Las claves de la situación de Ciudadanos

Acaba de votarse la moción de censura presentada por Ciudadanos en Murcia y, como se esperaba, la moción no ha prosperado. Era el cierre en falso de una crisis que ha tenido como excusa que Ciudadanos sólo está legitimado a negociar o apoyar gobiernos del PP, aunque estos puedan ser corruptos, porque su función principal, por encima de no ser cómplice de la corrupción, es combatir en uno de los bandos en los que los de siempre han dividido España; y ese bando no es precisamente el del partido de Pedro Sánchez.

La excusa antisanchista emerge como una recurrente causa que sorprende que apoyen ahora personas que hasta hace dos días seguían cobrando de su cargo público obtenido por estar en las filas del partido naranja. Más que cuestionable es que demasiados de ellos continúan en esos cargos ya desligados del partido liderado por Inés Arrimadas y cobrando y ejerciendo incumpliendo aquello que firmaron en su momento, que no era sino un compromiso ético de abandonar estos puestos si se producía su baja en el partido. ¿Pueden hablar estas personas de cumplimiento de promesas, de ningún tipo de legitimidad o de fidelidad cuando, como mínimo, no lo están siendo con los que hasta hace poco fueron sus propios compañeros?

Pero surgen muchas más preguntas. ¿Cambia el partido porque encuentre en el PSOE de Murcia el apoyo para intentar desbancar a un Partido Popular que en Ayuntamiento y en el Gobierno de la Comunidad han dado muestras de no respetar los acuerdos con Ciudadanos y, más aún el principal, el de una más que necesaria transparencia? ¿Afecta esto al trabajo y a la lucha diaria del partido en el Congreso o el Senado? ¿Ha cambiado algo en la defensa del programa electoral que defendía Arrimadas en campaña a lo que sigue defendiendo? La respuesta a esta última pregunta es NO. Muchas voces de UPyD, que ahora critican lo que está pasando en Ciudadanos, olvidan las alianzas de ese partido en su momento en el Principado de Asturias, donde gobernó con el PSOE y finalmente rompió su pacto porque no apoyaban la reforma de la Ley Electoral, o en algunos ayuntamientos.

Lo que hay detrás de lo que está pasando no es algo nuevo, no es nada nuevo. Ya comenzó con el acoso y derribo de Rivera cuando presidía el partido. Desde comentarios y dires y diretes sobre sus presuntas adicciones jamás demostradas hasta acusaciones continuas de alianzas, de querer pactar con el PSOE y, finalmente, de no querer hacerlo. Acabaron con la carrera de un líder que muchos echamos de menos en Ciudadanos, pero que enseñó con su despedida que nadie es imprescindible sino el proyecto por hacer de España un país mucho mejor en el que vivir.

En política, en este país, todo vale con el fin de desbancar al rival que te come el que quieres que sea sólo tuyo terreno ideológico. El PP perdió su norte y se convirtió en esa veleta ideológica que bien intentaba no perder el voto más extremo rivalizando con VOX y, al ver que no podía por ese lado decidió ir al que vio más débil por ser más honesto, Ciudadanos. Y aquí no valía ya con reducir sus votos sino que es necesario, porque su rival extremo es cada día más fuerte, absorber a Ciudadanos y ocupar mediante apariencias absurdas un espacio que jamás fue suyo, el de centro.

Ya hablé en otras ocasiones de lo imprescindible que resulta en estos tiempos en el terreno político el parecer por encima del ser. La estrategia con Ciudadanos no ha sido otra que, aprovechando las grandes carencias en comunicación que tenían los del partido naranja, conseguir que pareciera justamente lo que no era y lo que nunca fue. Y esto hasta el extremo de convertir a la víctima de un socio de Gobierno que no quiere convertirse en cómplice de la corrupción en Murcia en el responsable de todos los males del país, algo que es radicalmente falso y absurdo, a la vez que deshonesto.

