Dice la Montero

Dice la Montero que no podemos volver al modelo anterior a su ley. Dice ella y dicen sus subalternas que no podemos retornar a un esquema punitivo en el que no se tenía en cuenta el consentimiento en el abuso o en la agresión sexual. ¿Se acuerdan ustedes del verano pasado, poco antes de que entrara en vigor esta ley mesiánica, cuando cualquier machirulo podía violentar a una chavala contra su voluntad sin acabar en el talego? Yo tampoco. Ruego a Dios que se me note la ironía o me veo en grilletes.

Culpan a los jueces -no tanto a las juezas, que son mayoría en la carrera judicial- de aplicar su ley como el que despacha un kilo de jureles sin la debida sensibilidad monteriana. Aquí, cuando señalan a la judicatura, no usan el lenguaje inclusivo ni todas las vocales. No cuando se trata de describir imaginarias prevaricaciones. Esas tropelías son, a su parecer, patrimonio único del heteropatriarcado aquí colgado.

Decía su mayordoma -la que tiene la onomatopeya por apellido-que con la ley Montero ya no le hace falta demostrar a una mujer que se resistió. Esta osada chavalota seguramente desconoce que hace ya más de un cuarto de siglo que el Tribunal Supremo sentenció que: «Lo verdaderamente importante en la violación, desde el punto de vista jurídico, es saber de la intencionalidad decidida del violador, es saber de los medios empleados en su ataque físico o moral. […] Porque en cuanto a la resistencia, que el sujeto pasivo por su parte ofrece, ya se ha abandonado la antigua doctrina que exigía fuera ésta trascendente, casi heroica, estimándose suficiente una resistencia seria, más tarde definida como razonable, cuando no incluso se llega a prescindir por completo de las características de una actitud defensiva que, sin otra eficacia jurídica, sólo puede hacer peligrar incluso la vida misma”.

Dicen que si PP, PSOE, VOX, y quien se sume, tumban esta cagada legislativa, volveremos al «Código penal de la manada». Atienda, maestro, porque lo siguiente es irrefutable: los gañanes de la manada fueron condenados en primera instancia por abuso sexual a nueve años de cárcel. Finalmente, el Tribunal Supremo les condenó a quince años de cárcel por agresión sexual. Con ese «Código penal de la manada» el delito que cometieron se penaba con un mínimo de 12 años de cárcel. Con el “Código penal de la banda de la piruleta” serían solo 7 años de cárcel. Eso son menos años de cárcel a los que fueron condenados por abuso sexual. 

Dicen todos y todas las implicadas en este marrón que tuvieron las mejores intenciones. De las mismas están empedradas los caminos al infierno. Porque, no se engañe usted, si bien Irene parió la bestia, no fue ella sola quien “jodió el Perú”, como dijo Vargas Llosa. Su borrón de ley fue refrendado por todo el Consejo de Ministros, y fue ratificado en el Congreso por 205 votos a favor, entre ellos los escaños de Ciudadanos y tres diputados y una diputada del PP. Por supuesto también dieron su plácet ERC, PNV y EH Bildu, porque, antes que la causa de la mujer, priman el soberanismo y las taifas.

Hará unas semanas Carmen Calvo, ex vicepresidenta del actual gobierno, admitía en un programa de radio que desde el Ministerio de Justicia se alertó al cotolengo de igualdad de las consecuencias que esto podía traer. A continuación, doña Calvo admitía, para templar gaitas con Pablo Iglesias, que, a pesar de esta advertencia, se respetó la forma de obrar de Irene Montero ¡Qué detalle! Pues, ya puestos, podían haber respetado unos estándares mínimos de humanidad y sentido común, y en concreto el sosiego y la seguridad de las mujeres agredidas. Esta es una evidencia más de que lo de la Montero no es un ministerio, es una dote. Como dice la canción de Fito: «Escogiste a la más guapa y a la menos buena».

El mismo Sánchez admitió que las consecuencias de la ley fueron nefastas y “se quedó corto”. Dice la Montero su verso y ella se queda tan ancha, mientras más de quinientas mujeres, niñas y niños viven la pesadilla hecha realidad de ver a sus captores y agresores cada día más cerca. Desde el 8 de marzo de 2020 nadie en este país les ha hecho la vida más difícil a las mujeres que Irene Montero. Nadie.

Cambian la ley con la vana –o no tan vana- esperanza de ganar las próximas elecciones. Si esta ley la llegan a aprobar en 2021, las ministras y diputados de Podemos no tocarían ni una coma, ni aunque el «violadómetro» llegara a 1500 excarcelados o beneficiados. Y es ahora que quizá podríamos estar asistiendo a la dimisión de la actual ministra de justicia, chiva expiatoria de las coñas marineras de igualdad, que nada tuvo que ver con el boceto de esta ley.

Dice la Montero lo que dice y lo más grave no es ello, sino la de gente que todavía la aplaude como focas en un circo. El otro día conté 24000 corazoncitos en Instagram en reacción a otro de sus desvaríos. Dice la Montero todo esto y lo seguirá diciendo hasta noviembre, cuando se abran las urnas y reciba un abrazo de sororidad por parte de las votantes o bien una buena patada en el tafanario por parte de las mismas. Porque si usted se ha pensado que va a dimitir a pesar de este fiasco vergonzante permítame alabar su ingenuidad. Usted fuma de la mala.

Dice la Montero todo esto, y su ex consorte todavía le hace el caldo gordo desde su podcast, en el que también animaba a infiltrar a policías para follarse a dirigentes del PP, entre ellas Ayuso, que ya sabe bien él que se drogan. Ya advirtió que lo dijo de broma. ¡Pues querido, con la que está cayendo con la ley de tu favorita, tienes el sentido del humor donde te acaba el intestino!

El remate de esta oda al disparate es el siguiente; Unidas Podemos ahora se dedica a demorar en el Congreso la propuesta legal para recuperar las anteriores penas de cárcel para agresores y abusadores. Primero elaboraron este meconio de ley, luego demonizaron a la magistratura por aplicarla. A continuación, se partían el píloro de risa en la tele tras haberla liado parda, y a día de hoy se niegan a colaborar, para solucionar el entuerto que crearon, por pura y porcina soberbia.

Entretanto el “violadómetro” corre como un taxímetro, Irene y su guardia pretoriana disfrutan de un brunch en el Hotel Ritz, acuden a los Premios Goya a echarse “selfis”, y por supuesto sus rutinas en TikTok e Instagram continúan sin demora ¿Será que quieren presentar su propia propuesta lo más cerca posible del 8M? Hará unos días, Elzbieta Lukacijewska, presidenta de la misión europea de igualdad enviada a España para escudriñar la ley montera, advertía que no hay soluciones viables para revertir los efectos de la norma, afirmando «Nunca había visto en Europa una situación como la del ‘solo sí es sí’»

La siguiente reflexión no es mía, y ojalá lo fuera. Si tú le entregas a alguien una obscena cantidad de dinero para arreglar un problema, que difícil solución tiene, podría ser que esa persona entienda que ese problema es más un negocio que una tragedia.

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