Mi vaticinio sobre el 23-J

Esta semana no tengo intención de escribir un artículo de opinión al uso, sino que quiero postularme a ser una especie de Nostradamus intentando vaticinar lo que ocurrirá, tanto el 23 de julio como en los posteriores días, tras producirse estos comicios tan ansiados como necesarios para los españoles. Probablemente me equivoque en todo lo que profetice o tal vez acierte hasta el más mínimo detalle y tampoco es descartable que lo haga en parte. Todo puede pasar. El tiempo será testigo de lo que acontezca en fecha tan señalada, de igual modo que seré esclavo, tanto para bien como para mal, de mis palabras.

En primer lugar, los medios de comunicación que son contrarios al Sanchismo creo que buscarán, desde el minuto uno hasta el día que tengan lugar las Elecciones Generales, que el Partido Popular obtenga mayoría absoluta para que así los de Alberto Núñez Feijóo no se vean abocados a tener que formar gobierno de coalición con Vox, la formación liderada por Santiago Abascal. Sin embargo, tengo la sensación de que el Partido Popular, a pesar de que vaya a convertirse en el partido más votado en España, obtendrá entre 135 y 150 escaños, algo que acarrearía que necesite de la “ayudita” de un tercero para que pueda materializarse un gobierno cuyo líder sea el mismísimo Feijóo.

En segundo lugar y tras la materialización de los comicios del 23-J, al no lograr el Partido Popular mayoría absoluta, el gallego creo que acabará buscando decir en abierto y ante los medios que se opone frontalmente a contar para su equipo de Gobierno con dirigentes de Vox. Mucho menos tener a Santiago Abascal en la vicepresidencia del Gobierno. Al querer evitar esta situación, estoy seguro de que Alberto Núñez Feijóo, de manera directa o indirecta, suplicará al PSOE que en la investidura se abstenga para poder así gobernar con exclusividad, cosa que los socialistas rechazarán debido a que su intención principal será la de que fructifique el binomio PP-Vox para poder provocar ellos junto al resto de partidos enrolados en el espectro de la izquierda e independentistas una especie de nueva alerta antifascista, pero a nivel nacional. ¿Las calles arderían? A saber.

En tercer lugar, aquí es cuándo entraría en escena una de las grandes protagonistas, por no decir la más dentro de mi vaticinio, Isabel Díaz Ayuso. Tras varios días de silencio y al ver que su jefe sigue empeñado en despreciar a los votantes de derechas representados en Vox, la madrileña intentaría hacerle razonar en privado sobre la necesidad de que formen un Gobierno de Coalición junto a los de Santiago Abascal. A pesar de la posible mediación por parte de Ayuso, el gallego seguiría en sus trece de no querer tener vinculaciones políticas con Vox y, probablemente, con el paso de las semanas, las conversaciones entre ambos dirigentes se acabarían filtrando hasta tal punto que trascenderían en los principales medios de comunicación.

En cuarto lugar y una vez expuestas al público las hipotéticas conversaciones, los miedos comenzarían a aflorar dentro del Partido Popular a que acontezcan situaciones del pasado. No hay que olvidar que la dimisión del anterior líder popular, Pablo Casado, vino tras una disputa tormentosa con Isabel Díaz Ayuso. La máxima dirigente de la Comunidad de Madrid tengo la sensación de que sería firme defensora apostar por cogobernar con Vox, de igual modo que lo harían la inmensa mayoría de los votantes de ambas formaciones. El gallego, por su parte, buscará dejar en fuera de juego a los voxtinianos a la vez que pretenden contar como aliado con el PSOE, de manera directa o indirecta. ¿Cordón sanitario? Pudiera ser. Este choque de titanes entre ambos dirigentes populares, sin lugar a duda, acarrearía la de los gallos al más puro estilo de “somos dos gallos en un mismo corral, solamente puede quedar uno”.

Y en quinto y último lugar, vendrían las consecuencias directas que tendría la disputa entre Ayuso y Feijóo. La madrileña, si algo tengo claro, es que la solventaría y con creces puesto que ella es dentro del Partido Popular la que más defiende los valores reales de los votantes anclados dentro del espectro de la derecha, mientras que Feijóo se dedica a blanquear todo lo que huele a socialista o que permanece ubicado en la izquierda. Roma no paga a traidores y esto último acabará siendo el detonante para que, gran parte de los políticos del PP -salvo los estómagos agradecidos del gallego-, como los votantes de derechas, jamás estarían dispuestos a tolerar relaciones con el ‘zurderío’ bajo ningún concepto. Mucho menos con un Partido Socialista Obrero Español anclado en la extremaizquierda desde que Sánchez lo lidera.

A este hecho, una hipotética victoria en guerra fratricida de Isabel Díaz Ayuso frente a Alberto Núñez Feijóo además serviría para que un porcentaje bastante considerable de votantes que, en la actualidad, votan Vox, considerándolo como el partido menos malo entre los existentes, acaben pasándose a un PP dirigido por ella. Sobre todo, aquellos que defienden la corriente liberal o poseen un conservadurismo “versátil”. El acérrimo permanecería con los de Abascal… eso lo tengo más que claro. Además, si a todo esto le sumamos que Ayuso aspiraría a convertirse en la primera mujer que preside el Gobierno de España y que su condición de beligerante y patriota atrae y mucho al votante de la formación de Abascal que vota a Vox a regañadiente, no sería para nada descabellado que les restase votantes a los puramente conservadores.

Yo siempre he dicho que Isabel Díaz Ayuso, a pesar de ser una rebelde por naturaleza, es además una gran estratega dentro de su formación política. No creo que ella realmente sea muy Agenda 2030 –me puedo equivocar-, sino que la acepta temporalmente por órdenes de arriba. Sin embargo, si Ayuso se convirtiera en la nueva líder nacional del Partido Popular, muchas de las políticas buenistas que, en la actualidad, defienden los populares caerían a tanta velocidad como el Dragon Khan lo hace cada vez que se sitúa plena bajada.

En definitiva, desconozco si todo lo que plasmo en estas líneas se va a cumplir a rajatabla o, por el contrario, nada de nada. Pero quería mostraros mi punto de vista sobre lo que considero que puede suceder en un futuro a corto-medio plazo tras la realización de los comicios del próximo 23-J. ¿Me convertiré en el nuevo Nostradamus o quizás acabe pasándome de frenada y este acabe convirtiéndose en un simple artículo de opinión conspiranoico? El tiempo será testigo de ello. Ahora, tan solo queda esperar a que el futuro se convierta en presente… o no.

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