En estos tiempos de algoritmos limitantes que nos encierran cada vez más en el círculo estrecho de nuestros supuestos temas de interés, en esta época pandémica en la que en los bares no hay prensa de papel y en la que los digitales cada vez muestran menos contenido, yo les recomiendo que se creen una alerta de Google para que diariamente rebusque en el conjunto de ceros y unos y les envíe un correo con los titulares de aquellos asuntos que más les preocupan.
Las palabras que generan mi “alerta” particular son: Europa, familia, sostenibilidad, Unión Europea y europeístas. De esta manera diseñada, todas las mañanas me llegan noticias de diferentes medios sobre estos asuntos. Noticias, muchas veces, que cuesta encontrar entre las pestañas ocultas de los diarios digitales.
Hoy ha sido uno de esos días (me ocurre con frecuencia) que mi alerta mañanera me trae un material que apenas tiene eco en la prensa española. Esta mañana me contaba que el primero de marzo, el San Diego Unión-Tribune titulaba: Europeos consiguen el “derecho a reparar” objetos eléctricos.
La noticia cuenta que, desde este lunes pasado, las empresas que en la Unión Europea vendan electrodomésticos tendrán que asegurar que sus productos pueden repararse durante al menos 10 años desde la compra. Que tendrán piezas disponibles, que será posible el acceder al interior de los aparatos para arreglarlos, que los manuales de reparación estarán al alcance de todos.
Lo que persigue esta norma es reducir la creciente cantidad de residuos electrónicos que se genera anualmente. Los europeos producimos cada año y por persona más de 16 kilos de estos residuos y de ellos, la mitad, corresponden a electrodomésticos. Lo peor de todo es que de esa enorme montaña, apenas reciclamos un 40%. A mí me parece que esta noticia es magnífica.
Estoy seguro de que muchos de ustedes, al igual que yo, se han quejado en alguna ocasión de la maldita obsolescencia programada. Un ordenador que deja de funcionar como por arte de magia, una lavadora que se niega a seguir lavando y así, un sinfín de productos que no duran lo que nos gustaría. Pues bueno, esta es una medida que va en contra de esa obsolescencia, una medida que nos permitirá ahorrar dinero y a la vez cuidar nuestro planeta.
Es una buena noticia que se transforma en magnífica cuando uno se para a pensar que se consigue gracias al esfuerzo conjunto de 27 países, 27 gobiernos que con sus 27 formas diferentes de pensar y de entender, han conseguido ponerse de acuerdo para mejorar la vida de sus ciudadanos y del continente que habitan.
Ahora sólo debemos pensar qué otras medidas nos harían la vida más fácil. Imaginemos, contémoselas a los partidos políticos y cuando lleguen las elecciones, votemos a aquellos que nos hayan escuchado y quieran luchar con todos para hacer nuestro mundo mejor. Alguien lo imaginó antes, se luchó, se trabajó y hoy en Europa tenemos derecho a reparar.
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