¡Las caras, Juan!

Si algo hay que reconocerle a Pedro Sánchez es que es un genio en el arte de la palabra; si hubiese nacido en la época romana, Cicerón, Plinio y compañía habría quedado eclipsados ante la oratoria del aún Presidente del Gobierno. Si dice que dos y dos son cinco, ya se encargará de darle vueltas para que al menos no sean cuatro. Básicamente, eso es lo que hizo el otro día ante los “verdades” que le iba soltando Carlos Alsina en los estudios de Onda Cero; “¿A dónde vas? manzanas traigo” que dice el refranero español.

Sánchez sabe que lo tiene mal, muy mal. Una cosa son los datos del CIS que publica y otra los que realmente guarda en su despacho. Y ante Alsina sacó su mejor versión para darle la vuelta a todas y cada una de las preguntas o cuestiones que le formulaba el periodista, pero claro, el adversario no era un novato y por mucho “fíjese usted” que soltaba el líder socialista, los datos incuestionables le caían uno encima del otro.

“¿Por qué nos ha mentido tanto?” Fue el ‘buenos días’ que le soltó Alsina, a lo que Sánchez contestó que a lo largo de su mandato había cambiado de posición política. Se conoce que en lo que para la Real Academia de la Lengua es decir lo contrario de lo que se sabe, en el lenguaje inclusivo de la izquierda progresista significa cambiar de posición política. Claro, cómo iba a reconocer el apoyo que ha tenido por parte de los independentistas catalanes gracias a los indultos o cómo ha ido colocando a sus afines en el poder judicial.

Más curioso fue cuando definió las características del trumpismo y, a partir de ahí, lo fue comparado con el Partido Popular. Primero, se enmarcan en la ilegalidad. Segundo, dudan sobre la fiabilidad de las elecciones. Y tercero, deshumanizan al adversario. Según Sánchez esas tres premisas las ha cumplido a rajatabla el partido de Feijóo. Primero, modifico las leyes para ajustarlas a mis propios intereses. Segundo, compro votos por correo. Tercero, insulto a todo aquel que no opina como yo y llegado el caso, les acoso a la salida de sus domicilios o les apedreo en mítines. Esto no lo ha hecho el Partido Popular señor Sánchez, esto ha sido parte de las políticas del Partido Socialista y sus socios de Gobierno. No se haga la víctima hablando de felipismo o sanchismo cuando por su boca ha salido la palabra marianismo una y mil veces.

Pero poniendo el ojo en esos asuntos más territoriales que afectan al vecino puro y duro, resultó gracioso cuando comenzó a decir que si los populares llegaban a La Moncloa iban a quitar los carriles bici que se habían construido con fondos europeos. Pues llegado el caso, se harán unos, se quitarán otros y se modificarán el resto. ¿Ha paseado usted por la ciudad de Valencia? Desconozco cuántos kilómetros destinados a bicicletas ha construido el señor Ribó, pero los sufro todos y cada uno de los días: malos para los ciclistas, son estrechos, malos para los conductores, aparecen de repente por cualquier sitio. Carriles bici sí, pero con coherencia, no solo por decir ante Europa que somos los más verdes y ecológicos.

La que tampoco podía faltar era Irene Montero. Ya dejó bien claro que, para él, el Ministerio de Igualdad no se trata de los importantes, ya que no lo dejó en manos de ningún ministro socialista. Es de suponer que, por este motivo, tardó seis meses en reconocer que algo se había hecho mal. Tal y como dijo Sánchez, durante este tiempo estuvo tratando de convencer a la ministra que debía de modificar la ley. Y cuando llegó el momento, él mismo no votó, porque tuvo que ir a Doñana, tal y como le espetó Alsina.

Todo esto, además del hecho de no nombrar a los medios que intoxican con información sesgada hacia la derecha o como le gustaría ser recordado -menos mal que esta vez no dijo que como el hombre que sacó a Franco de su tumba-, fueron las armas que utilizó Pedro Sánchez para alardear de su gobierno y tratar de recuperar el crédito perdido. Si no es por lo serio y la trascendencia de lo que ocurrirá el próximo 23 de julio, cualquiera podría estar riéndose durante la casi hora que duró la entrevista, pero no, no es para risa el país que está dejando el presidente socialista, ni lo que puede ocurrir como gobierne otros cuatro años. ¡Las caras Juan! Es lo que le decían al señor Cuesta. Para caras las de Alsina viendo las contestaciones de Sánchez. Para caras las que se le pueden quedar a media España como Pedro repita.

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