9 de mayo

Contaba el Papa Francisco que le había dicho el presidente húngaro que ayer se iba a acabar la guerra en Ucrania. Otros decían que Putin declararía la guerra y terminaría con el rosario cínico de operaciones especiales y eufemismos varios. Se equivocaron todos. Con su desfile, sus tanques y su maquinaria de propaganda a todo gas, el oligarca ruso pasó, entre alharacas y soflamas, de puntillas por la cuestión principal y no nos dejó ninguna pista sobre el futuro de la invasión.

También ayer fue el Día de Europa. Da vértigo hacer una comparación entre cómo estaba aquel viejo continente que vio nacer la Comunidad Europea del Carbón y del Acero con el que tenemos ahora entre manos. Hace 72 años, recién salidos de dos guerras mundiales, los enemigos íntimos Francia y Alemania dejaban a un lado sus diferencias, sus dolores enquistados y tanta rabia acumulada para probar algo nuevo, tender puentes en vez de destruirlos. Hay que reconocer que la altura de miras, la visión histórica y sobre todo la inmensa generosidad con la que actuaron aquellos dirigentes, es digna de admiración.

Ahora ni siquiera los políticos de un mismo país parecen poder ponerse de acuerdo. ¿Se imaginan a Sánchez o a Feijóo convenciendo a sus parroquias que los que ayer eran bolivarianos ahora son de fiar y que la derecha neoliberal es digna de confianza? Ya, yo tampoco. Dicen que hay que conocer bien la historia pasada para tratar de no repetir o caer en errores pretéritos. Supongo que también hay que conocerla para precisamente repetir aquello que nos ha dado buenos resultados. Habría pues que comenzar preguntándose cómo llegaron Monnet y Schuman y a materializar semejante acuerdo.

Antes hablaba de generosidad y altura de miras, pero no creo que sólo aquello bastase. Entiendo que hubo horas de sosegada reflexión, de búsqueda de la raíz del problema. También tuvieron que encontrar ese nexo de unión casi imperceptible entre dos países que lo único que sabían era guerrear entre ellos.  El interés común, dejar de pensar en lo que me conviene a mí y a la vez destruye a mi adversario para pensar en qué nos hace más fuertes a ambos. Convencer a sus conciudadanos de que el otro no es el enemigo, aunque aún el luto esté prendido en las almas de los que los escuchan vender conciliación en vez de venganza, razón ante cerrazón, en definitiva, paz frente al odio. Como ven, llegando al primer cuarto del siglo siguiente, el retroceso es abismal.

El Papa Francisco se ha equivocado, igual eran tantas sus ganas de paz que quiso creer a toda costa lo que le contaba Orbán desoyendo, a buen seguro, lo que le aconsejaba su sentido común. Mientras, Putin da la sensación de cansado, acorralado, sin saber muy bien cómo impresionar a un mundo que está dejando de tenerle miedo. La guerra continúa. En España ayer destituyeron a la jefa de los espías. Mañana ya nadie hablará de lo de ayer ni mucho menos echará de menos tener políticos que le construyan puentes. Antes de ayer fue el Día de Europa con todo lo que ello conlleva. Hoy ya no.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*