En cuesta arriba

Ya dije en anteriores artículos que las elecciones en Andalucía no sólo van a suponer un pulso de la actual situación política nacional, con todas las salvedades que establecen las diferencias en la intención de voto entre unas regionales y unas nacionales. Sin embargo, el bastión de la comunidad autónoma más poblada del país es de trascendental importancia habida cuenta de los cambios de liderazgo experimentados tanto en el PSOE andaluz como en el PP nacional, algo que, sin duda, supondrá una lectura de sumas y variantes que bien pudiera darnos una imagen más o menos clara de lo que podría ocurrir en las próximas elecciones generales.

También indiqué hace casi un año mi estimación de que no sólo se adelantarían las elecciones andaluzas, sino también las nacionales, por pura geometría de intereses, a los que habría que sumar, sin duda, la situación social y económica que atraviesa el país y que no augura tiempos venideros muy halagüeños. Si a esto le sumamos la inestabilidad que se produce entre el PSOE, sus socios de Gobierno y los partidos que lo sostienen nos encontramos con un cóctel poco apetecible para cualquier Presidente.

En este caso, es más que probable que unas elecciones, se produzcan ahora o dentro de unos meses, lleven al PSOE a la oposición y esto es lo que parece pesar más sobre la cabeza de Sánchez, que parece sólo querer perpetuarse en el poder el máximo tiempo posible a pesar de las consecuencias que para toda la ciudadanía, tiene aceptar pactos y decisiones que no dejan de menoscabar el interés general, despreciar la verdadera situación de nuestra economía y aumentar el nivel de crispación y división social.

Y es que no cabe duda de que una convocatoria en estos momentos también podría tener la lectura del fracaso, algo que la mente de Sánchez y su ego personal difícilmente perdonarían. Y ahí están sus «socios», aprovechándose de la situación y generando de continuo crisis de Gobierno con las que alimentar sus ambiciones políticas entre las cuáles les aseguro que no están la unidad de España ni la garantía de progreso y bienestar para toda la ciudadanía de este país.

Pero, volviendo a Andalucía, no cabe más remedio que hacer balance no sólo de las encuestas, que todos sabemos en las últimas elecciones no han solido dar mucho con los resultados, superando en la mayoría de las ocasiones los márgenes de error que estas mismas ofrecían. En este sentido sí es cierto que en el ambiente electoral parece evidenciar que la gestión de Bonilla podría tener su recompensa en las urnas con una considerable estimación del aumento de voto a su formación política.

La crispación anteriormente mencionada, y la llegada de la mediática Macarena Olona a Andalucía, a pesar de no ser su región de nacimiento, podrían provocar un aumento del apoyo a VOX, aunque mucho más moderado del que podrían esperar por dos razones. VOX, como le ocurre a PODEMOS, son extremos ideológicos que de forma natural plantean un techo de voto. Llegar a ese techo sería muy complicado en el caso de Andalucía en la que el Presidente ha sido de un partido de derechas y que no ha tenido grandes polémicas en su gestión como para recibir ese voto de castigo.

Por otro lado está el PSOE, cuyo nuevo líder no parece levantar excesivas pasiones tras una ruptura interna del que emergió como secretario general andaluz en la que muchos socialistas no lo apoyaron. A esto hay que unir el descontento de muchos socialistas con la gestión de Sánchez, y no podemos olvidar que el candidato socialista en Andalucía, Juan Espadas, es el candidato de Madrid, el que destronó a la sempiterna candidata a la secretaría general nacional, Susana Díaz, ahora reconvertida en senadora. Curiosamente, igual que Feijoo, pero con distintas aspiraciones y pasado político.

A la izquierda del PSOE se yergue Por Andalucía, una formación salvavidas que, tras observar el hundimiento en intención de voto de PODEMOS y sus confluencias y des confluencias, y tras el fracaso del intento de triunfar en Madrid de la mano del ex líder de la formación morada, Pablo Iglesias, se han agarrado entre ellos para no soltarse, sumar gotas de agua e intentar no hundirse ante el maremoto de realidad que podría, de nuevo, sacudir sus expectativas. Bien saben que unos pésimos resultados podrían suponer para ellos el fin de cualquier esperanza de poder repetir en el Gobierno e imponer su hoja de ruta pseudo progresista. Y digo lo de pseudo porque el progresismo es un término íntimamente ligado al liberalismo que tanto rechazan por anticapitalistas. Pero da igual, se han apropiado del término porque suena bien y vende. Como siempre, más valen las apariencias que las realidades.

