Segundo capítulo: Huelga de hambre por desesperación y necesidad

Puedes leer el primer capítulo haciendo click en esta frase.

Han pasado otros siete días más en mi huelga de hambre frente al Ministerio de Defensa español. La finalidad que sigue siendo la de reivindicar mis derechos, aquellos que me pertenecen por Ley. Sinceramente, me encuentro tan estresado y agobiado que si le sumamos las enfermedades al conjunto de todos los problemas todo se vuelve una bomba de relojería.

Todo ello hace que me encuentre perdido, os pondré un ejemplo: el lunes pasado pensaba que era el jueves anterior. Las cosas marchan bien, sin agobios, sin marcar horas ni días para cruzar la meta final, de esta carrera psicológica tan aterradora espero salir, una carrera que los altos mandos en Defensa me hicieron participar de manera injusta. Más tarde o más temprano saldré como ganador.

Gracias a Dios en nuestro país existen magníficas personas, de buenos sentimientos aquellas que se consideran hijos de Dios. El pasado 19 de abril llegó desde Oviedo, Álvaro Arteaga, un señor que conocí por redes sociales a causa de la huelga indefinida que realicé en el pasado y ahora, sin pedirle nada a cambio, aquí ha estado conmigo a la intemperie, al raso con el cielo, donde no paran de haber tormentas y viento gélido en determinados días. Gracias, amigo y hermano, toda la vida estaré en deuda contigo.

El martes de esta misma semana se ha presentado un padre junto a su hijo joven. Resulta que el chico tiene una discapacidad intelectual del 36% pero amigos, tendríais que hablar con él, cuenta con una humanidad inmensamente superior que otras personas sin trabas de ningún tipo. Este chico, Javier Fernández Fernández, le daría muchas clases de: humanidad, empatía a unos cuantos. La crítica constructiva quiero realizarla a los militares que no me apoyan, ellos tendrían que ser los que se unan a mi causa empatizando con mi situación en vez de dos civiles que, por cierto, les estoy completamente agradecido por su ayuda.

No todo en esta semana ha sido positivo. El miércoles resultó ser un día muy agotador y estresante por miles de circunstancias. Justamente en ese mismo día por la tarde, caí de culo al suelo de manera literal. Llegué a sentir que mis manos y mis piernas pesaban toneladas. Tumbado en el suelo, tuve que pedir urgentemente a Álvaro que me levantara las piernas y automáticamente, la ambulancia del SAMUR me asistió. Aquello que me sucedió no era normal. Llegaba a tener mareos, veía todo distorsionado… Al llegar los especialistas me encontraba bien de: temperatura, tensión… pero al pincharme un dedo para hacerme una analítica: tenía un bajón brutal en azúcar, estaba a 50, por lo que me decían los profesionales, estuve apuntito de poder entrar en coma, incluso de no haberlo cogido a tiempo, la parada cardio-respiratoria estaría ahí presente y Adiós Agustín a esta vida y mi causa.

Finalizo esta semana dirigiéndome directamente a la muy Excma. Sra. Doña Margarita Robles, Ministra de Defensa. Espero que usted tenga la solidaridad que no tuvieron los generales militares conmigo porque esta causa no es fácil de sobrellevar. Continuará o no, si Dios quiere y todo se soluciona para el bien de mi salud que está corriendo además de la justicia que merezco por mi lealtad a España.

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