Cuarto y mitad de ternura y unos afectos «a granel»

En un tiempo en el que todo corre prendido a la vertiginosidad del ahora, la piel ha perdido su importancia para pasar a ser un elemento de uso y pago tan manido como la visa. Tanto juegas, tanto vales, tanto cedes, tanto vales, tanto ocultas, tanto vales… Y si no sabes -de sabor-, no cedes -para determinados comportamientos- o no juegas, no vales.

El amor y el afecto tienen dieciséis cifras, un holograma con una paloma y fecha de caducidad. Desde que los afectos se pueden comprar, los efectos no se han hecho esperar y han llegado para quedarse destrozando una habilidad histórica e intrínseca al hombre -y digo al hombre refiriéndome al ser humano en general- como es el arte de seducir bis a bis y amar en persona. Vivimos un aquí y un ahora cambiante.

En menos de lo que canta un gallo se puede pasar de estar soltero a estar casado e incluso viudo. A velocidad de vértigo, desaparecen las uniones nupciales o los vínculos morales y la familia se pone y se quita como quien se adorna con un clavel el ojal de la solapa. Open 24 hours\day o, lo que es lo mismo abierto 24 horas al día. Las nuevas tecnologías dan la posibilidad engañosa de construirse una realidad paralela con una vida que, en la mayoría de los casos, es irrealizable. Un oasis en un desierto que te ofrece vivir una vida ajena que usurpas sin sensatez alguna.

En una desesperada carrera por volver a sentirse vivos y con la idea de que un revolcón -aunque sea virtual- les devolverá las mieles de sus relaciones con la ley del mínimo esfuerzo, muchos -y hablo de ellos y ellas- se abren en canal a un amor inexistente ciego, sordo, mudo, torpe, trasto y testarudo (como decía en aquella canción la famosa cantante). Los hay que, aún a riesgo de perderlo todo, se enrolan en una maraña de mentiras y lo apuestan todo al rojo. Al rojo de sus fantasías.

Me gusta decir y esta es una frase recurrente de mi propia cosecha, que cuánto daño ha hecho a esta sociedad el cine porno y Decathlon. Eso sin olvidar «la compra de los afectos» por internet y con efecto inmediato. Que hay que ir al súper, Quechua; bajar la basura, Quechua. Que vamos a comer/cenar fuera, Quechua, Que vamos de boda: americana+camiseta de Quechua. Eso sí, tú tienes que jugarte la vida sobre unos tacones de 100cm a «3 MTS sobre el suelo», medir 90-60-90, hablar más bien poco y entregarte mucho.

Y esto es lo que hay queramos o no queramos reconocerlo. Habrá muchos a quien les pique y les fastidie verse reflejados en alguna de estas líneas. Sin embargo, esta es la verdad del amor a la carta, y la realidad de tantos. El mundo y las sensaciones en formato realidad virtual. Bienvenidos a la nueva ERA.

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