Democratitis antropofórmica

Esta bata con tantos lavados se me está quedando “ajá´”. A ver si le pido a la supervisora que me la cambie. Llevo un agujero en el bolsillo y por los agujeros entra la pobreza. En fin, veamos qué me depara la mañana de hoy.

Vaya, tengo ya gente en la puerta, jornada intensa. Un ‘toc toc’ logra sacarme de mis pensamientos mientras termino de acomodarme las solapas y me meto los bolis en el bolsillo. Lo extraño es que la voz me resulta atronadoramente familiar y trato de ensamblarla con la cara de alguien, pero esa peluca de tienda china y esas gafas de Martirio en su época más pop, (y nunca mejor dicho lo de martirio) me despistan. Se sienta y yo escucho atenta.

Preguntado el paciente por los síntomas, afirma haber empezado a notarlos a finales de 2019, habiéndose intensificado entre 2020 y 2021. En aquella época, violando el estado de democracia y el derecho a las libertades de todos los con-ciudadanos, decidió recluir a la población en casa trastornando su personalidad con herramientas de manipulación idiomática, informativa y sanitaria. Los fondos de las altas esferas, le dieron cobijo económico a él y a sus secuaces a pesar de sembrar terror y ruina por doquier. Así me cuenta… Si me pinchan no sangro. Le dejo seguir, haciendo cábalas en mi cabeza sobre un posible trastorno de personalidad. Según comenta, con el paso del tiempo fue experimentando molestias desde las zonas costeras hacia el interior, afectando a las partes bajas y provocando una intensa amenorrea legislativa y una pérdida de votantes importante. También, un insufrible dolor de provincias que le provocó un abominable cólico municipal y regional.  

Intrigada y con voz sutil, pregunto cómo puedo ayudarle. El caso es que a veces creo que sí, pero otras me parece imposible que sea ÉL… El “ser” me responde que necesita ayuda, porque se siente agonizante. Empieza a hilar un cuento que parte de anecdóticas y a la vez divertidas historias, hasta que poco a poco se va volviendo un relato turbio. De pronto, siento un fuego que me nace en las entrañas, me sube por el esófago e invade mis carrillos. Agarro fuerte la mesa con las dos manos conteniendo mis ansias de saltar por encima de ella y desenmascararlo. Pero prefiero traerlo  a mi mundo y dejarlo que se explaye. Terminada su ponencia, y nunca mejor dicho lo de ponencia, es el momento de erigirme en Juana de Arco y le doy duro en la “madre”. 

Cojo aire y salto al vacío aferrándome al paracaídas de todo aquello que llevo años callando. Mi diagnóstico es rotundo, «sufre used de democratitis antropofórmica«. Sin un atisbo de duda, comienzo mi exposición y conclusiones explicándole al paciente que le duelen los independentistas que lleva clavados en los talones y con los que tiene que negociar para no perder gobiernos; que le enervan los feminismos exacerbados; que le martiriza la reforma de la ley para inhabilitar el derecho de prevaricación y así proteger a los suyos de sus propios delitos; se le atraganta el voto por correo y las náuseas matutinas que padece, son síntomas del aborto legislativo que ha llevado a cabo; le aquejan descomposiciones sobre la memoria histórica y un síndrome de Diógenes precoz, que le hace acumular  basurilla por doquier. Detrás, a mis espaldas, siento tres sombras hacerse gigantes: una balanza, una serpiente y un  cetro de Rey: poderes legislativo, ejecutivo y judicial, unidos y al unísono. Me siento inmensa para darle donde más le duele… Justiciera infinita.

Cuando estoy a punto de perder el control sobre mis manos y de abalanzarme sobre él, me frena en seco un sonido a lo lejos de un agua que fluye lenta y liviana. Algo no me cuadra, si estoy en la consulta, cómo puede ser? Seguido, escucho dulces sonidos  tubulares, me giro y al girarme tengo la sensación de que caigo al vacío. ¡Señor! ¡Estoy soñando! Me arranca del sueño una rabia descomunal. Estaba a punto de desenmascarar a ese ente sin un ápice de humanidad. Era él. Estoy segura que era él!

Decido aterrizar en la realidad, darme una ducha y echar un ojo al periódico antes de empezar a currar. Creo que acabo de tener un sueño premonitorio.

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