El país situado en la Asia occidental está dejando el deporte del fútbol por los suelos. A mi parecer, todo igual que cuando pasó en su día lo de las grandes fortunas chinas: capaces de todo, incluso de llevarse jugadores de calidad mundial a base de sueldos estratosféricos. Por eso mismo, China reguló su propia liga con el fin de evitar que los gastos fueran desmesurados con tal de traer a un futbolista mediático.
Sin embargo, el caso de Arabia Saudí va más lejos que el chino ya que es capaz de desembolsar por un jugador 200 millones anuales, como es el caso de Cristiano Ronaldo. Karim Benzema, excompañero del luso en el Real Madrid, es otro de los que cae en la tela de araña de los sauditas.
También el último en llegar, el central senegalés Koulibaly que ha fichado por el Al-Hilal. El ex del Chelsea lo ha dicho muy claramente, que se va por dinero. Además de eso, asegura que es musulmán y que la Meca le queda cerca y que, por cuestiones familiares, se sentirá mejor.
Está claro que el dinero en el fútbol suele mandar más que los propios valores, pero esto ya es descarado. Me parece vergonzoso que el fútbol se vea ensuciado por quien es capaz de pagar semejantes millonadas tan solo por un jugador, llámese como se llame. Está claro que están en su derecho, pero me parece demencial.
Teniendo en cuenta que la liga de Arabia Saudí no está valorada como una liga potente, ya se encargó en decir el mismísimo Cristiano Ronaldo que, en breve, se convertirá en la quinta mejor liga del mundo. Yo, desde luego, no estoy de acuerdo con sus declaraciones, ya que lo mismo se intentó con la china y al final se vino abajo tanto dinero pagado.
La única liga que en su día tiró la casa por la ventana pagando sueldos elevados a jugadores que están casi a punto de retirarse fue la Major League Soccer estadounidense. La liga americana, con el paso del tiempo, fue abriendo nuevas franquicias y llegando jugadores con proyección. Ante todo, ha sido fundamental que los equipos fueran capaces de sacar jugadores desde abajo para convivir con jugadores de élite.
Messi, por ejemplo, rechazó una oferta estratosférica de Arabia Saudí para fichar por el Inter de Miami, equipo cuyo propietario es el exfutbolista inglés David Beckham. Algo similar le ha pasado a Sergio Busquets, donde cobrará muchísimo menos que en Arabia, pero que se ubicará en una competición en la que sí que se tiene en cuenta la proyección futbolística.
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