Noche en el museo

Éramos pocos y parió la abuela, que decía aquel. Cuando una ya está cansada de tanta amnistía, Junts, Puigdemont, etc., aparece el Ministro de Cultura con el fin de alegrar un poco el panorama nacional. Mire usted que el listón estaba alto o bajo, depende de cómo se mire. Ernest Urtasun, recuerden ustedes el nombre y su cargo, porque tiene pinta de que va a dar momentos de gloria durante esta legislatura, ha ordenado que los museos que dependan del Gobierno de España, o sea, de él, revisen sus colecciones con el fin de “superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas”. Y se ha quedado tan ancho.

Cuando una piensa en una pinacoteca nacional, la primera que se le viene a la cabeza es el Prado; hay unas cuantas más, pero por hablar de la más relevante, al menos de cara al ciudadano de a pie. Resulta que ahora, aquel turista que recorría medio mundo con la intención de pasarse una tarde contemplando Las Tres Gracias de Rubens, a lo mejor se queda sin poder contemplarlas porque el nuevo Ministro de Cultura ha decidido que unas damas entradas en carne, como que no, que quizás alguien se sienta ofendido. O La Maja, ¿desnuda o vestida? Menudo dilema; con ropa, malo, pisoteando los derechos de la mujer a lucir como quiera y sin ropa, peor, objeto de miradas de los machistas retrógrados. ¿Y la rendición de Granada? Boabdil arrodillándose ante los cristianos es poco más que una blasfemia contra la moral progresista. Bueno, al fin y al cabo, este último se encuentra en el Senado y quizás la derecha, que tiene mayoría en la Cámara Alta, lo libre de la quema.

Una de las muchas cosas de las que España puede sentirse orgullosa es de su patrimonio artístico y cultural. Y ahora que el Presidente del Gobierno ha decidido inyectar quinientos millones de euros, de cara a la galería, con el fin de mejorar el lamentable resultado del sistema educativo, llega el señor Urtasun y decide que determinadas obras de arte pueden resultar ofensivas, vamos, que el arte, es decir, cultura, no encaja con la apisonadora ideológica de la izquierda sectaria que gobierna el país. Y todo ello durante la misma Comisión de Cultura en la que también ha anunciado la creación de una Dirección General de derechos Culturales contra la censura. ¿Perdón? Retirar exposiciones de arte porque no cuadren con la ideología de uno, la izquierdista comunista, ¿no se denomina censura? No cuando quien censura, prohíbe o limita, resulta ser Sumar con el beneplácito del Partido Socialista.

El rumbo de España hace tiempo que comenzó a ser preocupante. El ansia de poder de la izquierda no tiene límites. Lo quieren controlar todo y cuando lo hayan hecho, tenerlo bien atado, se dedicarán a darle la forma que ellos quieran. Reescribirán hasta El Quijote si es necesario. Gritarán a los cuatro vientos que el comunismo es fuente de felicidad y el ciudadano se lo creerá. Hay una expresión muy conocida que dice algo así como que quien olvida su historia está condenado a repetirla. Esas obras de arte, más o menos antiguas, son historia. Son una forma de conocer el pasado de un país, de una sociedad. Contemplar un cuadro de Goya es como introducirse en una máquina del tiempo y retroceder a una época, mejor o peor, pero de la que siempre hay algo que aprender.

Tanto defender el progresismo, tanto defender la libertad de expresión, tanto defender el fomento de la cultura y resulta que ahora son ellos, esos que van de modernos, de progresistas, de solidarios, de defensores de las causas perdidas, quienes desean cargarse una de las joyas de la corona nacional. Tiempo al tiempo y lo conseguirán, eso y más. Si nadie lo impide…

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