugares no nos van a dejar entrar ni de vacaciones. Bueno, a los que atacan sí.

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