Ciudadanos no ha apoyado tácitamente en ningún momento al Gobierno de Sánchez. Votó en contra de sus presupuestos, votó a favor del estado de alarma no porque beneficiara al PSOE sino porque beneficiaba a todos los españoles y era necesario para mantener unas condiciones que garantizaran al máximo las medidas que salvaran las vidas contra el Covid 19. Y esto, con los votos irresponsables en contra de ese PP, que se auto describe ahora como moderado, y de VOX, el mismo VOX que se dedica a dar ahora ruedas de prensa por todo el país en medio de plazas para convertirlas en auténticos mítines en los que las medidas de seguridad, en los que la salud de las personas, de los ciudadanos, demuestran no importarles en absoluto. Y eso después de facilitar en el Congreso que el PSOE pusiese controlar con absoluta impunidad todo el dinero que llega de Europa y que tiene como fin la recuperación de nuestro país tras la crisis sanitaria. Bueno, ya han visto cómo gracias a VOX cinco autonomías gobernadas por el PSOE han sido las más beneficiadas por estas ayudas y cómo una aerolínea vinculada al dictador venezolano Maduro recibe una ingente cantidad de dinero controlando sólo el 0,03 por ciento de los vuelos en España mientras tantos y tantos autónomos y familias siguen desprotegidos por el Estado.  Gracias, VOX. Sois dignos de la peor etapa de Berlusconi, el único tipo de derecha que presentáis como alternativa a la barbarie de Sánchez y Cía

Por lo demás, ante cualquier cuestión que afectara a los ciudadanos y fuese perjudicial para sus intereses el Gobierno socialista ha tenido a Ciudadanos de frente. Pero, ¿cómo consiguen hacer creer que dos partidos que votan en contra de los intereses de los españoles mientras se envuelven en la bandera de nuestro país para protegerse de críticas puedan tener mayor nivel de aceptación o menor rechazo entre sus votantes que un partido que es el único nacional que no tiene ni un solo caso de corrupción y el único sin acusaciones ni sospechas de financiación irregular, Ciudadanos? Tan sencillo como jugar a hacer parecer del otro, al acoso y derribo y con la compra, como se ha visto claramente estos días, de voluntades. Vergonzoso.

La situación que se ha dado en Ciudadanos tiene cierto grado de responsabilidad en el mismo partido, y ya lo dije en mi anterior artículo, fundamentalmente por una comunicación errada en el diario de la traslación de los hechos políticos en las instituciones y en el partido, así como en campañas electorales como la de Cataluña, y por la falta de una estrategia política clara que evidencie un rumbo muy determinado, concreto y directo. Pero esto último, no está reñido con seguir defendiendo los mismos principios que emanan de su fundación y congresos y de los programas electorales presentados. El tercer problema que acechaba al partido de Arrimadas lo hemos podido vislumbrar estos días, la existencia de personas en puestos de responsabilidad y en puestos electos, fruto de las listas electorales, que no merecían estar ahí, que se fueron o bien con el enemigo que compró sus voluntades o traicionando a aquellos a los que les debían, a través del proyecto y el duro trabajo para conseguir sus puestos en las instituciones, lo que habían llegado a ser en lo público en política.

La solución, sin embargo, ha comenzado a llegar en forma de reforma de su ejecutiva permanente, ampliada y diversificada para poder tomar unas decisiones mucho más de consenso. También se ha nombrado a un nuevo jefe de comunicación, el aragonés Daniel Pérez. Respecto a la “limpieza en listas” es un proceso que se está efectuando por sí solo y, una a una, esas personas están abandonando el partido mostrando dónde queda su lealtad, su compromiso y sus intereses.

Pero uno de los mayores revulsivos no es otro que el anuncio de la presentación a las primarias del partido para encabezar la lista a la Comunidad de Madrid del abogado del Estado y portavoz parlamentario de la formación Edmundo Bal. Precisamente una figura que saltó a la política cuando fue sustituido por el Gobierno de Sánchez por introducir en la acusación de violencia en el proceso contra las acciones cometidas en el Procés independentista tras la consulta realizada en modo de referéndum el 1 de Octubre. La inclusión en la acusación de la violencia podía suponer unas penas mucho mayores para los imputados, algo que parecía ser que no era del gusto del Secretario General de los socialistas y Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Apartado del caso entró en Ciudadanos y fue elegido diputado por Madrid. Desde entonces sus intervenciones, su locuacidad y su capacidad para explicar cada una de las situaciones que se han vivido, así como el reflejo de su honestidad ya demostrada en su etapa anterior lo han convertido en un referente imprescindible en nuestra política.

El que presumiblemente, tras ser elegido en primarias, nuevo candidato por Ciudadanos en Madrid es, sin duda, la garantía de que Ciudadanos no sólo no ha acabado, no sólo ha apagado todos los fuegos sino que, como el ave Fénix que anuncié hace unas semanas, va a volver a volar, y esta vez con mucha más fuerza. Que se vaya preparando Ayuso para negociar con su antiguo nuevo socio.

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