Lola, víctima de la barbarie

Un monstruo asesinó a Lola sin prisa y cruelmente. Sin posibilidad de huida a sus 12 años frente a un ser atrofiado y femenino que la torturó sin el menor atisbo de compasión. La realidad supera en ocasiones la ficción y con creces. Francia en la calle, Francia clamando, Francia está herida en lo más profundo de su ser, solo en algunos lugares de su geografía queda algo de lo que fue. La violencia campa a sus anchas, es gratuita y se ha impregnado en la sociedad a tal nivel que resultan noticias cotidianas, como si fuera parte ya de su cultura. 

Harta de la laxitud de las leyes, las ciudades francesas han sido tomadas en protesta, en contra de la catastrófica deficiencia del estado francés con respecto a las normas de expulsión. Macron prometió que el 100% de OQTF, Obligation de Quitter le Territoire Francais ( Obligación de abandonar el territorio francés) se cumpliría. Pues bien, el 88% no se cumple y se está gritando a pleno pulmón de noche y de día, para que Lola no se convierta en una noticia más, en un número más. Se grita con dolor, lágrimas de frustración, de terror, de un sentimiento de injusticia. El Estado no puede callarlos y claman, “¿se podría haber evitado esta tragedia? Si, si el Estado no hubiera fallado en su misión. ¡Queremos cambiar nuestra política migratoria para proteger mejor a los franceses!”. 

No falta razón. Tal es el desorden que hasta Mélenchon así lo dijo recién pasadas estas últimas elecciones “hay que obedecer la ley. Existen fronteras, visas también. Soy partidario de respetar la ley porque de lo contrario siempre termina en detrimento de los trabajadores y el equilibrio de la sociedad.” Pero no, el Gobierno está intentando reducir el asesinato en los medios en un intento miserable de protegerse, pero es también un asunto político, porque si la política hubiera hecho su trabajo, Lola no habría sido asesinada. Es delirante la cantidad de gente  que prefiere permanecer en la negación de un hecho constatable. 

Por supuesto, este discurso es señalado por la izquierda como ultraderechista. Pero en verdad, la muerte de Lola no es un accidente. Si la delincuencia de baja intensidad si no se atiende como es debido, con todo el peso de la ley, escala a criminalidad. Hoy te atacan en la puerta del super a las diez de la mañana y a las siete de la tarde en el portal de tu casa o en el trayecto del ascensor hasta el rellano de la puerta de tu hogar. ¿Por qué? Porque las leyes terminan siendo amables para no discriminar y estigmatizar a quienes se aprovechan de una sociedad buenista y victimizándose, entran y salen de comisarías por un hurto, una amenaza, una pelea, una paliza, burocracia en los papeles de irregular etc., como si de un paseo por el parque se tratara. Decir que Lola es la última víctima de entre otras cosas la ineficacia judicial y política no es ser ultraderechista, es una realidad. Los promotores de la inmigración masiva y descontrolada de toda Europa miran hacia otro lado porque se les ha ido de las manos y no quieren admitirlo. 

Globalmente, culpan a quienes lo denunciamos. Los destituyen si hacen declaraciones públicas como hace bien poco en España con Ricardo Ferris. Nos silencian, nos insultan, nos usan con oratorias tramposas calificándonos de lo peor. Sin embargo, la verdadera guerra no la quieren ver. Esta izquierda permisiva nos declara a nosotros enemigos de la pluralidad; racistas, malos convivientes y un sinfín de cosas más, pero que no te ciegue este humo que intensifican, el verdadero problema es lo que han consentido con sus políticas de puertas abiertas. Son las víctimas y las víctimas hoy ya podemos serlo todos; tú, tus hijos, tus jefes, tus profesores, todos. También los inmigrantes legales, los que vinieron con ilusión de salir adelante para mejorar su vida y la de los suyos, también para aquellos que vienen a trabajar y buscan ser parte de una sociedad que le acoge como vecinos, amigos y familia. Es a ellos a quienes verdaderamente perjudican tanto los políticos como los ilegales. 

Lola es un punto de inflexión.  Lola es y debe ser: nuestra hija, nuestro hermano, nuestra esposa, nuestro padre. Lola da nombre a cada uno de los agraviados, atacados y asesinados que Francia contabiliza en voz baja y gran parte de Europa también. Lola, Adam, Béatrice, Rudy, Marin, Gérard, Angéle, Atama, Manolito, Ismaël, Karine, Alban, Christian..  y tantas otras víctimas de la barbarie.

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