11-M, moros en la costa

Alemania descubrió la semana pasada un plan de los servicios secretos marroquíes para extender su influencia en ese país. Se trataba de ofrecer su colaboración contra el terrorismo islámico a cambio de que el país germano modificara su posición sobre el Sáhara Occidental. Este tipo de colaboraciones internacionales existen porque nadie da algo a cambio de nada. Pero en el caso de Marruecos queda siempre la duda de dónde está la línea que separa la colaboración con el chantaje.

Porque a nuestros vecinos del sur les viene muy bien la existencia de un terrorismo islámico del que poder informar y aparecer así como aliados de los países occidentales a quienes de vez en cuando ofrecen información para detener a algunos grupos yihadistas. De este modo han conseguido influir en Francia y España, que han dulcificado no poco su posición inicial sobre el Sáhara reduciéndola a un perfil bajísimo con nulas exigencias a Marruecos. Y, sobre todo, en EE.UU., que hace poco respaldó completamente las tesis marroquíes sobre la excolonia española reconociendo su soberanía.  Lo que no le vendría bien a ese país es la detención de todos los terroristas porque entonces no tendría nada más que ofrecer. Esto me recuerda a la actitud de esos bomberos incendiarios que saben que, si no hubiera fuegos, ellos se quedarían sin empleo.

Sumemos a ello el otro chantaje permanente, el de la inmigración ilegal. Marruecos tiene la espita abierta siempre y la dosifica a su antojo mientras pide más y más recursos para combatirla, al menos en teoría. Y lo puede hacer porque tenemos un gobierno que fomenta como el que más el efecto llamada, amparado por una Unión Europea más empeñado en el suicidio colectivo que en la protección de la democracia y los valores occidentales.

Es inevitable, por tanto, elucubrar sobre el origen del ataque del 11-M y aquí habría que recurrir al socorrido “qui prodest”. En 2002 se había producido el conflicto por la invasión del islote de Perejil. Esa “toma de pulso” del gobierno marroquí al nuestro no resultó conforme a sus previsiones y fueron desalojados en pocas horas. Casualmente o no, dos años más tarde y en vísperas de unas elecciones, se produce el mayor atentado en suelo europeo y la oportunidad de acabar así con un gobierno que en nada le era propicio al reino alauita. Y nadie del servicio secreto marroquí pudo enterarse de lo que sus ciudadanos planeaban, al parecer.

De poco ha servido la eterna amistad sobre el papel entre ambos países y, en concreto, entre ambas Casas Reales. Hay que cuidarse de los abrazos si la otra parte guarda en la manga una daga para apuñalarnos.

Pero el peligro en aquellas costas es múltiple y no sólo proviene de sus servicios secretos o maniobras arteras. Hay cosas aún más a las claras. Hace 5 años en Marruecos volvió el servicio militar obligatorio, por lo que hoy sus Fuerzas Armadas las componen unos 325.000 soldados, frente a 130.000en España. También en la última década se ha producido un importante rearme a todos los niveles con la compra, sobre todo, de material estadounidense de primer orden como carros M1A1 Abrams, que ya demostró su calidad en la Guerra del Golfo. También ha rearmado su anticuada Fuerza Aérea con F-16, ya tiene apalabrados 36 helicópteros Apache y ha adquirido una moderna fragata a Francia. Está pensando en adquirir los carísimos cazas F-35, submarinos y se está haciendo con radares más potentes, artillería moderna y se habla incluso de misiles de fabricación china.

Mientras, aquí estamos en horas bajas, con un gobierno poco preocupado por aumentar el ridículo porcentaje del actual 0.92 % sobre el PIB que destinamos a gasto militar. El gobierno incumple así el pacto con la OTAN de dedicar un 2 % a esta partida. Sólo Luxemburgo está por debajo.

Mientras se está alargando más de lo debido la vida útil de los F/A-18A y aún no se sabe nada de con qué los vamos a sustituir, tampoco tenemos ya aviones de ala fija embarcados tras la jubilación forzosa de los Harrier y no hay previsto sustituto para el vetusto F-5, avión en el que se forman los futuros pilotos de los F-18 o Eurofighter. También el programa de los submarinos S-80 va con una década de retraso y hay carencias importantes en cuando a buques logísticos tanto para la Armada como para el Ejército, teniendo que recurrir a la compra y adaptación de barcos de segunda mano. Eso por no hablar de la importante reducción de maniobras y ejercicios debido a drásticos recortes de gasto. En definitiva, tenemos unas Fuerzas Armadas menos numerosas que las marroquíes, cada vez menos formadas y, con las debidas excepciones, dotadas con mucho material a renovar e incluso camino de la obsolescencia.

En un hipotético conflicto, aún hoy estaríamos por delante en Fuerza Aérea y Armada pero eso no estaría tan claro en tierra, y más contando con las dificultades que habría para el traslado rápido de material y tropas a África.

Además, hay que contar con la quinta columna de Marruecos en España. Esa que hoy se llama sobre todo Podemos y  nacionalismo periférico. Ambos hacen lo posible para reducir el gasto militar y ambos estarían, como ya lo estuvo en su día Izquierda Unida, a favor de una negociación con Marruecos de cara a la entrega de lo que para ellos son colonias. No tenemos más que recordar las manifestaciones del «No a la guerra» y la nula voluntad de la izquierda de defender en el mundo los valores democráticos occidentales.

El “qui prodest” del 11-M cada vez está más claro si es que en algún momento no lo estuvo.

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