A Dios rogando…

… cuando interesa, claro. Comenzada la Semana Santa, las carreteras que recorren la geografía nacional se llenan de coches y no hay localidad que no disponga de su propia procesión. Y, por supuesto, todo eso es posible en parte, porque en el calendario laboral hay unos días marcados con la V de vacaciones. Porque, querido lector, cuando se habla de no ir a trabajar, ahí no hay religión ni ideología ni nada que ponga pega alguna.

Y es que no hay trabajador que al comienzo del calendario no se fije en cómo caen determinadas fechas con el fin de ir haciendo planes vacacionales, eso sí, merecidos. En casi todos los casos. Pero lo de estos días, y Navidad, por qué no, siempre le ha resultado curioso a la que suscribe estas líneas. En un Estado aconfesional como marca la Constitución y como a algunos se les hincha el pecho de proclamar, no deja de ser llamativo que a lo largo del año se celebra el santoral completo.

Hace unos días, la Vicepresidenta Segunda Yolanda Díaz, se armó de valor y soltó que a lo mejor era hora de quitar la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta. Que una entidad con tal carga de delitos sexuales no podía permitirse el lujo de recibir ese dinero por parte de los españoles. ¿Pero quién se cree esta señora para decir dónde se puede o no se puede dejar parte de lo que Hacienda reclama año tras año? ¿Estos no son los que hablan de derechos e igualdad? Sí, sí, todos iguales a mi manera y los derechos, los que a mí se me ocurran.

Que den explicaciones a ver de dónde salen los intereses que le han de pagar, por ejemplo, a un tal Dani Pedrosa, por meterle en la lista de morosos cuando el piloto tenía sus cuentas claras. O mejor aún, habrá que ver lo que ocurre con cierto madrileño sobre el que se han filtrado todas sus cifras económicas vulnerando totalmente la Ley de Protección de Datos. Hay tantas cosas por ver relativas a Hacienda, que a la señora Díaz lo que menos le debería de preocupar es si ese porcentaje muy importante de la población que, entre otras cosas lleva a sus hijos a colegios religiosos, por ejemplo, decide marcar la casilla de la Iglesia en vez de la de actividades de interés general.

Al fin y al cabo, si una elige la institución religiosa, sabe a dónde va ese dinero. La otra opción, la de las actividades de interés general… ¡Buf! Es un término tan amplio, tan abstracto, que en manos de quienes gobiernan, dicha donación puede terminar como combustible del Falcon presidencial o decorando los palacios de Mohamed VI pasando por la cartelería de alguna exposición narrando lo bien que se vivía con Lenin y Stalin. El campo de actuación de la izquierda española es tan amplio que, por mucho dinero que ponga el contribuyente en sus manos, nunca será suficiente, siempre habrá algún chiringuito que mantener.

Pero volviendo a la Semana Santa, mejor será dejar que los españoles disfruten de lo que crean, nunca mejor dicho, oportuno. Que no utilicen, como ya están haciendo, los símbolos religiosos con el fin de encasillar y dividir a la población. Y que, por cada cosa mala que haya podido hacer la Iglesia, seguro que hay mil buenas que no estaría de más que ciertos personajes o poderes públicos reconocieran. Porque, al fin y al cabo, estos días, entre andas y saetas no se les verá, pero por sus despachos y órganos de gobierno, tampoco.

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