Por desgracia y por ventura

Estremecedoras las imágenes que nos trajeron hace unos días las recientes inundaciones en Alemania. La Canciller Ángela Merkel acudió de inmediato a esta zona de las Renanias. Su humanidad y sensibilidad una vez más al descubierto, refuerzan el perfil de una mujer que dejará huella imperecedera de un buen Gobierno.

Se hablará mucho y bien de su gobernanza -no en vano es la tercera líder mundial más popular y reconocida por su poder, efectividad, sencillez y conocimientos- cuando se produzca el traspaso a su más que posible sucesor Armin Laschet, actual ministro en Renania. Han sido 16 años que la igualan en tiempo a su mentor Helmut Khol, con quien, dentro de su Gabinete, dejó magnífica impronta en el área de Medio Ambiente.

Se nota mucho lo impostado a lo auténtico, el deseo de servir por encima de servirse. El rostro de la Canciller denotaba dolor, compasión y a la vez la firmeza y la experiencia para dar las instrucciones oportunas que palíen mínimamente, tanta desolación. Ella es un icono para seguir, ejemplo de gestión eficaz. Yo me puse en su lugar para entender bien lo difícil y a la vez la fortuna, que es encontrar a personas tan valiosas que son capaces de tomar decisiones con los pies en el suelo, mostrando a la vez el lado humano.

Ni nada ni nadie es susceptible de establecer paralelismos. Ni en el tiempo, ni en entorno, ni tan siquiera en el carácter. Pero yo que he vivido en mi ciudad de Lorca inundaciones con fallecidos y terremotos. Asimismo, si puedo entender -a poco que empatice- el sufrimiento de tantas personas… se habla de 176, pero por desgracia serán muchas más a tenor de las desaparecidas.

Ángela Merkel dará luz verde a un fondo multimillonario que rondaría los 2000 millones de pérdidas económicas. Siempre habrá quien a título político destape la caja de los truenos. La crítica por el lado de la imprevisión o prevención, eso siempre cabe. La naturaleza nos evidencia día a día de lo insignificantes que somos los humanos, para que olvidemos las vanidades y nos resituemos en nuestro papel de engranaje. Somos eslabones de una cadena. Esto lo escribiría con mayúscula, pero no me gusta afirmarme, por modestia, con tanta contundencia.

Veo en Ángela Merkel un icono del feminismo más equilibrado y basado en el conocimiento de las cosas y no en el distorsionamiento de las mismas. Esto es lo que quería evitar, pero no puedo dejar de hacerlo. Las vicepresidentas podemitas del Gobierno español, que nos divertían al principio con sus dislocadas aventuras idiomáticas, cuyos nombres no conseguiré ni aprenderme, están colmatando mi capacidad de anecdotario, para pasar a mi irritación por su ineptitud.

Mi artículo de opinión viene ya a abrochase con el título. Alemania afrontará su desgracia con la ventura de esta magnífica Canciller mientras que nosotros nos hundiremos con estos perfiles sanchistas que, a modo de adoratrices, hacen de los Ministerios, auténticos espacios de frivolidad y experimentos.

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