Autónomos, sin autonomía

En este país de personas sobradamente inteligentes y, en la mayoría de los casos, simplemente sobradas, nunca faltan los expertos en economía que, ayudados de la sutil inteligencia de un reparto equitativo de la riqueza, que no del trabajo y el esfuerzo, siempre realizan la básica operación de disponer cantidades económicas para los que menos tienen a costa de los que más. Pero, en esta díscola operación de magistral miopía económica, suelen arrasar con el poder adquisitivo de las clases medias, fundamentales para poder entender el sostenimiento del sistema. Y esto lo consiguen de muchas maneras en el ejercicio de su oficio de sobrados. Por una parte, aumentando los impuestos indirectos y la presión fiscal; por otro lado, ejerciendo una presión sobre el poder empresarial, en la mayoría de las ocasiones no el de mayor poder económico, que repercute en una disminución de la inversión y, por ende, de la generación de empleo y riqueza. En esas estamos.

Compartiendo, sin duda, la necesidad de que aquellas fortunas que más ganan en nuestro país realicen un mayor esfuerzo proporcional para el mantenimiento de nuestro sistema, pero analizando también las características propias de nuestra economía nacional y europea, no son pocos los estudiosos y verdaderos conocedores del funcionamiento de los mercados que no dejan de lamentarse del trato que históricamente se ha dado a los autónomos en nuestro país.

Y es que, en este año 2022, la cuota de cualquier autónomo que se precie se cifra en la cantidad de 294 euros al mes. A ello hay que unir las retenciones a cuenta del IRPF, que suponen un mínimo del 19 por ciento para aquellos ingresos de hasta 12.450 euros y que llega hasta del 47 por ciento para aquellos que ganan por encima de los 301.00 euros. Esto, en una actividad económica donde una gran cantidad de profesionales no tienen garantizados unos ingresos mínimos mensuales, donde se paga también el IVA, generalmente del 21 por ciento de la factura sobre el total del importe, bajando cuantiosamente la base imponible, da como resultado una indiscutible fuente de ingresos del Estado a cuenta de un trabajo que no ofrece unas condiciones proporcionales de prestaciones, ni de desempleo ni de jubilación.

Frente a esta situación en España nos encontramos en Europa con un país como Reino Unido, baluarte del trabajo autónomo e indiscutible cuna del liberalismo económico y del triunfo de una de las economías más fuertes, la cuota mínima que paga un autónomo es de tan sólo 14 euros. Si nos desplazamos hasta Francia o Alemania los autónomos pagan allí un 14 por ciento de sus ingresos. Es decir, que para pagar la cuota que pagamos los españoles como mínima deberían obtener unos beneficios de 2.100 euros mensuales, muy por encima del salario mínimo. Es más, en Alemania, si las ganancias anuales se establecen por debajo de los 10.000 euros, el autónomo no tiene obligación de pagar cuota alguna. Pero es que si nos vamos a nuestra vecina Portugal la cuota mínima de autónomos en este país es de tan sólo 14 euros.

Bien, recientemente el Gobierno de Pedro Sánchez ha llegado a un acuerdo con sindicatos y asociaciones de autónomos para una reforma de la cuota que se paga en este país. Aunque, sinceramente, y en base a las históricas reivindicaciones de estos trabajadores, se ve que no de aquellos que los representan, la nueva tarifación, que se aplicará a partir del año que viene, poco vendrá a solucionar. Aquellos que estén consiguiendo ingresos de hasta 670 euros al mes pasarán a pagar el próximo año 230 euros de cuota. Esto quiere decir que, si has conseguido ganar 500 euros con tu actividad, que los hay y no pocos, te quedarán 270 euros a los que habrá que aplicar el descuento del IPF. Imagino que a esto lo llamarán justicia social o algún otro aforismo. Mientras, si ganas más de 6.000 euros, tendrás que pagar una cuota de 500. ¿Es esto a lo que llaman progresividad? ¿Es correcto que alguien que gana por debajo del salario mínimo tenga que aportar por el desarrollo de su actividad más de 200 euros (200 euros a partir de 2050)? Estiman que el ahorro medio de estas personas será de entorno a los 64 euros. Vaya, mucho menos de lo que están sufriendo por la inflación y la subida del IPC.

