No puedo evitar que la nostalgia me embargue al introducir a esta banda que hace ya más de treinta años que está dando guerra. Creado a finales de los 80, nos envolvieron con sencillez en un mundo pop-rock de canciones y baladas que invitaban a suspirar. Musicalmente hablando eran un diamante en bruto del cual podías seguir su trayectoria sin mucha dificultad. No obstante, cabe destacar la voz de su vocalista que dejaba una estela mágica por donde pasaba creando en su conjunto la más bonita nebulosa que hubieses querido soñar.
Hace veintinueve años, a mí me cautivaron con tan solo una canción. Si me preguntaseis los motivos, tendría que responder lo mismo que una persona cuando trata de explicar el porqué está enamorada; si va enserio, te garantizo que no podrá. Las palabras en muchas ocasiones pueden ayudar a expresar un pensamiento, pero al tratar de escribir acerca de un sentimiento la situación se complica hasta límites insospechados, puesto que jamás logrará alcanzar el zenit de dicha emoción.
«Ojalá pudiera verte» fue la primera canción que tuve la fortuna de escuchar de este maravilloso grupo. Yo por aquel entonces era una adolescente pasando por la fase de la pubertad y ellos ya llevaban varios años en activo. No sé si se debió a una casualidad enorme o quizás al destino, pero allí me encontraba, totalmente descolocada y negándome a mover un solo músculo por si corría el riesgo de desvanecerse en la bruma de lo intangible. De vez en cuando pienso que cabe la posibilidad de que el Dios de lo inevitable atendiera mi súplica con una sonrisa en los labios, con la diversión de un loco mirando a otro ya que, treinta años después ese sentimiento sigue inamovible dentro de mí.
«Al lado de ti», «Nadie más que tú», «De aquí a la eternidad», la versión de «Missing you», entre otras muchas canciones, fueron convirtiéndose para mí en un grito de libertad; en una forma de expresar con fuerza y garra, lo que mi pecho albergaba pero no era capaz de manifestar. Escuchar la increíble voz de Pablo Perea, con esos tonos graves y apasionados mezclándose tan armoniosamente con un torrente de impecable claridad, pureza y sensibilidad, puede provocar que quieras cerrar tus ojos para descubrir si eres capaz de tocar el cielo. Y te aseguro que lo haces, lo seguirás haciendo y lo harás; un millón de veces más.
Sé muy bien que en España el rock melódico no es un estilo que guste, al menos no en estos tiempos en los que prima lo comercial. Por ello, he de decir al respecto que lo lamento, pero no lo comprendo. Es más, me sorprende y que conste que lo digo desde el respeto aun cuando el levantamiento de ceja quede incluido. De todos modos, el vocalista de La Trampa ha seguido haciendo lo que le gusta siendo leal a su personalidad y modificando tan solo la juventud por madurez; que por cierto le sienta estupendamente. Esto no significa que la ambición no exista en ellos, la tienen, no obstante pienso que lo primordial es ser siempre fiel a uno mismo y este reto en concreto sin duda lo consiguen. No es ningún secreto que en las masas el cúmulo llega a convertirse en algo muy repetitivo y al final acaban perdiendo su esencia convirtiéndose en meros sucedáneos.
Supongo que coincidiréis conmigo en que las intenciones de un artista al crear cualquier obra no debería estar fijada en el exclusivo propósito de llenarse los bolsillos fusionándose con una absoluta carencia de vocación y alma, ya que ese tipo de producciones se pierden endulzando el oído urgente de turno, regalando de forma momentánea lo que piensas que serán los anhelos de la multitud, para finalizar atosigado en un mar de falsedad. De modo que, puedo afirmar sin temor a equivocarme que el cantante de «Buscándote» no dispone ni de un ápice de engaño en la totalidad de su ser. Y si por casualidad necesitáis pruebas de su autenticidad; os invito a escucharlo. Sin embargo, abrir el sobre lacrado con el gran mapa del tesoro no es tan sencillo, tiene su truco como todo lo que posee valor en este universo, el secreto está en hacerlo de verdad.
Llegado a este punto del artículo posiblemente llegues a preguntarte: ¿cómo es posible que esta articulista hable con tanta pasión de algo que está al alcance de millones de interpretaciones y sumándole, además, otras tantas inesperadas variaciones que van surgiendo con el avance de las mismas? Fácil respuesta; los soñadores nos reconocemos los unos a los otros, no hay más misterio. Y considero que si algún día mi humilde escrito llegara a manos de Pablo Perea, me atrevería a presuponer que estaría de acuerdo conmigo.
Por lo cual, aconsejo rodearse de lo que uno ama de verdad sin el irracional temor del que dirán. Es bien sabido que no hay nada en este mundo como defender lo que te apasiona, incluso aunque vaya en contra de las tendencias sociales. Lo material te ofrecerá una seguridad momentánea, pero jamás te colmará de esa felicidad suprema que otorga el compartir con los demás tu verdadera esencia. Esa es una de las claves de la legítima liberación de nuestra esclavitud social consentida.
Escritora Alicantina, amante de la cultura, el arte y la literatura a partes iguales. Soñadora que se identifica con la belleza de las pequeñas cosas, la naturaleza y la autenticidad.
«Si miras al abismo, el abismo devuelve siempre la mirada»
Friedrich Nietzsche
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