E-donismo

Vivimos una de las épocas más contradictorias de la Historia de la Humanidad, sin duda. Vivimos en una sociedad en la que jamás se había gastado tanto para celebrar una boda mientras que jamás hubo mayor número de divorcios; una sociedad en la que se invierte más que nunca en celebraciones como comuniones mientras que crece cada día más el ateísmo y el aconfesionalismo religioso y las iglesias católicas, cada domingo, están más vacías; vivimos en una época de la Historia en la que la mayoría de los políticos hablan de acabar con la pobreza mientras no son sino ellos los que se terminan enriqueciendo a costa de la mayoría; vivimos unos tiempos en los que nunca antes nos preocupamos más por los animales y sus derechos mientras, a la vez, convivimos en la sociedad en la que más egocentrismo, preocupación y cuidado del yo ha existido nunca, despreciando sobremanera a quiénes no siguen nuestros principios, ideología o confesión, incluida entre ellas la música o la moda.

Me comentaba hoy un amigo que su hijo, bastante joven, en torno a los 15 años, le había dicho que había decidido dejar de estudiar, que ya no quería seguir en el instituto, que lo veía una pérdida de tiempo. Coincidía, me indicaba el padre de la criatura, con un tiempo en que había conectado con uno de esos nuevos profetas, especialmente para la juventud, un influencer de tres al cuarto que, por medio de charlas en las que desprecia continuamente a los que se esfuerzan, había conseguido que el seguimiento masivo de hijos preocupados por el futuro de sus hijos, se estaba forrando aganar dinero. Él se ponía, por supuesto, como ejemplo de cómo la despreocupación por el trabajo o por alcanzar conocimientos académicos, no había supuesto ningún inconveniente para que “triunfara” en la vida. El dinero fácil.

Sí, ese dinero que se alcanza por medio de estafar en las mentes de los demás a través de buenas palabras y falsos consejos, como aquellos que se forran a base de vender los sueños rotos y dependientes de los que consiguen meter en el mundo de las drogas mientras los hacen pensar que con ello los hacen libres… cuando consiguen todo lo contrario.

Sí, sí, precisamente estamos en esa sociedad en el que todo el mundo, de forma muy acusada en las redes, sabe y opina de todo, especialmente de política, mientras que otros, desde Rusia llegan a controlar resultados electorales y hasta son capaces de ideologizar a una sociedad con el fin de romper un Estado ante la pasividad de los gobiernos.

Porque, en el fondo, no nos engañemos, estamos, la mayoría sin darse cuenta, en la época de mayor control de las decisiones y de los pensamientos sociales a través de la influencia de los que viven y propagan la idea del edonismo como mejor filosofía de vida, y quiénes consagran su discurso a defender algo que esté de moda con el fin de ser el más feminista, el más animalista o el más gay de todos o todas, y así sentirse alguien importante, un influencer que se gana la vida a base de inculcar, a la fuerza de una dirección social, cuáles son los paradigmas y hacia dónde debemos dirigirnos. La inmensa mayoría de las veces, gente que responde a argumentarios que repiten y repiten, y que defienden a voces, a gritos o a insultos, como lo llegan a hacer hoy en día nuestros diputados en el Congreso. Argumentarios cuya explicación o cuya razón de ser en la mayoría de ocasiones desconocen, por lo que son incapaces de entrar en un debate en el que se crucen dos o tres ideas que pudieran desbancarlos.

Vivimos en una sociedad en la que estipulamos que la vivienda es un derecho, en la que nos planteamos como la sociedad más libre de la Historia y, sin embargo, sometemos nuestras vidas a la esclavitud de unas hipotecas que en poco se diferencian, por sus intereses y por el altísimo coste de ese derecho fundamental, en un sistema feudal en el que la casa será nuestra si somos capaces de sacrificar la mayor parte de nuestra vida, trabajo, esfuerzo y ganancias en pagarla, para que luego nuestros descendientes tengan que volver a pagar un alto coste si quieren heredarla.

Y, cuidado, a las múltiples amenazas a nuestra libertad, a nuestra capacidad de decisión sobre nuestras vidas, se cierne hoy en día una nueva, la Inteligencia Artificial. Ya tenemos un nuevo instrumento que los edonistas no han tardado en hacer propio para no trabajar, para el engaño y para todo aquello para lo que no debió crearse. Porque el edonismo, amigos lectores, tiene un gran aliado en nuestra sociedad en el relativismo moral. Se avecinan tiempos muy complicados para los que ni siquiera ellos están preparados. Y hasta ahí puedo leer.

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