La ideología, un problema grave

Queridos amigos nos encontramos inmersos en una precampaña electoral, que nos llevará en breve a la campaña electoral de las Elecciones Generales y, tras ella, a un resultado que, si todo va bien, desalojará a Pedro Sánchez del Palacio de la Moncloa. Ese es mi deseo y, en mi humilde opinión, el de la mayoría de los españoles. Quizás les parezca paradójico que yo, simpatizante del Partido Popular, les hable hoy negativamente de las ideologías y de la militancia partidista, pero quizás, en el esbozo de este artículo puedan entender el sentido de mi frustración.

Como he dicho en algún que otro artículo, soy hijo de Cosme y de María Delia. Él, que descanse en paz, era un trabajador incansable; agricultor, platanero, viticultor… falleció joven, sin embargo, siempre supo que la izquierda hablaba mucho de los trabajadores, pero les hacía mucho daño. Por otro lado, mi madre, ama de casa y en una época de su vida. Se dedicaba al pequeño comercio, autónoma. Por mis antecedentes, en una ocasión, un amigo me dijo que yo no podía ser de derechas debido a que era hijo de gente trabajadora y que, por ese motivo, tenía que votar al PSOE.

Es así de sencillo, la gente de izquierdas sabe más que tú al respecto de qué es lo que te conviene. Ellos, como haría Jesucristo en otros tiempos, caminan sobre las aguas. Da lo mismo lo que haga la izquierda, da igual que les robe a los parados, a los más desfavorecidos en Andalucía para luego gastarlo en coca y en pagar sexo con chicas, sin que ello sea susceptible de reproche feminista. Ellos defienden más que nadie a la mujer. Apenas se habla de ello, cuando el PSOE canario se ve salpicado por una trama, la de Tito Berni, que vuelve a poner la prostitución y las drogas en el centro del debate político. ¿Para qué? Si en Canarias han ganado con una mayoría considerable, aunque la aritmética parlamentaria no les permita gobernar.

Da lo mismo, no tiene repercusión alguna que el marido de una diputada de izquierdas se aproveche de la vulnerabilidad de menores tuteladas para mantener sexo con ellas. No afecta para nada a sus valores en defensa de las mujeres. Ellos miran a otro lado y a ‘Oltra cosa, mariposa’. No es un problema que la inseguridad jurídica crezca en España que, aunque ellos apelen al topicazo, España se acerque más a las seudodemocracias latinoamericanas como Venezuela que a la democracia europea que todos desearíamos tener.

Desde mi juventud, conozco a una pareja: él abogado y ella enfermera. En días pasados, tomando algo me confirmaron lo que yo sabía, que se dedicarían, en las próximas Elecciones Generales, a votar al PSOE. “Nosotros somos de izquierdas”, me decían. De clase media y con chalecito de verano en una zona turística de Canarias. Son detractores de la okupación, simplemente, admiten que la Ley de Vivienda es manifiestamente mejorable y cruzan los dedos para que no les toque a ellos, pero… ¡Son de Pedro Sánchez! Tienen el término machista siempre a mano, como si fuera una bala tras una pistola cargada esperando que el gatillo la haga salir disparada. Sin embargo, con la boca pequeña, claro, defienden la Ley del ‘Sólo sí es sí’. Y todo esto, a pesar de que él es abogado y conoce los procedimientos judiciales y la obligación de la justicia de aplicar al reo, la norma que más le favorezca, permitiendo la reducción de penas y la excarcelación de violadores, etc.

Da lo mismo, haga lo que haga el partido, una militancia fiel le asegura a Pedro Sánchez un nicho importante de votos. De igual manera ocurre con la otra izquierda, la ultra izquierda o extrema izquierda, como la señora Yolanda Díaz, que se paseaba por el mundo ensalzando al dictador bolivariano Hugo Chávez. Da lo mismo que quisieran importar a España la miseria, el hambre, la huida y el éxodo de los venezolanos hacia todos los lugares del mundo. Entre otros, a España. Íbamos avisados de las grandes consecuencias que nos traería el Chavismo. No pasa nada, si ellos irrumpieron en España al grito de “casta”. Ahora, ellos disfrutan de una vida burguesa y acomodada en los mejores barrios de Madrid. Su militancia igual que defendían ese discurso, ahora, por uno u otro motivo los justifican y defienden de igual modo.

Sé que he hablado en otras ocasiones sobre ello, pero me incomoda sobremanera que la izquierda y su superioridad moral, a pesar de sus políticas nefastas, cuenten con el apoyo y el cariño de su militancia. La ideología, tristemente, les da, según las encuestas, claro, mucho más de lo que se merecen. Espero que los debates, la campaña y el hastío de los españoles, les dirijan contundente hacia la oposición.

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2 Comments

    • Buenas tardes Susana, así es, todos tenemos ideología y afinidad con uno u otro partido político, sin embargo, hemos de saber en qué momento decir no, en qué momento cambiar el voto, si es necesario, porque nuestro partido perjudica a nuestra región, a nuestro pueblo, a nuestro país.
      Gracias por tu aportación, un abrazo 😉

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