Espectacular, espectacular

No hay mejor defensa que un mejor ataque y no hay mejor ataque que un buen golpe de efecto que tu rival no espera. Si ese golpe de efecto sabes que va a llevar aparejada una situación que dejará al resto en un impasse que podrían a provechar los tuyos para conducir la situación hacia donde a ti te interesa que llegue, habrás ganado, si no la guerra sí la principal de las batallas. La estrategia es, ya lo dije hace años en este medio, el fuerte del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Esto, unido a una capacidad de dramatización y de convencer mediante un relativismo basado en la superioridad numérica y moral de la izquierda, sobre la que el PSOE ha conseguido dirigir el relato durante años, desde la época de Rodríguez Zapatero, tiene en sus manos, en todo momento, el maletín rojo de la bomba nuclear.

Y no, no es esa la bomba que soltó el miércoles, sino un basta a que señalen a los suyos, una recogida del relato nacionalista del lawfare llevado al dramatismo de una izquierda que se sentiría, en cada acción que se lleva a cabo contra sus filas, como una acción de la ultraderecha judicial que busca acabar con su proyecto político. Si bien es cierto que al tema que afecta a la mujer de Sánchez no se le atribuyen, que se sepa, más pruebas que las presentadas por Manos Limpias, sobre la que también han cargado las fuerzas de izquierda, una vez más, pruebas que se reducen a las publicaciones aparecidas en algunos medios de comunicación, sí es cierto que la lectura de los hechos lleva, al menos, a alguna duda razonable. Eso sí, sin las pruebas necesarias como para elevar a la judicatura esta causa, al menos por ahora.

Que una denuncia presentada por un sindicato de corte ultra derechista haya provocado que un juez inicie una investigación inicial podría ser llamativo, pero no tanto si atendemos a que existe cierta alarma social provocada por la existencia de hechos reales que, si se enlazan de una forma determinada, podrían dar un resultado más que alarmante. ¿Estaría el juez más en la línea de acabar con esos argumentos que con la intención de “cazar” a la mujer del Presidente y a este mismo a la vez? Si yo estuviera en la piel de Sánchez y su esposa, y confiase en la Justicia, realmente estaría tranquilo, daría todos los datos aclaratorios para acabar con los rumores y dejaría que la propia Justicia siguiera su camino chocándose con la imposibilidad de una imputación. No hay más.

Quizás, dicen, la maraña sea demasiado grande. Tanto, que podría, definitivamente, establecer la existencia de una red que uniría el caso Koldo con el rescate de la aerolínea y a las labores propias de la profesión de Begoña Gómez. Otros hablan de que lo que se avecina, aquello que está relacionado con las escuchas ilegales, el conocido como caso Pegasus.

Miren ustedes. A mí todo esto me recuerda a una de mis películas favoritas, Chicago. Un musical que plantea como espectáculo la judialización de delitos y, en concreto, el asesinato del amante de una mujer casada por ésta, después de que se negase a seguir con ella y le dijera que la había engañado y que él también estaba casado. Después de multitud de idas y venidas en los tribunales, e escenificaciones grandiosas… el abogado, protagonizado por Richard Gere, hace unos alegatos finales en los que, por medio de una canción victimiza tanto a la asesina que termina por conseguir que el tribunal popular la declare inocente.

Eso sí, para la asesina, convertida en mujer famosa por ser el centro de atención de la prensa judicial por su caso, su defensa no es gratis y el abogado (Gere), la utilizará asimismo, para conseguir seguir triunfando profesionalmente y centrando en su ego personal. Si la juzgada fuese Begoña y el abogado fuese Sánchez, yo habría rogado porque mi mujer cometiera un delito para poder defenderla, ganar ambos y, finalmente, sacar un jugoso provecho de la victimización.

Yo no creo ni confío en que Sánchez vaya a dimitir. Ni siquiera creo que se lo esté pensando. Sánchez está marcando los límites a los medios y a la prensa de aquello que permite o no permite que se haga público o sea puesto a juicio. Sánchez ha dado un golpe sobre la mesa, pero sobre esa insistencia en que la izquierda es mayoritaria, víctima y tiene la superioridad moral en este país y en el mundo.

El lunes, estoy convencido, tendremos esa última canción de defensa de sus límites y los exigirá desde el victimismo que ya se están trabajando desde el propio PSOE y desde sus medios afines. Todo está más que calculado. Hasta sus efectos sobre la política internacional. Sánchez, como siempre, saldrá más reforzado… y gracias, curiosamente, a Manos Limpias.

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