A estas alturas de la película, nadie duda de quién se trata el, también, último protagonista del último o penúltimo escándalo del Partido Socialista de España. Koldo García Izagirre ha salido del anonimato que debería de conllevar un puesto de escolta a copar todos los titulares políticos de la prensa nacional. Aunque lo de escolta es dejarlo corto; al fin y al cabo, este hombre valía para todo, vamos, un fenómeno; lo mismo colaba a ministras de la dictadura venezolana, que negociaba contratos de mascarillas, que cortaba troncos. Vamos un chollo, todo ello incluido en la misma nómina que pagaban los españoles.
Lo que también sabe todo el mundo es quién le denominó de forma tan romántica. Nada más y nada menos que el Presidente del Gobierno fue quien lo elevó a la categoría de Tom Cruise en el Japón de los samuráis o a la de Daniel Day Lewis en compañía de mohicanos por salvajes bosques. “El último aizkolari, gigante de la militancia, corazón comprometido, referente político en la lucha contra las políticas de derechas…” cuando Pedro Sánchez coge carrerilla, no hay quien lo pare. Se supone que ahora dirá que si cambio de opinión, que si los jueces van a por ellos, que si Franco… Debería de caérsele la cara de vergüenza viendo cómo definía en su día a este personaje y en lo que se ha convertido. O ya era, pero ha salido ahora a la luz.
Y es que no había otro asunto, no había otro material para saquear, no, tenían que ser las mascarillas. Lo que ha escrito la izquierda del hermano de Ayuso, lo que ha salido por la boca de la ahora Ministra de Sanidad, de Lobato, del propio Sánchez… Incluso cuando la Justicia le ha dado la razón a la Presidenta de la Comunidad de Madrid; ellos a lo suyo sabiendo que, dado que en las urnas jamás podrán ganar a los populares madrileños, al menos hay que machacarla sea como sea. Aunque siempre quedará el consuelo de que estos partidos tan progresistas y garantes de la verdad y de los derechos sociales, harán lo mismo con Ábalos. ¡Ah no! Que la vara de medir no es lo mismo si se coge con la mano derecha o con la izquierda.
Vaya cara puso al antiguo ministro socialista cuando, sin cortarse un pelo, le dijo a Risto y sus colaboradores en riguroso directo que se acababa de enterar, que si ya le habían avisado, pero que eso lo dicen siempre de todos. ¿De todos? Que algunos estén tratando de convertir España en su cortijo no significa que todos los políticos y los equipos que les rodean tengan cosas que ocultar o ¿piensa el ladrón que todos son de su condición?
Lo que nadie se cree es que Ábalos no supiera nada de las andanzas de su chico paratodo. Lo que nadie se cree es que Sánchez no supiera nada de las amistades peligrosas de su exministro. Lo que sí se cree todo el mundo es que no pasará nada. Dentro de unos años, al señor García Izagirre algo le caerá, pero a los gordos, a los de arriba, nada. La maquinaria socialista empezará a girar, seguramente con alguna marcha más y se encargará de lanzar alguna bomba de humo con el fin de que todo esto solo sea un mal sueño, lo mismo que el descalabro del pasado domingo en Galicia. Después de todo, ya lo dijo el Presidente Sánchez, tienen tres años por delante. Imagínense lo que pueden hacer con todo lo que ya llevan adelantado.
Mientras tanto, durante unos días, quizás alguna semana, seguiremos disfrutando en la pequeña pantalla de la mano derecha de Ábalos y de cómo una persona con antecedentes penales pudo ser escolta de un ministro (para acceder a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad hay que estar exento de ellos ¿no?) hasta que aparezca algún pato o cualquier otra estupidez con la que desviar el asunto. Entonces, querido lector, volveremos a refugiarnos en Tom Cruise o Daniel Day-Lewis, al fin y al cabo, qué quiere usted que le diga, mucho mejor.
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