Debéis quedaros en casa

Tenía ya listo un artículo que, dadas las fechas, hablaba de la noche de difuntos y el día de Todos los Santos. Pero ayer fui testigo de algo que no puedo (y no quiero) pasar por alto, algo que debo compartir, que me dejó preocupada y, a mi modo de ver, más terrorífico que ese “Monte de las Ánimas”, que escribió mi adorado Gustavo Adolfo Bécquer, y que me piden que lea en casa todas las Noches de Difuntos… Como escribió él, me permito empezar yo, esperando que su espíritu me perdone pues mis escritos jamás serán tan bellos como los suyos. “Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas”.

Ayer, desplazándome en autobús como tantas veces, iba ensimismada en mis cosas mientras se oía desde el fondo del bus a un pequeño toser. Era una de esas toses típicas de catarro infantil. Créanme, tengo dos hijos y varios sobrinos, sé de lo que hablo. Esta era toda la atención que prestaba a una típica escena de época de colegio, en temporada de cambios de temperatura a lo largo del día. Hasta que oí a una mujer espetar con desprecio y en voz alta: “Debéis quedaros en casa y no salir”. Dejé lo que estaba haciendo, levanté la vista y miré a mi alrededor. Cuál fue mi sorpresa al ver reflejado a Calígula en más de una mirada, qué vacío sentí al percatarme de que la mayoría eran mujeres, mujeres que, sin duda, serían madres, tías o abuelas. Por un segundo pensé que la historia no iba conmigo, pero duró poco, claro que iba conmigo la historia. Porque con apenas una frase se estaban vulnerando tantos derechos por un síndrome de paranoia social, cada vez es más notable y alimentado por la diaria propaganda de los medios. ¿No ha visto nunca un niño acatarrado? ¿No hay ninguna otra enfermedad en el mundo? Y más importante ¿si lleva mascarilla y está vacunada contra Covid, de qué tiene miedo? No tengo más preguntas señoría. Y se hizo el silencio…

Señalamiento y ese “debéis” … Tan simple, tan peligroso, tan parecido a lo que ya pasa en tantos sitios. Pero no sale en los medios. Australia, Canadá, EEUU, tantos otros países de Europa están ya limitando la libertad a los no vacunados, hasta el punto de no dejarles ni trabajar. Claro, no es obligatoria, pero amenazan, chantajean y los medios, jaleados por las autoridades gubernamentales, propagan el virus del miedo: Covid, contagio, muertes, no vacunados, negacionistas, enemigos públicos. Cualquier síntoma tan habitual como tos, estornudos, malestar intestinal, fiebre es interpretado como Covid, y si no tienes nada de esto, da igual, eres asintomático. Todo por un coronavirus que, se supone, ha matado, desde que empezó esta historia, al 0’05% de la población mundial, mientras que, de cáncer, sólo en 2020, murió el 0’1%. No hay justificación sanitaria para lo que se ha montado, no hay justificación para ese “debéis”.

En todos estos años no he visto a la gente preocupada por el sin fin de enfermedades infecciosas que se pueden contraer de forma directa (besarse, tocarse, estornudar, toser, contacto sexual) o a través del contacto indirecto, (tocar algo que tiene gérmenes al haber sido tocado por alguien enfermo y acto seguido tocarnos las mucosas). Tampoco he visto, jamás, que la efectividad de un medicamento dependa de quien no lo tome.

Ya está bien. Lo que sucede en el mundo es absolutamente deleznable. La última norma para viajar a Estados Unidos: Tener la pauta completa y presentar una PCR negativa…Excepto para aquellos que lleguen de un país donde la tasa de vacunación de la población sea inferior al 10%. Estos países incluyen: Nigeria, Iraq, Senegal, Congo, Uganda Kenya, Yemen… países donde hay una excelente sanidad y las enfermedades contagiosas están erradicadas, supongo. Si usted da negativo en Covid pero es portador de la viruela del mono, de Ébola o tuberculosis, no pasa nada, sea bienvenido.

Por otro lado, ¿Qué se considera pauta completa? Pues cada tres meses cambian el concepto, porque la vacuna está sobradamente estudiada y los expertos están ahí por su “expertitud”, como dijo Carmen Calvo de Simón. En Israel van camino de la cuarta dosis, Mengele sonríe.

Mientras gritan Covid no vemos cómo nos van robando libertades y derechos, no vemos cómo nos han metido otro gol para separarnos aún más e ir unos contra otros. No vemos como los únicos que seguimos teniendo más y más obligaciones, somos los mismos que cada vez tenemos menos derechos… los occidentales. Y la gente entra al trapo y señala, a los que tosen, a los que tienen fiebre, a los que con bases opinan que las PCR no son pruebas diagnósticas, a los que no se quieren inocular basándose en las evidencias, las que ven y las que no se cuentan a menos que las busques. La gente señala ignorando que un día los señalarán a ellos por no reciclar correctamente, por utilizar mucha agua, por no pagar un impuesto o una multa, por consumir carne, azúcar o cafeína, por tener mascotas, por tener otra versión de la historia… y su pase verde (Green pass) menguará o caducará.

Piénselo, un día no muy lejano, esa madre señalada en un bus con un niño que tose podría ser cualquiera de ustedes… podría y será. A menos que despierten y digan basta, basta a normas ilógicas, basta a restricciones sin sentido, basta a que le arrebaten libertades que han costado sangre, sudor y lágrimas.

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