PAU, EBAU, EvAU, EAU, ABAU…

Los últimos comicios han alterado la rutina del país. El batacazo, porque no se le puede denominar de otra manera, que se ha dado Pedro Sánchez ha llevado a adelantar elecciones; algo que para unos es la única decisión sensata de todo su mandato, y para otros es lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. Seguramente las dos cuestiones sean correctas. En cualquier caso, no se habla de otra cosa: posibles pactos en gobiernos autonómicos, posibles pactos en ayuntamientos o posibles futuros pactos para el próximo gobierno de España.

Pero hay un sector de la población que estos días no está para debates ni tertulias políticas, bastante tienen con saber si en breve podrán matricularse en la carrera que les quitará unos cuantos años de su vida, la cual, posteriormente les servirá para trabajar otros cuantos años del resto de esa vida. Son los estudiantes de bachiller y futuros universitarios. Esos que, en muchos casos, han cumplido recientemente la mayoría de edad y a los que se les ha intentado comprar a base de bonos llamados culturales o viajes en tren o mil mentiras varias.

Evidentemente no todos los jóvenes dirigirán sus próximos años a la universidad, pero una servidora, que sabe del pánico que se sufre estos días, que nadie lo niegue, se solidariza con ellos. Ya se ha escrito anteriormente en Minuto Crucial de la EBAU, PAU… o de las mil maneras que los distintos gobiernos autonómicos deseen denominarla, y no será la última. ¿Es justo jugarse una profesión en dos días de exámenes? Es ridículo contestar a ello. Cuantos buenos científicos o médicos o economistas o… se está perdiendo el país porque en su día no tuvieron su día, o lo que es peor, porque un profesor que le corrigió el examen decidió que no le cuadraba la opinión del  durante todo el año excelente bachiller a cerca de un tratado de Karl Marx.

Partiendo de la injusticia de la prueba en sí, lo que no es de recibo es que los estudiantes le tengan más miedo a un examen de Lengua Castellana que a uno de Matemáticas, que dicho de paso, es lo que está ocurriendo en este país, con todos los respetos al resto de asignaturas. A lo mejor, el lector de estas líneas es de la época de la antigua Selectividad, con lo cual se quedará un poco sorprendido: Ruffini, integrales, derivadas… esos eran los cocos. Pero el de la nueva Selectividad, vamos, la EBAU, por decidirnos por una denominación, sabe que se la juega en el comentario de texto porque en Matemáticas, dos y dos son cuatro en España o en la otra punta del mundo, pero estar a favor o en contra de la gestación subrogada puede estar bien o mal dependiendo el profesor que lo corrija, como ha ocurrido en Valencia, independientemente de que la expresión, la coherencia o la estructura del texto sea excelente.

En la Comunidad Valenciana se ha colado Ana Obregón, pero en el País Vasco han sido los cayetanos; ahora va el sufrido estudiante y le dice al profesor independentista de turno, que le parece bien llevar el jersey al hombro o una camisa de Ralph Lauren, a ver quién es el valiente. De la pulsera con la bandera de España ni pensarlo… Si algún futuro universitario lee este artículo quizás le sirva de consuelo que el tema que tocó tratar a la que suscribe estas líneas se titulaba “Qué es para usted ser patriota”. Es de suponer que los temas no habrán variado mucho de una comunidad a otra teniendo en cuenta la politización que sufre la educación de este país.

En cualquier caso, señor Sánchez, el sistema educativo no iba a ser una excepción en su gobierno, es decir, lo va a dejar como el resto de áreas, hecho unos zorros. Sirva de ejemplo el titular de hace unos meses en un periódico, decía algo así como que la Ley Celaá había conseguido reducir el número de suspensos en el País Vasco. ¡Por favor! Hagan lo que quieran pero no nos traten como tontos. Por supuesto que los aprobados han aumentado, pero ¿a costa de qué? Pues a costa de bajar el nivel educativo y de exigencia. Eso sí, ya se encargará toda su artillería mediática de darle la vuelta y vender que todo funciona correctamente y que lo que pueda ir mal es, como no, culpa de la extrema derecha, que hoy en día son todos los que opinan diferente a usted.

PAU, EBAU, EvAU, EAU, ABAU… llámenlo como quieran, pero que ahí acabe la distinción. Una prueba única para toda España sin sesgos políticos que valoren al estudiante por lo que sabe, no por su ideología. Porque si los jóvenes de este país pudieran decir lo que piensan de su gestión sin temor a quedarse sin una plaza, hace tiempo que el Señor Presidente y sus socios de gobierno estarían de cara a la pizarra.

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