Más lingüística y menos ideología

Son muchas las estupideces con las que nos “entretiene” el lenguaje inclusivo, aunque para ser de verdad “inclusivos” deberíamos hablar de “Le leguaje inclusive”. No, no trato de restar importancia a este fenómeno social totalmente premeditado, la verdad es que el tema es más serio de lo que nos pueda parecer a simple vista, a pesar de lo ridículo de sus “elles” y “todes”, hasta sus detractores han sucumbido a sus “malas artes”.

Seré breve: todas las lenguas del mundo se caracterizan por emplear sonidos (fonemas) que a su vez se concretan en la formación de palabras; los sonidos se representan en el medio escrito a través de “grafías”. En muchas lenguas, la representación del sonido en la escritura no coincide con su correspondiente grafía. Esto sucede con el inglés, algo que NO sucede en una lengua como el español cuyo listado de fonemas son el resultado de un largo proceso evolutivo basado en una astuta estrategia de economía lingüística.

Bajo mi humilde opinión, este hecho pone de manifiesto la grandeza y versatilidad de esta lengua, de la cual hemos heredado un riquísimo y variado léxico, base para la polifacética morfología, que puede hacer maravillas sin que perdamos tiempo y saliva a la hora de comunicarnos. Tanto es así que en una sola fórmula podemos agrupar a todo el mundo, mujeres, hombres y hasta amebas y amebos, por lo que, teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, alguien puede explicarme ¿cómo narices se leen palabras como “tod@”, “aquell@s”, etc?

Cada vez que veo escrito ciertos “palabros”, mi cerebro cortocircuita, a lo más que llego es a [‘tods], casi prefiero el “todes”, al menos puedo leerla, aunque me parezca una gilipollez. Lo más gracioso del tema es que los “promotores” de esta masacre cultural son los “escribidos” y “proponidos” de la “casta política” más inculta que jamás haya visto y escuchado este maltrecho país llamado España.

Si alguna vez ven en uno de mis “escribidos” leen una de estas fórmulas tan “inclusives”, será por dos motivos: el primero es que hago mofa de la “lenguaja” y el segundo y no por ello menos importante, es que me habré vuelto “loque”. ¡Parfavar! … no caigan en el destructivo enredo “seudofeministe” ya que nos anula como seres humanos, ¡hombra ya!

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