La condición de ser mujer en México

Uno de los mayores bienes jurídicos tutelados es la vida y la libertad, y al compás de nuestra activista mexicana Viví Quintanar “Nos quitaron miedo, nos crecieron alas”, estamos en lucha de deconstrucción social por reivindicar el respeto y la libertad de la mujer mexicana.  

En México asesinan a 11 mujeres al día siendo violadas y abusadas sexualmente. En marzo del 2021 se suscitó el trimestre más violento desde enero de 2015; en un país donde reina la incertidumbre social, la falta de empleo, la corrupción y la delincuencia; vivir en México no es una tarea fácil, es agotadora, demandante y compleja, que sumándole la condición de ser mujer nos coloca en situaciones de vulnerabilidad, siendo susceptibles de ser abusadas, ultrajadas, dañadas, violadas y asesinadas.

Estando presente una educación que se abandera de raíz con actitudes y conductas machistas y misóginas, que permite que la agresividad, hostilidad y violencia en todos los ámbitos escale hasta normalizarse. En este contexto, el Estado mexicano ha respondido con acciones pasivo agresivas como las limitaciones impuestas a las marchas de sororidad, minimizando el derecho a manifestarnos y asediando la apertura a canales de dialogo, lo cual no garantiza nuestros Derechos Humanos y ni vela nuestros derechos políticos.

A todo ello, se desarrollan múltiples problemáticas que agravan la situación en la que la mujer mexicana se encuentra, como lo es: en el ámbito laboral es cotidiano que la mujer en su entorno sufra hostigamiento sexual y acoso laboral, además se pueden presentar acciones que generan violencia psicológica, entre las cuales se encuentra el mansplaining, que es una conducta que de manera verbal el hombre antepone sus ideas frente a las de la mujer, ignorándola; y por otra parte, es común que la mujer sea relegada a  puestos y posiciones de trabajo de bajo nivel jerárquico, esto debido a un creencia  errónea respecto a las capacidades de liderazgo.  

En el ámbito público, el transitar por las calles sin importar la hora, tomar el transporte público, viajar sin estar acompañadas de alguien, acudir a fiestas a altas horas de la noche, el vestirte de tal o cual manera son situaciones de las cuales las mujeres no deberíamos estarnos preocupando ni previniendo porque estas acciones son simplemente el ejercicio de nuestra libertad. Todas las mujeres tenemos el derecho de decidir sobre nuestro cuerpo, de vestirnos a nuestro gusto sin estarnos cuestionando el dónde, cuando y con quien, que, por desgracia, estas tres condicionantes son las generadoras de condiciones de vulnerabilidad. Sin embargo, la realidad apunta que estar limitadas en goce de nuestra libertad es una condición sine cua non de ser mujer.  

Ante esta situación que se vive en el país, no nos debemos de quedar calladas y prueba de ello son todos los movimientos sociales, todas las mujeres que se levantan a alzar la voz y a representar a toda mujer que no puede hacerlo; estos movimientos sociales son es una llamada de atención al Estado mexicano, sino también despertar a la sociedad mexicana de la violencia tan generalizada y normalizada que se tiene para deconstruir el tejido social cuya meta es lograr la paridad de género.  

Un ejemplo de ello, si observamos el lenguaje coloquial de México, nos podemos dar cuenta que, para expresar alguna situación o cosa asombrosa, se tiene que recurrir a conceptos derivados de la sumisión haciendo referencia al desacreditamiento y cosificación de la mujer, refiriéndose a alguna parte física o característica positiva del hombre colocando a la mujer en una relación de subordinación frente al hombre.

Desde el lenguaje coloquial mexicano se puede observar la realidad en la que vivimos las mujeres, en una realidad inmersa del machismo y la misoginia que se ha extendido en todos los ámbitos hasta las raíces más profundas haciendo de esto un lenguaje cotidiano normalizado. Hago un llamado al gobierno mexicano para que no sea omiso a las demandas que hacemos las mujeres, resaltando que hace falta seguir promoviendo la cultura de la denuncia, seguir apoyando a las mujeres a visibilizar la violencia que se vive día tras día en menor o mayor medida, crear redes de apoyo y centros de atención entre mujeres. 

La lucha no es en contra del género opuesto, sino contra los patrones de conducta inculcados por quienes nos criaron, con conductas machistas y misóginas que son generadoras de violencia, y ante eso, es necesario ante ello detectar, visibilizar y actuar desde las primeras alarmas rojas las conductas de violencia, hostilidad y agresión, y es romper con la idea falaz de que la mujer tiene que desenvolverse en ámbitos meramente privados y que es la responsable de todo lo que le suceda.

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