Y colorín colorado, este cuento sí ha cambiado

Recién este 24 de abril, se cumplió 56 años de la gesta heroica de la Revolución de 1965 en la República Dominicana, una conmemoración para el país que aún impregna en los corazones de las recientes generaciones sentimientos encontrados de nostalgia, dolor e incluso para algunos, añoranza de lo que pudo ser y no fue.

Dicha gesta se originó en la búsqueda del retorno de la Constitucionalidad, luego del derrocamiento del Presidente de la República para ese momento, el profesor Juan Emilio Bosch Gaviño, quien había sido elegido de manera masiva por el voto popular en 1962, a raíz de la salida forzosa del poder y la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, dictadura que había durado unos 30 largos años.

Al caer la dictadura de Trujillo Molina, el pueblo dominicano vio en el profesor Juan Bosch, fundador del Partido Revolucionario Dominicano (primer partido político formado después de la dictadura), una especie de escape y puerta hacia la libertad. Sin embargo, la historia nos cuenta que sectores extranjeros y locales conspiraron contra Bosch acusándole de “comunista”, y bajo esa excusa fue planeado un Golpe de Estado, que dio como resultado su derrocamiento y obligado exilio en 1963, instaurándose en el país el gobierno de facto denominado “Triunvirato”, dirigido por el abogado Donald Reid Cabral.

Dicho Golpe de Estado fue asimilado como una seria y profunda puñalada trapera a la democracia, y el pueblo se lanzó a las calles a protestar y reclamar la restitución de su gobierno legítimamente elegido. Rápidamente se formaron grupos civiles y militares que procuraron dicha causa, a los cuales se les llamaba “Constitucionalistas” y en el ínterin adquirieron notoriedad como líderes de esos grupos, el Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez y el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Las fuerzas Constitucionalistas lograron el posterior derrocamiento del Triunvirato en 1965 y esto a su vez dio lugar a la intervención militar norteamericana, tornándose con ello la situación política, social y económica del país en un verdadero caos y lo que comenzó como una revolución civil, terminó en una sangrienta guerra que costó muchas pérdidas humanas de gente inocente, lágrimas, dolor y sufrimiento al punto que, hasta el día de hoy hay personas que fueron enterradas como “muertos desconocidos”.

La Revolución de Abril de 1965, fue fruto de la lucha proveniente de varios sectores políticos, sociales, militares y civiles del país, donde adquirió un papel protagónico el rol desempeñado por el sector político de corriente izquierdista, que a su vez se veía motivado por las revoluciones que habían liderado antes Ernesto “Che”Guevara y Fidel Castro en Cuba. Todavía en nuestro país sobreviven personajes que fueron líderes notables en aquella hazaña y hoy son notables líderes de diferentes partidos políticos contemporáneos.

De las razones que inspiraron la gesta heroica de abril, denominada “La Trinchera del Honor”, se deduce que en aquél momento al sector de izquierda, conjuntamente con los demás actores de la misma, lo motivaban ideales nobles como: la libertad, la democracia, la constitucionalidad y el respeto a la soberanía y la voluntad del pueblo.

Sin embargo, hoy por hoy resulta llamativo el giro ideológico que ha tomado la corriente izquierdista que subyace actualmente a nivel mundial, tanto por parte de sus propios protagonistas como de familiares, descendientes directos o allegados. En nuestro caso, todavía no hace un siglo, sino poco más de cinco décadas de la inolvidable gesta heroica de 1965, cuando todo lo predicado en aquella época no tiene parecido alguno a lo enarbolado por el mismo grupo en los tiempos presentes.

Históricamente, como todo en la vida y en el mundo, las corrientes políticas e ideológicas no son estáticas, evolucionan, cambian, muchas veces para bien y otras para muy mal. Suele alabarse cuando los cambios de dichas corrientes representan “avance” para la sociedad en la cual se desarrollan, mas no se considera lo mismo cuando observan conductas antiguas que se entienden como “superadas” y que se conservan en la memoria histórica de los pueblos como negativas.

Un ejemplo de lo acabado de explicar, lo es la valoración negativa que aún se tiene de los campos de concentración en Alemania, bajo el gobierno de Adolfo Hitler y los Nazis, donde se exterminaba la vida de judíos, disidentes políticos o simplemente de otras personas por razones sociales, y se recuerda con repugnancia el exterminio de niños, envejecientes y minusválidos por motivos físicos, ya que los Nazis consideraban la vida como un privilegio y no como un derecho; su meta principal era alcanzar una “raza pura” y solo “los que calificaban” podían vivir y les servía de “control demográfico o poblacional”. Razonamientos como estos, todavía causa horror para la humanidad que puedan volver a surgir, en su forma original o de manera disfrazada.

Actualmente, a nivel del mundo, resulta un fenómeno observable el vuelco ideológico que han experimentado las corrientes izquierdistas modernas, pero que a la vez son las mismas corrientes del ayer que luchaban por nobles ideales como la igualdad, la transparencia, la libertad, la constitucionalidad, etc., no obstante, hoy se ve que en cada país donde triunfa un gobierno de ideología zurda, automáticamente viene acompañado de una serie de propuestas que sugieren la degradación, el menoscabo y la inobservancia de valores propios del derecho natural como la vida, la libertad en cada una de sus expresiones, la igualdad de todos ante la ley, lo cual deviene en una deshumanización al mejor estilo de la época de los Nazis, pero esta vez de una manera “disfrazada” de “derecho al des-derecho” y acto seguido se oyen vocablos como “aborto” “eutanasia” “ideología de género” “cambio climático”, entre otros, y a esto se le llama “progreso” y a quienes lo predican “progresistas”.

La preocupación del cambio “en el cuento” de ayer, a lo visto y vivido hoy, viene dada en el sentido de que, lejos de calificarse como positivo el giro ideológico aludido, más bien se teme a la vuelta cíclica y repetitiva de períodos como la represión Nazi, no tal vez con los mismos métodos explícitos de aquella época, pero con los métodos modernos de hoy a los que aluden los vocablos mencionados en el párrafo anterior y que en términos de resultados buscarían lo mismo: una EUGENESIA disfrazada que pretende crear un mundo donde solo “califiquen” para vivir los hijos de los vientres que no sean pobres, los que no tengan defectos físicos, los que no sean viejos y de paso, se controla demográficamente el crecimiento poblacional y el acceso libre a los recursos naturales pasa a la historia.

Cada sociedad se constituye escritora “de su propio cuento”, especialmente cuando tiene la oportunidad de visitar la urnas de su país como votante y más allá de eso, cuando se mantiene “vigilante” de las expresiones y actitudes de sus líderes, y acto seguido no asume la actitud sumisa de permanecer “indiferente”, haciendo apoyar sus decisiones en el marco y el amparo de lo legal, es ahí donde cada quien decide si su cuento termina bien o termina mal.

Sin dudas, de lo acabado de analizar en este “relato histórico-actual”, especialmente sobre los giros ideológicos de la izquierda, podemos concluir que es precisa la ocasión para terminarlo con la misma expresión que comenzó “…Y COLORIN COLORADO, ESTE CUENTO SÍ HA CAMBIADO”.

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1 Comment

  1. Creo que la historia se está repitiendo aunque sea de otra manera, porque siguen los mismos intereses de aquella vez.
    Hoy igual que ayer, grupos pequeños continúan controlando y decidiendo todo; mientras que los controlados siguen siendo ignorantes de la trama del cuento.

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