Hasta aquí podemos hacernos una idea del fracaso real de los anunciados avances. Pero a mí, personalmente, me interesa de forma muy especial analizar a la persona que está al frente del Gobierno y al frente de los anuncios. Pedro Sánchez, en el año 2010, era coordinador federal de la sectorial de Emprendedores, Economía Social y Trabajadores Autónomos en el PSOE. Es decir, estamos ante alguien que, es de suponer, conoce de primera mano las circunstancias que rodean a este colectivo, sus reivindicaciones y las condiciones que tienen en otros países de nuestro entorno y de nuestra Comunidad Económica Europea. En febrero de ese mismo año hacía las siguientes declaraciones: “No pararemos hasta que los autónomos tengan los mismos derechos que los trabajadores por cuenta ajena”.

A finales de 2015 Sánchez proponía un sistema de pago proporcional de la cuota y la ATA, asociación mayoritaria de autónomos, la rechazaba por considerar que esta perjudicaba a muchos autónomos, señalando que aquellos que ingresaran 1.500 euros tendrían que hacer un pago de cuota de 450 euros. Así sería la propuesta.

Sin embargo, en febrero de 2.016, tras unas elecciones en las que no había mayorías suficientes para gobernar, el PSOE llegó aun acuerdo con el Cs de Albert Rivera en el que se establecería una cuota reducida de 45 euros para aquellos autónomos que tuvieran ingresos por debajo del salario mínimo interprofesional. Asimismo, se acordaba establecer un sistema de cotización, a partir del 2017, en el que los autónomos aportaran en relación a sus ingresos reales, así como la eliminación del IRPF en los primeros dos años de actividad hasta alcanzar un rendimiento neto de, al menos, 12.000 euros al año. Nada de esto puso ver la luz debido a que el previsible apoyo de Cs a la investidura de Sánchez, que no llegaban juntos a configurar una mayoría absoluta, no tuvo el apoyo de PODEMOS, que se negó tajantemente a este acuerdo, ni del resto de partidos de la cámara, principalmente partidos nacionalistas, independentistas y el mismísimo BILDU, como no. Finalmente terminó gobernando el Partido Popular de Mariano Rajoy que, como ya sabemos, cayó años más tarde fruto de una moción de censura que catapultó a un Sánchez que poco tardó en olvidar sus promesas para el colectivo de autónomos, asumiendo las intenciones de sus nuevos socios de PODEMOS.

Ahora aprueban, con el beneplácito de ATA, una reforma que en poco va a suponer un cambio que motive a la continuidad de muchos autónomos o que incite a muchos desempleados a iniciar una actividad que no sólo baje las cifras de desempleo sino que, además, dinamice la economía. Poco avanzamos y sospechosos no dejan de resultar los apoyos de asociaciones que han dejado de representar los intereses de aquellos a quiénes dicen abanderar. Ya hay muchas voces que lanzan el grito de traidores a estos y, mientras, el dinero, las subvenciones y el “buenrollismo” del presidente de esta organización con el Gobierno socialista no deja de hacer sospechar que mucho ruido pero que pocas nueces. Una vez más, los autónomos han perdido una gran oportunidad negociadora y de reconocimiento de su trabajo, de hacer valer sus demandas y de defender, de una vez por todas, la importancia que para nuestra economía supone motivar al emprendimiento y a la actividad en este sector fundamental para entender el funcionamiento de las economías más fuertes de Europa.

Y, tristemente, la formación política de este país que mejor supo defender estos intereses, que mayores apuestas y propuestas hizo por la dignificación de los autónomos, más aún que las asociaciones que dicen representarlos, Ciudadanos, no ha dejado de ser castigado en las urnas por cometer errores que en nada perjudicaron a unas acciones políticas en las instituciones que no han sido sino ejemplo de transparencia y de empatía con las necesidades reales de los españoles, como ha sido uno de sus más claros ejemplos en el Gobierno de coalición con el Partido Popular en la Junta de Andalucía. Recapacitemos todos, que aún estamos a tiempo.

Y, por cierto, señor Sánchez, ¿va a seguir sin parar hasta que los autónomos tengan los mismos derechos que los trabajadores por cuenta ajena? En caso afirmativo me da la impresión que a usted, eso de las prisas, como que no le van en exceso, a no ser que le interese, para lo cual no duda en utilizar el Falcon.

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