El ‘trepismo’ existe

Vivimos en una sociedad en la que todo lo políticamente incorrecto resulta ofensivo ante los ojos de los demás. Sociedad de ofendiditos que te etiquetan por llamar a las cosas por su nombre. Idiotas que te lanzan bulos de que una persona siempre está exclusivamente en el puesto que desempeña por su valía y no por encamarse o comerle el trasero al superior de turno. Decir que alguien llega a un cargo político por ser pareja de alguien, si es así, no es motivo como para sacar sapos y culebras contra todo aquel que lo manifieste. Las realidades, aunque ofendan, hay que exponerlas ante el público.

En el artículo anterior, me dio por ser crítico con dos enchufadas de primer nivel poseedoras de un cargo público cuando carecen de méritos como para ser merecedoras de tal puesto: la primera, Irene Montero y la segunda, su ‘amigui’, Ángela Rodríguez ‘Pam’. La una, ministra de Desigualdad por vinculación afectiva, la otra Secretaria de Estado para la Desigualdad, por la gracia de su amiga, la ministra citada con anterioridad. Quien vea que estas dos señoras sin trayectoria ni experiencia laboral están en el cargo por pura meritocracia… tiene un serio problema. Pero tranquilos, con este párrafo finalizo mi reflexión ‘podemita’ de la semana. En el día de hoy prefiero opinar sobre el mundo de los trepas en general y cómo nos afecta a la sociedad.

Estamos en el Siglo XXI, por ese motivo, considero que no hay que callarse nada, puesto que la autocensura en un periodista te convierte en un cobarde desleal a tu profesión y a la gente que te apoye. Decir que una mujer ha llegado lejos por vinculaciones afectivas o incluso por encamarse con un hombre, ni es machismo ni feminismo, sino una realidad atronadora que guste o no sucede, ha sucedido y sucederá por siempre. Ninguna fémina tiene por qué sentirse ofendida si se hacen tales declaraciones. Me atrevería a decir incluso que la mujer que haya ascendido en su trabajo por méritos propios será la primera que aplaudirá mis palabras. Yo, si fuera mujer, sentiría indignación tras ver cómo otras de mi sexo logran el mismo cargo o estatus gracias a las cuotas o los trepismos y no en base al trabajo, esfuerzo y sacrificio. Autocensurarnos nos hace ser mandilones y la progresía, por silenciar nuestros pensamientos incorrectos pero veraces, por medio de su relato nos gana por goleada. ¡Abramos los ojos!

Tampoco hay que negar que, dentro de los medios de comunicación, al igual que pasa en política, podemos encontrar enchufados con diferentes tipos de vinculaciones. Unos acceden por ser hijos, otros por hermanamientos o amiguismos y les ‘querides’… ¡nunca faltarán! Por culpa de esta degradación de la profesión no sería de extrañar que, las cadenas de televisión o las radios generalistas, vayan perdiendo paulatinamente audiencia en favor de los canales de streaming al más puro estilo YouTube. Cuando esto suceda, que sucederá, que luego los directores de programas, productores o medios de comunicación no se lleven las manos a la cabeza. Quien avisa no es traidor, sino avisador.

Cuando una realidad existe no hay que negarla sino ratificarla. El término negacionista, tan de moda en estos meses, vendría bien colocárselo a todos esos mequetrefes que se piensan que están en un lugar por su talento, cuando en realidad ese don lo ‘poseen’ por caer en gracia a un inepto que juega a ser el bigotes del monopoly. Ser un trepa está de moda en los años venideros, eso hace que todo baje en calidad… ¡Viva la sororidad y la corriente de los enchufes!

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