Y yo te veo a ti muy pálido

Siempre pasa lo mismo. Cada vez que afrontamos una cita electoral, el engranaje bipartidista se pone en funcionamiento, con el único objetivo de intentar desacreditar la opción social y patriótica que representa Vox. Una opción que amenaza los intereses de los apoltronados que han convertido la política en una salida laboral, porque en la empresa privada la gran mayoría no duraría ni cinco minutos. Y eso es, precisamente, lo que está sucediendo en este momento, tras la convocatoria en Castilla y León y el más que probable, adelanto de elecciones en Andalucía.

En esta ocasión, tras haber tratado de desacreditar (consiguiendo, precisamente, lo contrario) al candidato de Vox a la presidencia de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, activando un “charismo” dramático por unos tweets que publicó con, apenas, veinte años; le ha tocado el turno a un amigo y maestro para mí, como es Jorge Buxadé. Las terminales mediáticas destinadas al mantenimiento de ese caduco bipartidismo que, de tan rancio, hiede; se dedican, en los últimos días, a poner en cuestión el papel del eurodiputado e, incluso, su nivel intelectual, en un intento vano de crear una división (ficticia), en el seno de un partido que está más cohesionado que nunca. De eso damos fe los que conocemos a quienes dan voz a (como mínimo) cuatro millones de españoles.

Mientras los que malviven de subvenciones ridiculizan (lo intentan), insultan, ningunean o, simplemente, hacen el vacío, a los candidatos y cargos electos de Vox, estos hacen lo que saben hacer, recibir los golpes mientras siguen avanzando. Lo he vivido en carne propia. Y es que, cuando tus valores y convicciones son claros, resistir es mucho más fácil.  Lo que han olvidado los apoltronados es que quien resiste, vence. Precisamente, lo que Vox lleva mucho tiempo demostrando. Entre tanto, un antiguo maoísta reconvertido, se dedica a insultar a quien supone una amenaza para los intereses espurios de los acomodados; él sigue trabajando en su trinchera y nos regala, una vez más, ante el Parlamento Europeo, una intervención magistral acerca de la libertad y de cómo empresas privadas censuran la libertad de opinión, de expresión y de pensamiento, con dinero público, bajo la tutela de las instituciones europeas.

Es el mundo al revés. Quien defiende la libertad es insultado por quienes, supuestamente, tendrían que estar a la cabeza de esa defensa sin ningún interés más allá que el de la verdad. Pero claro, subvenciones. Como muy bien ha dicho Miguel Ángel Quintana Paz, Vox pone a los moderaditos cara a cara con sus fracasos más íntimos. Y eso revienta muchos discursos. Todos. Miremos hacia donde miremos, las contradicciones de moderaditos del mismo signo, dependiendo de las coordenadas en las que se encuentren, cada vez tienen menos asiento. Todos lo sabemos. Nadie debería de dar normalidad a que presidentes autonómicos del mismo signo den como buenas medidas totalmente antagónicas, dependiendo del lugar del que estemos hablando. Y, sin embargo, lo hemos visto, lo vemos y lo seguiremos viendo. Al menos hasta que Vox llegue a todas y cada una de las instituciones y tenga presencia en todos y cada uno de los gobiernos regionales.

Los del pesebre caduco saben perfectamente que eso sucederá más pronto que tarde y saben que, con eso, se acabarán las pamplinas y comenzará la tarea de reconstruir todo lo que han destruido, unos y otros. Y ya sabemos que toda ardua tarea conlleva una capacidad de sacrificio y de trabajo que muy pocos están dispuestos a poner sobre la mesa, a disposición de un proyecto. Ese es, precisamente, el problema. Muchos tendrán que dejar de vivir de la sopa boba y tendrán que ponerse a trabajar para recuperar decenios de derrotas en la batalla cultural.  Por eso harán y dirán todo lo necesario para no verse en ese escenario. Pero se verán. De todo esto hizo el resumen perfecto, ayer en Fitur, Macarena Olona. Traten de ponerse en situación.  Ese Moreno Bonilla que se acerca, socarrón, a Macarena (que iba vestida con un precioso vestido carmín) y le dice: “Macarena, te veo muy roja hoy”. Y ella (que parece mentira que este señor no sepa que, si buscas, encuentras), le responde: “y yo te veo a ti muy pálido”. Pues eso.

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