“¡Este es tu último discurso!” … Y así fue

Consumatum est. Sánchez, de facto, ha entregado la gestión de las cárceles ubicadas en el País Vasco al Gobierno de esta comunidad autónoma. Una nueva concesión de sobra conocido por todos (que no gratuita) y con terribles consecuencias para la memoria histórica reciente de nuestro país y para la memoria de las víctimas del terrorismo etarra y de la mismísima dignidad democrática y la Justicia de nuestro país.

Más de 200 presos de la banda terrorista han sido acercados a cárceles vascas en los últimos tiempos, casi la mitad de ellos con informes muy en contra de que esto se produjera de las mismas cárceles en las que se encontraban. El felón de Marlaska ha sucumbido al mayor felón de este país, Pedro Sánchez, el que se convirtió en dueño de su moral, ética y dignidad cuando compró con ellos su cargo de Ministro del Interior en un Gobierno marcado por una coalición que bien podría recordar por su espíritu y muchas de sus acciones al del Frente Popular del año 34.

Hablamos de un Gobierno que ha despreciado y desprecia a los partidos que representan a ciudadanos de todos los territorios pactando con partidos separatistas de cualquier rincón a los que les deberá siempre su apoyo ante una moción de censura en la que el mismo Sánchez llegó a vender su alma como ciudadano español y como representante de todos los españoles. Y no lo digo por el acto democrático de una moción de censura completamente legal, sino por el alto, altísimo precio para la dignidad de nuestro pueblo, su historia reciente y sus valores de integridad territorial, uno de los valores más firmes y destacados en cualquier constitución y de forma muy especial en la nuestra.

En estos días hemos asistido a cómo el diario El Mundo recuperaba un documento de especial trascendencia para poder entender lo que sucedió entre los años 1934 y el momento en el que se produce el alzamiento militar en 1936. España celebró en el 34 unas elecciones sobre la que algunos estudiosos han demostrado hubo un fraude que permitió la llegada al poder de un Frente Popular que supondría una nueva vuelta de tuerca en una Segunda República que en nada hizo gala a los aprecios que desde la izquierda se hace de este período de nuestra Historia. El documento encontrado por el periódico demuestra los siniestros objetivos que el PSOE de aquellos años, liderado por Largo Caballero, también secretario general de UGT,  tenían para España.

Según se extrae de las declaraciones en entrevista de Caballero, se planteaba una transición forzada a una dictadura del proletariado para convertir a España en un soviet más en pleno auge de un comunismo ruso presidido por el sanguinario y uno de los mayores criminales de la Historia, el enfatizado y adorado por algunos sectores de la izquierda dictador Stalin. Pretendía hacer caer al presidente Azaña y conseguirlo a través de movilizaciones violentas y de arengar a obreros y campesinos para dar paso a través de ello a ese nuevo régimen, autoritario y dictatorial. Sí, el PSOE de aquellos años, ese PSOE que algunos pintan de profundamente democrático, no sólo participó de un fraude electoral sino que perseguía implantar en España una dictadura comunista. Quedaría preguntarse qué hubiese sido de nuestro país si esos hechos se hubiesen consumado.

Aquellos años y meses fueron muy duros para nuestro país. Asesinatos de multitud de religiosos y quema de nuestro patrimonio histórico y cultural por su calidad de servicio católico, asesinato de católicos y propietarios de tierras y empresas, el intento de independencia de Cataluña (por cierto que todo el Gobierno catalán fue encarcelado por ello en esa Segunda República)… y hasta el asesinato del líder de la oposición Calvo Sotelo en ese fatídico 1936. Ya el 16 de Junio de 1936, tras un duro discurso de éste sobre el Gobierno, la líder de la ultraizquierda y venerada posteriormente por muchos (incluso tiene muchas calles en nuestras ciudades) Dolores Ibárruri, más conocida como La Pasionaria, afirmó que “¡Este es tu último discurso!”. Y así fue.

Lo cierto es que aquellos tiempos de rebeliones, en los que la izquierda arengaba tanto a las masas, aquellos tiempos en los que el PSOE, de la mano del Partido Comunista, aspiraba a convertir a España en un sóviet más, es un período de nuestra historia que habría que recordar y sobre el que profundizar y mucho, para no volver a cometer aquellos terribles errores.

Sobra decir que desde la aparición de PODEMOS y de su entrada en el Gobierno han sido muchas las ocasiones en las que se han buscado, provocado y producido revueltas sociales, y curiosamente la mayoría de las veces no contra el Gobierno, sino contra España o contra cualquier partido político que no fuese de izquierdas. También es cierto que se ha profundizado desde el partido de Pablo Iglesias en un anticlericalismo indigno en un Estado democrático de Derecho que debe respetar las religiones, todas, como así obligan los Derechos Humanos. Claro que eso mismo debería ocurrir en relación a los medios de comunicación y tampoco se está produciendo.

EL PSOE y el PC del 36 buscaban una dictadura comunista para España. Sí, una dictadura. Porque el fanatismo ultra de unos y de otros en España siempre se ha saldado con imposiciones y con autoritarismo, con exclusión de aquellos que no pensaban como ellos y con acusaciones de lo que ellos mismos terminaban demostrando.

Hoy ese PSOE se da golpes de pecho de República, de aquella república dónde los datos dicen que cometieron fraude, aquella República que no pretendía ser para aquellos sino la antesala de una dictadura. Hoy los buenos en España no son los demócratas, no. Quieren convertir a los asesinos terroristas en víctimas, a los independentistas catalanes golpistas en interlocutores válidos y también víctimas. Pretenden convertir a la Iglesia católica en culpable de hacerse con aquello que ordenó construir, quieren que todos nos sintamos culpables, o por conseguir ganar dinero con nuestras inversiones, o de ser presuntos por pertenecer a un género concreto o incluso de ser responsables de que aquellos que cruzan, contra toda norma y Ley, el mar Mediterráneo para entrar en nuestro país de forma irregular, puedan fallecer en el intento.

Hoy si hay algo cierto es que existe un peligro tras la sombra de una izquierda que cada vez recuerda más a la de antaño. Ahora podemos entender por qué parte de esa izquierda, o parte de la derecha más a la derecha de este país, se consideran anti europeístas. Europa nos lleva a un control que aparta de lejos las posibles intenciones de unos y de otros de implantar un autoritarismo excluyente, adoctrinador y que sólo podría llevarnos, una vez más, al mayor de los desastres, contra la igualdad que defienden y, muy especialmente, contra la libertad por la que trabajaron y murieron la mayoría de nuestros ancestros.

Hoy España necesita un cambio inmediato en su Gobierno y el PSOE necesita revisar su liderazgo y el nivel de decoro, ética y vergüenza de aquellos que tienen el valor de poner al frente de su formación política y del Gobierno de nuestro país. Hoy España necesita, más que nunca, moderación y centro político, el auténtico consenso.

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