El kit de Kate

No pasa un solo día sin que nos desayunemos con un falso debate. Habrá más, sin duda, antes de que se publique este artículo. El que yo planteo hoy tiene que ver con la belleza femenina y su supuesto canon. Por ende, con el sueño de una juventud eterna que nadie ha conocido.

La plataforma HBO acaba de lanzar una serie de título Mare of Easttown. Su protagonista es una agente (agenta parece que no funciona) de policía, en un pueblecito del condado de Delaware. El papel lo interpreta la actriz Kate Winslet, la inolvidable Rose que sobrevive al hundimiento del Titanic. Va para 46 años y mide casi un metro setenta. Cuando rodó como enamorada de Jack Dawson (Leonardo di Caprio) tenía 22. Era una hermosa y sofisticada criatura, exquisitamente vestida por Déborah Lynn Scott. El preciosismo de los trajes y la luz de las joyas (además del maquillaje obligado) realzaban la materia prima, por así decir.  

Ha transcurrido ya un cuarto de siglo, desde que Rose y Jack simulaban ser un mascarón de proa, bendecidos por la brisa. La película de Cameron marcó a una generación con una profunda huella. Ambos volvieron a compartir cartel en Revolutionary Road. La versatilidad y un amplio registro es condición sine qua non para todo actor que se precie.

Mare Sheehan, la protagonista, es una mujer separada, madre de dos hijos y abuela. Está en la mediana edad, algo fondoncilla y convive con su madre, que la ayuda sin ayudar. Patea las calles con botas de monte y jeans, embutida en una burda zamarra. Avanza con paso firme y carga con un profundo trauma. Un artículo de El País, firmado por Nuria Labari, lleva por título “Por qué nos gusta más Kate Winslet gorda y vieja que de musa del Titanic”. Pregunto: ¿vieja, una mujer de 45 años? Plantea su dicotomía defendiéndola de los deméritos que ella misma suscribe, como si tener 25 años fuera todavía peor. Añade que ponen al frente a una detective “para masculinizarla, hasta convertirla en un auténtico detective varón”. Mare vapea y bebe cerveza continuamente, ¿acaso no lo hacen las mujeres? También es algo ácida de carácter y no confía en nadie, ¿acaso no acabamos todos siendo así, en cierto modo?

En otra columna (tramposamente victimista) Pilar Ruiz asegura que “no es país para viejas”. Supongo que se refiere a los Estados Unidos de América y, extrapolando, a un mundo muy cruel. Protesta por “los niveles de perfección exigidos a una mujer” en el cine. Parece que la propia Kate ha querido rodar “a pelo” sin que nada ni nadie se lo haya impedido. Exigió retirar un cartel algo retocado, imponiendo finalmente su criterio. Pilar Ruiz reconoce que la actriz ha desarrollado una brillante carrera. Proyecta una queja por una realidad que no parece manifestarse: ¿dónde está, pues, el problema al que alude? Quizá son las más obsesionadas con la belleza (estetas de tomo y lomo) las que padecen la presión denunciándola. Siempre se ha dicho que Hollywood entierra demasiado pronto a las mujeres. Conviene repasar los datos, para testar las teorías. Sepultarlos, a costa de la la realidad, no es aceptable ni razonable.

Katherine Hepburn trabajó desde 1932 hasta 1994. Ava Gardner rodó su última película en 1986, con 64 años, poco antes de morir. Lauren Bacall empezó en 1944 y actuó en 2012 en The Forger. Tenía 88 años. Quizá la clave esté en la calidad interpretativa y los papeles disponibles. Ni en todas las historias hay “una tía buena” ni cualquier actriz podría encarnarla. Las más jóvenes del panorama actual (Jodie Comer, Florence Pugh, Saoirse Ronan) afrontan papeles propios de su edad, muy realzables, si procede, con los trucos propios del medio. La Charlize Theron de En el valle de Ellah, ¿resultaba la diosa de la belleza que publicita perfume?

¿Qué pasa, por otra parte, con los actores? De Keanu Reeves se dice que “es guapo” y lo mismo de Brad Pitt, Hugh Jackman o Idris Elba. Cuando el tiempo se echaba implacablemente encima de Robert Redford o de Clint Eastwood, su deterioro no pasaba desapercibido. El público soberano sentenciaba que “ya no soportaban los primeros planos”. No negaré que el negocio de la belleza (una estafa muy lucrativa) se centra de manera preferente en las mujeres. Como contrapartida, ellas son líderes absolutas del sector y ganan mucho más que los hombres. En este caso, sin embargo, no estamos hablando de modelaje ni de la proyección en Instagram: la interpretación es un don sublime, casi divino.

Meryl Streep tiene 72 años y goza del máximo prestigio. Judi Dench cuenta ya 86 y en 2018 recibió el premio Donostia, en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Helen Mirren cumple 76 años. Holly Hunter 63 y sigue trabajando. Podemos citar actrices que rebasan los 60: Julian Moore, Susan Sarandon, Emma Thompson. Más aún: Michelle Pfeiffer, Andie Mcdowell, Diane Keaton. Nos faltan manos para contar (Julia Ormond, Julia Roberts, Jodie Foster) las que están activas avanzada la cincuentena. ¿A qué viene tanto lloriqueo?

Volviendo a Charlize Theron, tuvo que aparecer deformada en Monster, papel que le supuso un Óscar. Robert de Niro engordó 30 kilos para interpretar a Jake La Motta, en Toro Salvaje. El exceso de peso del australiano Russel Crowe en La sombra del poder se comentaba sin piedad, ¡qué fofo se ha puesto! Christian Bale y McConaughey tuvieron que quedarse literalmente en los huesos, al abordar sus contratos en El Maquinista y Dallas Buyers Club respectivamente.

Más difícil lo tienen “las operadas”. Estoy pensando en Meg Ryan o Demi Moore. La cámara, que todo lo ve, la carga el diablo: capta el recauchutado y lo vomita. Es impensable un rostro así en una película “de época”. Sería inverosímil, por monstruoso. En el Siglo XIX no había mujeres infladas de botox. Por eso Judi Dench pudo hacer el papel de reina en Victoria y Abdul.

Kate, sin duda, tendrá un kit de belleza, por mínimo que sea. Deslumbra en los fotocoles, bien vestida y mejor peinada. Mare Sheehan solo es un personaje zarraspastroso con el que demuestra su enorme talento, premiado y reconocido con un BAFTA. Se equivocan igualmente los que rechazan su estilismo cutre (hasta el mal tinte del pelo está hecho a propósito) como los que denuncian las supuestas críticas, alimentándolas aún más. Unos parecen no entender qué es la ficción y otros quieren apuntarse un tanto. En general, el público de Mare es razonable y sabe disfrutar de la serie. Empieza a ser asfixiante el empeño en mostrar el infierno en el que malviven las pobres mujeres. Desciendan a él, si quieren, las nuevas papisas.

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1 Comment

  1. All Actors deserve the right to continue acting after 30! Society has always deemed that especially women after a certain age to be past their prime, thinking that their beauty was the only thing that made box office gold. How wrong they are! Society and social attitudes have been changing for some time now, who says a woman in her 50’s can’t be dynamic, exciting, alluring and even sexy!

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