Se ha fraguado lentamente y aquí en Francia ya va a ser un hecho. El mandato Hollande afectó mucho a la imagen del PS (Partido Socialista). Desde entonces, los socialistas quedaron asociados a un fiasco, a un “bluf” para votantes y militantes. ¡Así que ya sabéis PSOE, Sánchez es nuestro Hollande! Estoy deseando ver cómo abordan los informativos españoles toda esta debacle. El 10 de abril es la primera vuelta en Francia en las elecciones presidenciales, y les cuento así, a bocajarro, que el PS apenas alcanza el 4% de intención de voto. Se descomponen, se diluyen, se difuminan. Lograrían el peor resultado de su historia con Anne Hidalgo como candidata.
Les cuento también, que si no alcanzan ni siquiera el 5% de intención de voto, el PS no recibirá la compensación de gastos de campaña, algo que supondría toda una crisis económica que terminaría por hundirles. Ya en septiembre del 2018 hicieron maletas y cajas abandonando el palacete (si, “compañeros”, palacete) que les hacía de sede en París. Se había convertido en una carga imposible después de su fracaso electoral en el 2017 y, mascando la amargura, dejaron atrás su sede parisina, un profundo agujero financiero y sólo mantuvieron a 42 empleados de los 100 puestos fijos que hasta entonces trabajaban en el imponente número 10 de la calle Solferino. Este fue vendido por 45,5 millones de euros, “chiqui”. Hay que admitir que los socialistas saben hacer cosas “chulísimas » cuando tienen dinero, y es que pasaron de recibir 27 millones de euros de financiación pública a 7 millones anuales durante ese quinquenio. Solo el emblemático y burgués edificio costaba 1 millón de euros anuales, y literal, la casa por la ventana. Se trató de refundar el partido, nueva sede, nuevo líder, aunque ninguno cuajaba y aun tardarían en encontrarlo. Mientras tanto el 56% de los franceses ya murmuraban sobre la desaparición del PS.
¿Qué ha sucedido para que el votante les dé la espalda? El Partido Socialista, lo niega pero mueren boqueando. Su desaparición está en puertas. ¿Por qué? Pues existe una distancia entre el partido, los políticos y la militancia. Una decepción y desilusión sin precedentes. La sociedad civil francesa, que es muy dinámica y se moviliza veloz, se ha encontrado, entre otras cosas, con que el partido no está centrado en la clase obrera, no tienen discurso social, ni tratan ciertos temas porque les incomodan; el proteccionismo, el encaje del islam en Francia, la seguridad. No tienen disposición de discutirlo, y eso los ha llevado a desaparecer en debates de importancia para el ciudadano, la solución que encontraron es acosar y llegar al insulto de esas formaciones que sí lo hacen, pero sin dar soluciones.
El ecologismo, otro tanto. El empeño por convertir más” eco” todo, les ha llevado a no vivir en la realidad. Dibujar al ciudadano respetuoso con el medio ambiente, con aquel ciudadano que va a la tienda bio en bici por Paris, les ha salido mal pues se ha terminado asociando más con un urbanita de cierto estatus económico. Ni el campo, ni los obreros lo entienden ni tampoco lo ven eficaz. Así pues, sienten que se les dejó de ofrecer medidas reales. Y es que, el socialismo vive en una irrealidad. Ya se escucha que el mal menor para un ex electorado socialista será votar a Macron, que se enfrentará a una segunda vuelta con posiblemente una abstención histórica.
En mi opinión, España ha tomado el mismo tren de la desilusión con el PSOE que gobierna. Más si cabe, el ciudadano se siente ofendido, engañado, aunque aún hay sectores que les mantienen el aplauso. Yo solo les digo, estimados amigos lectores, siempre Francia nos ha llevado unos cuantos años de adelanto, lo único que espero es que el PSOE de Sánchez, no termine por destrozarlo todo.
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