Ellos sí, tú no

Lo que estamos viviendo estos días es la máxima expresión del fascismo, el cual puede reducirse a la defensa de «yo sí, tú no». La izquierda está dejando claro que ellos van a seguir agenciándose el derecho a estipular los parámetros del bien y del mal, de la democracia y el fascismo, de la libertad y la censura…y, en definitiva, de la realidad y la verdad. 

Así pues, tú no puedes escribir poemas jugando con la palabra «diputada», pero ellos pueden desear que te peguen un tiro en la nuca. Ellos sí, tú no. Si tú sales a protestar descontento por la gestión de la pandemia o porque te obligan a mantener tu negocio cerrado y quizás realmente no tengas para pagar los altísimos impuestos que ellos mismos suben o no vayas a tener para comer, por primera vez desde la posguerra, entonces directamente se ríen de ti, llamándote: «terraplanista», «cayetano» y «facha». Ellos pueden salir y quemar las calles y hacerlo en nombre de la democracia y el pueblo. Ellos sí, tú no. 

La democracia no es una resolución ejemplarizante, pues no se trata de «hay democracia cuando las cosas son como yo quiero» sino que es un complejo equilibrio de fuerzas entre personas que tienen aspiraciones, pensamientos y formas de vida muy diferentes. Siendo así, para mí, la libertad de expresión tiene como límite la apología de la violencia. Yo considero que renunciar a ello nos deja un inmenso margen de maniobra creativa, de denuncia y libertad que permite el mínimo de compromiso cívico para una coexistencia pacífica. Ahora bien, entiendo que haya quien piense que la libertad de expresión debe ser ilimitada y no tengo razones para contraargumentar su punto de vista…tan solo motivos subjetivos. Pero entonces, debemos ser coherentes y consecuentes con la idea de una libertad de expresión ilimitada, por cierto, inexistente en todos los países del mundo, ya que siempre hay topes, desde limitar las palabrotas en espacios públicos a castigar los comentarios ofensivo entre niños en el colegio…siempre hay topes e incitar a la violencia suele ser uno de ellos en los países que no viven bajo el fantasma permanente del fascismo…ese que tanto le gusta a la izquierda. Pero bien, si quieren una libertad de expresión ilimitada y endiosada aunque colisione con otros derechos y libertades, entonces seamos consecuentes todos con la idea que defienden.

Así pues, deberíamos aceptar escuchar a las personas animando a pegar tiros en la nuca a los homosexuales, pero así tal cual… o animar a violar a las mujeres, a quemar mezquitas y a atentar contra la casa de Iglesias… con sus hijos dentro, por supuesto, ¿por qué no?. Si en las palabras no hay violencia nunca, soltemos a los yihadistas que no han atentado, pero que hablaban y planeaban sobre cometer atentados…porque sólo cuando atenten, podrán ser detenidos.

Entonces, llevando hasta las últimas consecuencias el planteamiento de que sólo hay violencia en la acción, también soltemos a los pedófilos que hablan de sus perversiones y consumen videos, pero sin agredir directamente ellos a los niños… Será lícito hablar de cómo torturar niños. Será lícito compartir videos explicando cómo hacerlo: a niños, a mujeres y a mascotas también.

Se podría perseguir a quienes agreden, pero no se podrían censurar a quienes hablen de ello o a quienes compartan esas imágenes. ¿Por qué la imagen contiene violencia y sin embargo, la palabra no? La libertad de expresión auténtica incluye la imagen, no sólo la palabra. Entonces que haya libertad de expresión por doquier de verdad, y por supuesto ni se os ocurra pedir ilegalizar un partido porque pida inmigración controlada o dude que el complejo problema de la violencia se pueda reducir a algo tan simple como el género…

Ahora, los neonazis podrían animar a pegar tiros a los magrebíes, ¿por qué no? Libertad de discurso y palabra ilimitada, racional e irracionalmente. Veríamos sin problema a muchos ‘Jacks destripadores’ contando en las redes, rapeando o no, cómo matarían a las mujeres con sumo detalle. Que ellos hagan videos virales y que los niños aprendan bien cómo hacerlo desde bien pequeños. ¿Y cómo reprendo yo en clase a mis alumnos que me agredan verbalmente a mí o a algún compañero si en la palabra no hay tal agresión y corregirles o ,en último extreno, castigarles, es coartar su libertad de expresión? Éstas son algunas de las consecuencias a las que podríamos llegar partiendo del planteamiento de que las palabras son sólo palabras, aunque inciten a la violencia, y no son ni deben ser jamás censuradas o constituir delito.

Creo que los manifestantes de esta nueva izquierda degenerada y podrida de ambición y de verdad, no dan para más y deben sufrir las consecuencias de lo que dicen defender. Pero por eso mismo creo que ellos realmente no defienden la libertad de expresión ilimitada… ellos defienden sólo la suya. En el fondo, como he dicho al inicio, todo esto lo que trata es de reducir tu pensamiento, tus aspiraciones, tus derechos y tus sentimientos a la nada. Ellos reclaman una libertad que te niegan. Tú no puedes, no eres y no debes ser. Ellos son la totalidad de la esfera de los valores y la verdad. Ellos sí, tú no. 

Por otro lado, resulta hasta cómico verlos pedir libertad de expresión con el bozal puesto (por supuesto, cualquiera podría negar la existencia del virus sin que Facebook amenace con bloquear cuentas). Esos cenutrios defienden la libertad de expresión llevando la bandera de la Unión Soviética. ¿Por qué no sacan también la de Corea del Norte? Tienen la mente colapsada de ideología. Demasiada lectura de ese panfleto de Marx y Engels apto para niños, «El manifiesto comunista», pues otras de sus obras son más complejas y requieren poder entender primero a Hegel…y eso son palabras mayores.

Se contentan con ese pequeño panfleto, que es fino y simple como una revista del Ikea, y creen poder solucionar los problemas del mundo. Les falta leer más a los ilustrados franceses, padres del liberalismo político, que fueron quienes acuñaron, dentro de unos márgenes que garantizaban la convivencia, lo de la libertad de expresión; liberalismo cuya vertiente económica, de la mano de Adam Smith o David Ricardo, es la semilla de los estados de derecho capitalistas.

Ni lo saben ni lo pueden saber. Su mirada quemando cosas para defender el poder decirte que ojalá alguien te rebane el pescuezo es la misma que la que tienen los islamistas del Daesh. Tantas cosas han pasado este año…tantas injusticias por las que luchar… tanta ruina por la que implicarse…tantos muertos cuya memoria honrar…y han decidido comprometerse con esta causa: poder manifestar libre, pública e impunemente que le vuelen los sesos a otros seres humanos. Para esto ha quedado la izquierda. A esta basura ha quedado reducida. 

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