La gran discriminación

Querido lector, como es de costumbre, ya lo sabes vengo a este espacio a compartir contigo, mis pensamientos y reflexiones. Espero que hayas podido disfrutar de esta Navidad con tus familiares además de haber descansado de tanto ruido y ebullición emitido por esta sociedad. Hoy vengo a compartir contigo lo que he denominado como la gran discriminación. Recuerda que, hace no mucho, hemos estado atravesando momentos muy duros, socialmente hablando e individualmente, todo ello debido a causa de una pandemia. 

A la mente me ha venido de golpe y sopetón tantos telediarios, conversaciones de bar, como expresiones escuchadas dentro de mi entorno, del tipo “la culpa es de los no vacunados”, un “no vacunado de covid debería pagarse la hospitalización”, “son unos egoístas”,son unos conspiranoicos”, “bebelejías” y un sinfín más de frases y de adjetivos despectivos destinados a aterrorizar a aquellos individuos que han decidido no vacunarse del covid. Recuerda querido lector, que el tratamiento que una persona pueda recibir, pertenece a la esfera más íntima de su persona, y que nadie puede obligarte nunca a desvelar tu condición física, a no ser que tu así lo desees o quieras hacerlo. 

Parece ser, que hay una mano negra que acecha España que trabaja “muy bien en la sombra” y que sabe cómo hacerlo sin incurrir en un delito directamente, a excepción de algunos presentadores que se venden por un plato de lentejas y que, recientemente, están siendo investigados por delitos de odio. La masa de individuos que se ha dedicado a coaccionar a los no vacunados, asustando e infundiendo el miedo, ha sido partícipe de estas coacciones y un método que, a mi parecer, querían implantar era el de discriminar y señalar al no vacunado. ¿Recuerdas cuando comenzaron las manifestaciones LGTB porque no querían ser señalados ni discriminados por su condición sexual? 

¿Recuerdas muchos años atrás cuando existían baños diferenciados para personas de color y de tez blanca? En este último caso, la argumentación era clara y concisa, aunque no hubiese una base científica real, los grupos mayoritarios de la sociedad aseguraban que estos transmitían enfermedades peligrosas. Pues bien, querido lector, con estas reflexiones, quiero llamar a la cordura y al sentido común de aquellos que me leéis para exclamar que no caigamos en aquellos clichés emitidos por algunos medios de comunicación y personajes públicos, incluida la clase política, para discriminar a familiares, amigos o vecinos por el simple hecho de que, por la razón que sea, estos hayan decidido libremente no vacunarse contra el covid.

A todo esto, también quiero recalcar que el tratamiento que una persona recibe, tal y como afirmé en líneas anteriores, pertenece a la esfera más íntima de sí mismo y, por lo tanto, al igual que no está bien preguntarle a alguien con quien se acuesta, cuánto gana o si tiene una casa en propiedad o alquiler, hacerle esa cuestión tan privada como intimidatoria tampoco se le ha de hacer a la ligera.

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