Comer pasteles

Durante los días 5 y 6 de octubre de 1789 tuvo lugar lo que se conoce como “marcha sobre Versalles”. Era la Revolución Francesa y los ciudadanos tomaron las calles asfixiados por el hambre y la miseria.

Durante las protestas en Versalles, horas antes de comenzar con las decapitaciones públicas, la muchedumbre se agolpó bajo el balcón del palacio. Intrigada por los gritos y las soflamas, salió María Antonieta para ver qué ocurría. Tras contemplar al pueblo enfurecido frente a ella, la reina preguntó al servicio que le acompañaba: “¿Podría explicarme por qué grita esta gente?”

El mayordomo que la asistía le contestó: “Señora, la gente grita porque no puede comer pan.” María Antonieta miró perpleja al mayordomo y tras observar de nuevo la masa gritando preguntó: “Y si no pueden comer pan ¿por qué no comen pasteles?”

Esta pequeña anécdota, nos muestra como la clase política pierde el sentido de la realidad cuando se instala en una burbuja de confort. España atraviesa por una situación social y económica compleja. Una situación muy complicada y que está dejando a mucha gente por el camino. Tenemos un país acorralado por una pandemia que está segando miles de vidas. Que obliga a paralizar sectores económicos, que tiene colapsados nuestros servicios públicos….

Gobierno y oposición se ponen de acuerdo en suspender la democracia en nuestro país durante meses, nos obligan a ir provistos de mascarillas a todas horas y en cualquier lugar, nos imponen toque de queda, limitan nuestra libertad de movimiento, imponen medidas restrictivas a los negocios y, a la vez, nos exigen que cumplamos rigurosamente con nuestras obligaciones fiscales.

Las consecuencias de esta nueva normalidad son cifras de desempleo desorbitadas, miles de autónomos y pymes obligados a bajar definitivamente la persiana, colas infinitas esperando su turno a las puertas de los bancos de alimentos, miles de personas desahuciadas de sus viviendas habituales porque no la pueden pagar y centenares de familias con todos sus miembros en paro y sin ningún tipo de ingreso.

Frente a la realidad de esta nueva normalidad, nos encontramos con que tenemos una clase política aislada en aquella burbuja de confort en que vivía María Antonieta. Frente a los bares y restaurantes obligados a restringir sus aforos y a exigir mascarilla a sus clientes, nos encontramos con más de 80 políticos y VIPs que se dan cita en el Casino de Madrid para celebrar el aniversario de un medio de comunicación.

Frente a la crítica situación económica que sufre nuestro país, observamos como este gobierno socialcomunista se sube el salario en segunda instancia, puesto que su primer intento se frustró. Ante una población que lucha cada día para poder llevar pan a su casa, nos encontramos con un Presidente del gobierno que gasta semanalmente 500€ en jamón de bellota cinco joyas para su avión privado.

Mientras implantan un toque de queda a la ciudadanía, algunos políticos autonómicos son sorprendidos ebrios en un pub a las dos de la madrugada. Nos limitan la movilidad y nos encierran en nuestras ciudades, mientras miembros del gobierno salen el puente de Todos Los Santos a sus segundas residencias en otros puntos de España.

Y así podríamos seguir enumerando decenas de casos que ponen en evidencia la brecha que existe actualmente entre nuestros dirigentes y la ciudadanía. Decía el Vicepresidente Pablo Iglesias antes de mudarse a Galapagar que en España hacía falta más recortes, pero con guillotina. Por una vez, puedo decir que coincido con el Vicepresidente.

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