Sentimientos navideños rotos

Ya ha empezado la época navideña. La más diferente que recuerdo en toda mi vida (aunque no sea demasiado extensa). No se exterioriza la alegría propia de este periodo. Da igual si eres o no creyente, siempre acaban ilusionando los reencuentros en estas fechas y, porque no decirlo, también los regalos. El ambiente se nota crispado. Paseas y oyes hablar a unos y otros. Nadie está conforme con nada. 

En el tema COVID. Por un lado, podemos encontrar a los que están deseando que salga la vacuna para ponérsela cuanto antes. A los que cualquier medida sanitaria les parece poca cosa o también a los que han pasado a tener hafefobia o lo que es lo mismo, al que tiene miedo al contacto humano y a consecuencia de la situación que tenemos lo han llevado al extremo hasta tal punto de que ya no se relacionan ni con los más próximos.

Por el otro lado, pasamos de los que están receptivos a ponerse la vacuna a los contrarios a esta. Dentro de estos perfiles podemos encontrarlos quienes consideran el Covid como un simple virus, algo similar a una gripe. Este tipo de perfil considera que las medidas que nos han impuesto son más relacionadas con cuestiones políticas que sanitarias.

A diferencia de los ‘proVacuna’, estos siguen abrazando y besando a sus allegados (por lo menos a los que se dejan). No piensan ponerse la vacuna ni bajo pena de multa. Además, dentro de este perfil encontramos a los que están hasta las narices de hablar del virus en cuestión y de tanta incoherencia por parte del Gobierno y del ‘comité de expertos’. Son personas que quieren seguir desempeñando sus trabajos con la mayor normalidad posible porque, a pesar de la pandemia, las personas tienen el vicio de comer y de cobrar, y ya se sabe que para eso hay que trabajar, porque el dinero no viene de los árboles.

El hermano del Ministro Garzón tuvo la brillante idea de que se podían imprimir billetes para paliar la situación actual, Eduardo Garzón, de profesión economista, pero no, su idea no ha colado. Como ‘idea’ hubiera sido genial. Me hace retrotraerme a cuando tenía 8 años y pensaba en que si fotocopiase unos cuantos billetes de 10.000 pesetas sería rica, pero nada que ver con la realidad. En fin, que por unas cosas o por otras, nadie está conforme en el tema COVID. 

Con la inmigración pasa más o menos lo mismo. Unos consideran que hay que atender y cubrir las necesidades de todo aquel que venga a territorio español. Este grupo alega razones humanitarias. Plantean que todo el mundo tiene derecho a una vida mejor. Algo que para mí es una incoherente afirmación ya que desde el momento que este mismo colectivo apoya la eutanasia a la carta y el aborto libre, sus argumentos quedan en entredicho. Parece ser que depende de quién seas, el derecho a la vida digna te corresponde o no.

Por otro lado, tenemos a los detractores de la inmigración ilegal. Se basan en que, si no hay para los de aquí, no se puede repartir. Esto es cómo quien lleva a su hijo al parque junto con otros niños. Si el hijo tiene dos juguetes le podemos decir que, comparta uno con otro niño, pero si el niño en cuestión solo tiene un juguete. ¿Se lo quitarían para dárselo al otro niño? En este caso el juguete es la comida y el alojamiento. Saquen ustedes sus propias conclusiones. Bajo mi punto de vista, Papá Estado no está haciendo lo correcto. 

Seguimos con más temáticas polémicas. El Feminismo. Este asunto ha llegado a un punto muy extremo; o eres feminista radical y aceptas todas sus normas y consecuencias o directamente eres machista o fascista entre otras apreciaciones.

Otro tema que trae cola es el de la ocupación. Un tema de actualidad. La gran mayoría se muestran críticos y lo son a consecuencia de que han visto cómo se ha vulnerado su derecho a la propiedad o el de alguien de su alrededor con el beneplácito de la diferentes administraciones y grupos políticos. También los podemos encontrar, en menor medida, a los que dicen que el derecho a una vivienda prevalece a cualquier cosa, aunque sea dejando a otra persona en la calle. 

Cuando oigo a la gente decir que la clase política no les representa, cada día tengo más claro que solo se refieren a los asuntos relacionados con el dinero. Lo único que nos diferencia de nuestros políticos es el nivel de vida. En todo lo demás, compartimos las mismas cuestiones. Igual que ellos, tenemos los mismos debates en bares o en la calle que los que tienen los políticos en el Congreso de los Diputados. ¿Los acuerdos? Pasa lo mismo con ellos no existen ni en la vida cotidiana con nuestros allegados ni tampoco dentro del hemiciclo. El término medio relacionado con los pactos y la negociación ya no se lleva. Puesto que, en el momento que discrepes un poco con la persona, ya estás en uno u otro extremo. 

Mientras tanto, la vida sigue y se acercan las navidades. Ese momento del año en el que intentamos guardar rencores y buscamos la paz por encima de la confrontación. En caso de no lograrla, al menos intentamos tirar de diplomacia para ser cordiales poniendo buena cara al que tenemos enfrente.

Muchos intentarán refugiarse del caos y el pesimismo generalizado apoyándose en la ilusión y el desconocimiento de la situación general que tienen los niños. Ellos, que son una gran causa de los dolores de cabeza de los padres y los familiares cercanos se convertirán en el motor de muchas familias, de esto, estoy segura.

Otros, por el contrario, tendrán que explicar que los Reyes Magos este año no podrán venir a sus casas y para evitar crear un Apocalipsis con los menores lo que harán es inventarse alguna excusa relacionada con el virus para no contarles la realidad por la que están viviendo. Falta de trabajo, sin cobrar los ERTEs o haciendo cola en las filas del hambre para poder llevarse un alimento a la boca. En fin, con todo revuelto no debemos perder la ilusión que trae a nuestras vidas la Navidad. Y sea como sea, intentemos celebrarla con buena cara dentro de nuestras posibilidades.

Entre todos, ayudemos a que otros puedan celebrar este acontecimiento religioso. Evitemos que se pierda la esperanza y la emoción que traen estas fechas. Aunque resulte difícil, volvamos a tener la ilusión de cuando éramos niños para ‘enganchar’ a nuestros hijos con este acontecimiento que se da en el último mes del año y primero del próximo. Por una vez en todo el año, no seamos ni de derechas, ni de izquierdas. SEAMOS NAVIDAD.

En esta época, todos intentamos sacar la mejor versión de nosotros mismos, por ese motivo, hagamos que siga siendo así. Dejemos a un lado las broncas políticas e intentemos razonar y llegar a puntos sensatos en común que sean justos. Seguramente esto no será posible. Mucho menos este año tan alborotado.

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