La violencia en el fútbol, episodio 2: el fútbol no profesional

Queridos amigos de Minuto Crucial, es la hora de entrar en la raíz de la gran lacra del fútbol, un problema que ha existido desde hace décadas y que está aún lejos de resolverse: la violencia en el fútbol aficionado y base.

Empecemos con el fútbol aficionado, lo que actualmente se conoce como fútbol amateur. El paso del tiempo ha servido para mostrarnos la evolución del fútbol aficionado desde los campos de tierra, sin medidas de separación entre ella y el público y el terreno de juego en muchos casos y con una mayor normalización de los incidentes violentos. Eran tiempos donde los pueblos tenían comunicaciones más difíciles, y en los que la información no era tan abundante como ahora para denunciarlos.

Actualmente, apenas tenemos campos de tierra o albero, y los distintos tipos de césped artificial y, en algunos casos, hierba natural se han ido convirtiendo en la tónica dominante. Esto tiene dos consecuencias claras. La primera es la mejoría clara en el juego y la evolución en el nivel técnico, mientras que la segunda consecuencia es la mayor preocupación por el desarrollo técnico y táctico de los sistemas de juego y las estrategias de ataque y defensa.

Los campos ahora están mejor comunicados y esto sí es un ingrediente claro para la mejora de la seguridad ya que la presencia de las Fuerzas de Orden Público es más fácil y efectiva. Además, las instalaciones deportivas se han modernizado, provocando que sea más difícil para los espectadores acceder al terreno de juego y mejorando la seguridad y calidad de los vestuarios.

A pesar de ello, la violencia siempre aparece. Uno de los incidentes más habituales es el desarrollo de peleas entre aficionados. Esto no ha evolucionado tanto a lo largo del tiempo en cuanto a desarrollo del incidente, pero si ha contribuido a la divulgación y denuncia del mismo, así como la identificación de los autores. Es, sin duda, el mayor problema que tenemos en el fútbol actual, especialmente en las categorías inferiores, donde provoca una situación de estrés y ansiedad en los jugadores, que aún son en muchos casos menores de edad.

Otro de los grandes problemas es la invasión de campo para increpar y agredir a rivales, así como la violencia verbal hacia el adversario. Las invasiones masivas en el terreno de juego son menos habituales que antes, en parte gracias a la modernización de las instalaciones deportivas, pero la violencia verbal es algo que es difícilmente erradicable actualmente, debido a dos causas: la influencia de un fútbol profesional marcado por la fama y el dinero, que queremos imitar y trasladar a nuestra categoría, y la idea, desarrollada en mi anterior artículo de entender la entrada al campo como libertad para la violencia.

Estos problemas son solventables únicamente a largo plazo, pero se requiere un examen de conciencia desde lo más profundo de la sociedad, pero aún queda un gran problema, que analizaremos la próxima semana y que es el más frecuente en todo el deporte rey: la violencia hacia el colectivo más perjudicado, el árbitro.

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