La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial; independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley.
Lo que nos dice la Constitución está muy claro y no deja lugar para la confusión, por qué el viernes 25 de septiembre, se prescindió de la presencia del Rey durante el acto más importante del año judicial junto con su apertura?
62 jueces han recibido sus despachos sin la presencia del Rey, esperando administrar justicia en su nombre pero sin poder contar con él en tan señalado día. Es totalmente contradictorio. Esta decisión, nace de un gobierno que toma decisiones que perjudican la labor del jefe del Estado español. No me cabe duda de que es una decisión a todas luces, política.
Un gobierno que gobierne en España de acuerdo a nuestra monarquía parlamentaria y un Estado de derecho, ha de saber, que el Rey es el símbolo del valor que la Justicia tiene en nuestro país y que además, está obligado a protegerlo siempre, sin excepciones, sin excusas, con total transparencia y normalidad.
No es esta la desagradable escena vivida durante el citado día. El malestar de la judicatura ha sido patente, demostrable y seguido por todos durante el evento y durante los días anteriores y posteriores. Máxime cuando las motivaciones de tal decisión no han sido claras ni sólidas, debido principalmente a que argumentar un hecho de semejante envergadura, cometido por un gobierno que no defiende a su Rey por encima de cualquier condición, resulta completamente imposible. Igualmente ha sucedido con diversas asociaciones principales que, como la gran mayoría de espectadores, opinamos que hay motivaciones políticas detrás de semejante decisión.
El lunes 28, se sugirió desde Moncloa que el Monarca no acudía al acto de entrega de los despachos a los nuevos jueces en Barcelona, por motivos de seguridad. Pero hoy ha quedado patente que se ha abierto una vía de concesión mediante esta humillación al Rey, al propio independentismo ante la negociación de los próximos Presupuestos del Estado, según escuchamos las declaraciones del titular de Justicia.
Los desplantes al Rey por parte de este gobierno social comunista, son ya una tónica en esta legislatura. Las declaraciones y los comportamientos de parte de componentes comunistas y republicanos al respecto de sus intenciones e intereses de instaurar una república en España, no son un secreto para nadie y con este único fin, asistimos al ataque constante hacia una institución que nos representa a todos y que hace posible que exista en España, la misma base de la democracia.
Frente a estos ataques, que pretenden desgastar y humillar, la figura del Jefe del Estado, somos muchos los que no caemos dormidos, los que respondemos como toca y cuando toca, alzando nuestras voces en unidad sin caer jamás en el engaño de un gobierno que solo cumple con una agenda muy particular, la suya propia, la que les mantiene un día más a todos sus integrantes aferrados a sus poltronas a pesar de todos los datos catastróficos a los que nos tienen ya acostumbrados.
Asistiremos a una sesión de control, donde se les pedirán explicaciones. Y sus respuestas, sabemos de antemano, que no van a estar a la altura ya que es un gobierno vendido hacia unos socios que exigen prebendas. Seguiremos viendo durante lo que queda de legislatura, proposiciones continuas para reformar leyes en el Congreso, hacia el desgaste, hacia el desprecio, hacia el olvido de la institución que mejor sostiene la democracia; La Monarquía, pero con lo que no cuentan es con la resistencia de un pueblo que crece, que los ve venir, que se defiende.
Es cada vez más notable que sube el número de personas que alzan su voz en una sola, que demuestran su malestar y desacuerdo acérrimo hacia la imposición de ideas y reducción de libertades, que aman una España unida en pos de un futuro donde podamos volver a ser una primera potencia. Nada puede ser más importante que el amor a nuestro país y la defensa de lo nuestro, entre todo ello, nuestras instituciones fundamentales que nos sostienen y abrigan en nuestro Estado democrático.
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