Pilla subvención, mañana será tarde

El país de las subvenciones es España. Prácticamente, si no pillamos una alegremente, es que somos tontos, estúpidamente honrados o bien ambas cosas. Hecha la ley, hecha la trampa y ningún sector se escapa a poder pedir subvenciones como si el dinero nos sobrara. 

Hay tantas que habría para una tesis doctoral, aunque para mí, por lo indecente y lacerante que es la que mayormente debe desaparecer es la que se otorga cada año a los grandes sindicatos: UGT y Comisiones Obreras. Si estos sindicatos no recibieran millones, hace años que hubieran desaparecido porque ya ni siquiera protegen al trabajador, son meras máquinas de “pillar pasta”, para poder comer marisco todo el año y a saber qué más actividades de dudosa legalidad. Y, básicamente, no montarle una huelga general al Gobierno de turno, sea este azul, verde o rojo. 

Por supuesto, los partidos políticos que obtienen escaño también reciben su correspondiente subvención a la que, según dicen, no les es posible renunciar. Así consiguen que yo, por ejemplo, subvencione a Bildu, todos sabemos lo que eso significa y a los separatistas, demencial. Luego llegan las oenegés y aquí ya vale todo, pudiendo dedicarte al cultivo del escarabajo de sexo fluido gracias a la subvención conseguida, porque tu cuñado va a la misma peluquería que el hermano del concejal solidario y amante de la flora y fauna. Cruz Roja recibe ingentes partidas de nuestro dinero para que atienda a miles de ilegales que barcos piratas traen todos los días, por cierto, barcos que reciben subvención también. 

Como era de esperar, la subvención cubre los estratosféricos sueldos de los directivos y trabajadores primero y luego lo que sobre para las campañas, que, en la mayoría de los casos no sirven para nada. Evidentemente, hay asociaciones, oenegés que son honradas y hacen muy buena labor, no me gustaría meter a todos en el mismo saco porque no sería justo, pero son las menos. Con este panorama, cuando una familia española lo pierde todo, el funcionario de turno les dice: “Lo siento, no quedan ayudas, vuelva usted mañana “. Algunos han tenido que ver como a continuación una familia de otra cultura, gestiona la tan ansiada ayuda sin mover ni una punta del velo. Y claro, nos vamos cabreando porque es injusto, no podemos mantener a tanto parásito con el fruto de nuestro esfuerzo diario. 

Las colas del hambre, crecen en toda España. Gente que ha cotizado hasta que se ha quedado en el paro y no tienen más remedio que acudir a la caridad si quieren llevarse algo a la boca. Las asociaciones privadas reciben poco o cero dinero, pero dan de comer a miles de ciudadanos. Otro gallo cantaría si votarán al Gobierno de turno que es el que decide cómo repartir el dinero, dependiendo del grado de sumisión que demuestren. 

Un país clientelar, atrapado en su propia miseria, que camina hacia el comunismo más brutal donde hasta un pedazo de pan depende de tu actitud sumisa y silenciosa. La riqueza se crea sobre la base de la propiedad privada, sustentada en el trabajo de calidad y el emprendimiento. Todo lo que sea quitar ese esfuerzo para dárselo al que no produce, supone ruina y pobreza. Pero no nos preocupemos, siempre podremos crear una asociación que estudie la estupidez humana en un ambiente transversal y ecológico, esperando que nos caiga una bonita subversión, total como el dinero no es de nadie. Pues eso. 

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