La convocatoria anticipada de Elecciones Generales, motivada esencialmente, por la debacle del PSOE tras las pasadas municipales del 28 de mayo, han dejado de manifiesto que Pedro Sánchez no tiene en absoluto la confianza en conseguir revalidar su nefasto Gobierno otros cuatro años más. El todavía presidente de España apuesta por un órdago sabiendo que medio país es un farolero.
Entramos en un escenario electoral en el que todos los sondeos apuntan a una contundente victoria del Partido Popular. La derecha realmente no tendría que haber generado mucho debate ni discurso. Son unas elecciones que, a priori, se antojan cómodas, tanto que sólo tendría que ponerse de acuerdo con la formación política Vox para establecer un Gobierno de Coalición.
Siempre se ha dicho que: “Si algo funciona, no lo toques”. Mucha gente, entre los cuales me incluyo, tenemos razones de peso para cuestionar la fiabilidad de Vox como formación política. Si bien la formación de Abascal que, sobre sus ideas, representa un sentir de la gran parte de los españoles; ni España comenzó con Vox ni tampoco acabará con Vox. Tampoco las ideas nacieron con Vox ni acaban con Vox. Somos las personas quienes traemos las ideas desde casa. Esto es importante decirlo puesto que, algunos cargos de ese partido, han debido pensar que son descendientes del callo de la pezuña de la pata izquierda del caballo del Cid Campeador.
Tendrá el señor Abascal a mucha gente que aún vota a su partido, incluso gente que desarrolla cargos orgánicos de él. Uno de los casos es el de Juan Luis Steegmann, dirigente que, con el contexto de la pandemia, se dedicó a señalar a todo aquel que no se “vacunase” contra la Covid, promoviendo una vacunación obligatoria. La libertad individual la dejó en entre dicho. Esa misma persona, es la misma que se presentará en listas en Madrid por Vox de número 6. Y eso sin hacer mención de las vinculaciones que podría tener el doctor con el grupo Pfizer.
Volviendo al líder de Vox, él fue quien afirmó que Steegmann no repetiría legislatura. Son muchas las voces que aseguran que, en el partido, las decisiones no las toma el propio presidente. Los acontecimientos que van transcurriendo no hacen más que contrastar estos hechos. ¿Quién decide en Vox? ¿Quién toma las decisiones? ¿Quién garantiza que Abascal hoy promete una cosa y mañana no hará justo la contraria? Lamentablemente, Vox arrastrará en listas a uno de los adalides de la supresión de derechos fundamentales contra la sociedad civil y, sin embargo, aparta a personas tan válidas como a Sánchez del Real. Miles de afiliados y simpatizantes claman al cielo y predican en el desierto. Sus desavenencias públicas serán un brindis al sol para quienes toman las decisiones en Vox, cuando no argumentos para señalarlos a nivel interno e incluirlos en el grupo de los «sucios».
Hoy serán muchos los que se indignaron con los confinamientos y con las coacciones para vacunarse; estos mismos acabarán siendo quienes mostrarán su malestar después de saber qué persona se mantiene en listas y a quién es apartado del partido de Abascal. Recordemos lo mal que lo pasamos todos los disidentes del discurso oficial de la pandemia. Ahora, tan solo nos queda reflexionar y recapacitar. Quizás, con la pinza en la nariz, en estas próximas elecciones yo hubiese votado a Vox porque, entre todos, me parece la formación menos mala. Sin embargo, después de saber que el “Doctor Liendre” se mantendrá en listas, apuntaré hacia la abstención, porque ningún partido representa unos valores tan básicos como la honestidad, la valentía y la humildad.
Hasta que el señor Abascal no demuestre que en VOX no hay ninguna entidad externa controlando las decisiones internas, parafraseando lo que tanto él como sus futuros aliados del Partido Popular sueltan contra Sánchez y el PSOE con aquel famoso “Que te vote Txapote”; yo, a los dirigentes de Vox les respondo con un: ¡Que te vote Steegmann!
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