Política presupuestaria

Recuerdo a mi madre sacar unos sobres a primeros de mes. Los sobres contenían nombres alusivos a las prioridades en una escala de pagos para los que había que ajustarse. Nunca nos faltó lo más básico: alimento, vestido, colegios, médicos e imprevistos. Conocíamos otras familias que, con los mismos ingresos, nunca llegaban a fin de mes. No establecían prioridades y no se administraban. En mi paso por la política, este sencillo, pero eficaz modelo de administrarse, vi que cobraba una importancia capital. Es exactamente,lo que está haciendo este Gobierno, pero al revés y con el dinero de los que contribuimos con el esfuerzo impositivo. 

El otro día, observé con verdadera pena, cómo se aprobaban los presupuestos para todo el año y sin atender a proyecto alguno cuya única prioridad es que Sánchez o Antonio, como le llaman algunos, es mantenerse en el sillón de la Presidencia. Así que, cuando el Gobierno se vanagloriaban de haber aprobado los presupuestos, se felicitaban por haber logrado los apoyos necesarios. Sepan que, todos los indicadores económicos serios y no gubernamentales, dicen que este presupuesto no responde a una administración programática, sino a una maniobra ultrajante de distribución para comprar el apoyo. 

Este no es el Gobierno de todos y para todos. Si me tomé la molestia de escribirlo, de evidenciar algo que no puedo de ninguna manera modificar, al menos me queda la tranquilidad de no mirar para otro lado. Vergoña de Gobierno que nos arruina, no solo económicamente, sino a fuer de pervertir los más elevados principios de la dignidad, nos degradan como seres humanos. Así que, qué queréis que os diga, ganas me dan de mirar hacia otro lado, de abstraerme al entorno socio-político cercano, por aquello de no tener mi sistema endocrino en permanente estado de alerta, de impotencia y de frustración… con vertidos nocivos que nos acarrean, no ya infelicidad, sino enfermedad. Lo que pasa es que entonces oigo los reproches de mi Pepito Grillo al oído, como a él le gusta hacer, reprochándome la ausencia de responsabilidad. “Tienes una lengua y tienes una mano, así que habla y escribe”.

Como veis, es lo que hago. Tenéis suerte de no tenerme en modo palabra hablada, porque, hasta yo misma, me canso de oírme. No imagináis cómo se me desatan las aleluyas cuando veo cómo las únicas cuatro ministras que conozco por los medios, en vasallaje al Gran Kan, van destrozando, por la vía de sus leyes, los procesos de convivencia que tantos lustros tardamos en conseguir. 

Los vándalos hicieron menos daño, porque ellos mataban de una vez mientras que estas señoras nos clavan a diario los alfileres de sus destinos, los puñales de sus frustraciones y no nos dejan morir, porque disfrutan viéndonos arrastrados, hambrientos de la verdadera justicia. Eso sí, corriendo que se las pelan, no vaya a ser que quede algo de pie antes de las elecciones y les enviemos a la cárcel, que es dónde merecen estar.

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