La mentira catalana

Dicen que si repites una mentira muchas veces, la gente acaba por creérsela. El separatismo catalán, que tiene ya muchos años de historia, nos intenta convencer de que Cataluña es una nación y, por lo tanto, merece ser un país diferente a España. Como siempre aconsejo a mis lectores que lo adecuado es ir a un libro de historia anterior a la mal llamada democracia y comprobar la historia de este trozo de España cuyo territorio hasta perteneció a Francia en un momento determinado. Sería tedioso explicarlo en un solo artículo y les aseguro que hay mucha tela que cortar, por no tener no tienen ni bandera propia y deben utilizar la del Reino de Aragón  

Pero la mentira que se esconde tras la pretensión de separarse es otra, piensen por un momento que fueran una comunidad pobre donde el cacique de turno como la familia Pujol no pudieran sacar un 3% de toda la obra construida en Barcelona durante 40 años o que su mujer no fuera la encargada de preparar todos los centros florales de eventos oficiales, por ejemplo. Parece que no, pero cuarenta años dan para una gran fortuna en paraísos fiscales. Tampoco, pese a estar en juicio da la sensación de que vayan a devolver nada de lo sustraído porque sí. Es abuso de poder y, por lo tanto, corrupción. 

A estas alturas, ya habrán comprendido que no va de separarse, sino de robar a través de instituciones públicas, privadas y lo que se tercie, de colocar a amigos y disfrutar de sueldos totalmente obscenos. Para ello, han creado un entramado de mentiras que meten en la mente de los niños a capón, haciéndoles creer que son una raza superior bajada directamente del Olimpo. 

Tanto se lo han creído que ya se han saltado todas las líneas rojas, e incluso han llenado esa magnífica tierra de criminales traídos de África, para manipularlos a placer y hacer un suelo amplio de votantes. Con ello buscan el voto hacía un independentismo ficticio que saben que los llevaría a estar fuera de la Unión Europea y, por ende, a no beneficiarse como hasta ahora de gran cantidad de fondos europeos. Serían la Cenicienta pobre y ni siquiera tendrían para pagar pensiones, educación, sanidad o el paro. 

Cuando ya veían sus egoístas pretensiones contestadas desde la Ley y el sentido común y a punto de tirar la toalla, aparece Pedro Sánchez un sujeto sin escrúpulos capaz de vender España a quien le ofrezca algo más de tiempo gobernando. Así que volvemos a la casilla de salida y donde este sujeto echó pestes hacia el independentismo, ahora lo abraza dispuesto a darles lo que haga falta. Eso sí, a costa del resto de españoles que para ellos ni existimos. 

Duele ver que la Constitución nació para proteger a dos Comunidades altamente peligrosas, en una la banda terrorista Eta asesinaba sin motivo y, en la otra, el chantaje era el pan nuestro de cada día. Felices por alcanzar por fin la democracia ni siquiera nos dimos cuenta de que nos la estaban metiendo doblada, sólo para mantener callado al monstruo del robo continuado de grandes cantidades de dinero. 

Por ponerles en situación, los valencianos tuvimos que denunciar a la Biblioteca Nacional por hacer una exposición de autores catalanes en el Medievo y mentir utilizando a autores valencianos que son los únicos que dieron esa literatura. Mi querido y admirado Blasco Ibáñez, que los conocía muy bien, nos advirtió con su contundente artículo “La lepra catalanista” de hasta dónde podía llegar esta gente. Así que, aunque a la mona catalana la pretendan vestir de seda, me temo que mona se queda, millonaria tras quedarse con millones de euros de todos los españoles, pero mona, al fin y al cabo. 

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