Y, por supuesto, hablando de liberalismo, he dejado para el final al partido liberal por excelencia en España, Ciudadanos. También los populares se han querido apropiar del término pero, sin embargo, su liberalismo se reduce a lo económico y a intentar aparentar algo en lo social sin lograrlo lo más mínimo, por su pasado y por sus orígenes, y por ir siempre a la cola de ciertos grados de libertad e igualdad que han tenido que ser defendidos desde el asociacionismo y que ahora algunas formaciones políticas, de las que se llaman progresistas, estarían descarnando como buitres para intentar comerse en votos lo que ellos no nunca lucharon hasta que les resultó de interés electoral.

Ciudadanos ha sido la formación política que ha dado estabilidad al Gobierno de Bonilla. Un vicepresidente, al frente del cuál ha estado Juan Marín, y varias consejerías, han sido el estandarte de trabajo de esta legislatura para los naranjas. Partiendo de la problemática de que en Andalucía cualquier socio de Gobierno ha perdido gran cantidad de votos en las siguientes elecciones al conseguir el partido del Presidente capitalizar las acciones políticas, debemos ser sinceros en admitir que la formación de Arrimadas en Andalucía no ha sido capaz de transmitir los grandes logros conseguidos por sus consejerías en estos años, difíciles, de legislatura con una pandemia justo en el medio.

Ciudadanos no sólo ocupó la vicepresidencia, sino que también ostentó las consejerías de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local. Entre los logros de su trabajo al frente de esta consejería, Juan Marín consiguió aprobar la Ley contra el fraude y la corrupción creando la oficina para su desarrollo. Asimismo, apostó por la despolitización de la Administración Pública y la protección al denunciante de corrupción. En Turismo cabe destacar la obtención en 2022 de un total de 146 banderas azules en las playas de la Comunidad frente a las 96 que había en el año 2019 o el seguro de viajes internacional de Andalucía, aumentando el atractivo turístico de Andalucía y propiciando un aumento considerable de las visitas que ya se están produciendo.

Rogelio Velasco, al frente de la Consejería Transformación Económica, Industria, Conocimiento y Universidades ha conseguido que la comunidad andaluza pase del puesto 14 al quinto en el índice de competitividad fiscal en España. Gracias a su trabajo la economía andaluza ha crecido un 6,8 por ciento por encima de la media nacional en el primer trimestre de este mismo año.

Ha sido una consejera de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo de Ciudadanos en Andalucía la que ha liderado un proyecto que ha conseguido que Andalucía baje su índice de paro por debajo del 20 por ciento después de 14 años sin hacerlo. Rocío Blanco puede atribuirse el logro de haya 205.000 andaluces menos en el paro el último año. Además ha aprobado ayudas de liquidez para PYMES y ayudas a trabajadores en ERTE y fijos discontinuos. Igualmente tiene en su haber conseguir la tarifa plana más baja de España para autónomos y jóvenes emprendedores.

En Educación, el recientemente desaparecido Imbroda consiguió en su mandato aumentar en 9.000 el número de profesorado y considerablemente el sueldo de los mismos. La consejería también se atribuye la disminución de la ratio de alumnos pasando de 22 a 20 por clase. Asimismo esta consejería de Ciudadanos aprobó el refuerzo escolar en Julio así como el fomento de las actividades deportivas.

Otro de los bastiones en el Gobierno de Andalucía fue el dirigido por Rocío Ruiz, la Consejería de Igualdad, que logró la creación del Consejo Andaluz LGTBI, potenció la familia como lugar de desarrollo para los menores, trabajó para garantizar los derechos de estos menores llevó a cabo un gran esfuerzo para luchar contra la pobreza infantil. Otros muchos logros de esta consejería fueron la subida de la aportación de la Junta a los trabajos de ayuda a domicilio, la reducción del plazo en las adopciones o la creación de una Estrategia de Igualdad de Trato.

Muchos otros son los logros de Ciudadanos en un Gobierno con el que tuvo que lidiar para conseguir estos objetivos, como el aumento considerable de nuevos autónomos, convirtiendo a Andalucía en la Comunidad con mayor aumento de estos trabajadores por cuenta propia, lo que, además, consigue movilizar y dinamizar la economía y la creación de empleo.

Si a estas alturas, y después de leer este artículo, alguien sensato pudiera pensar que Ciudadanos no sería imprescindible en un Gobierno del Partido Popular para garantizar la transparencia así como políticas sociales justas y asimilables, el verdadero progreso social de la mano de la mejora de la economía y el empleo y la inversión en Educación y derechos sociales consiguiendo, a su vez, unos resultados de superávit, es que no ha entendido nada de lo que ha pasado estos años y de lo que pudo pasar de no estar Ciudadanos en este Gobierno. Ya mejor dejamos para otro día la crispación y el «buen rollo» que traen otras alternativas de co Gobierno que aspiran a ejercer el poder en una institución en la que no creen y no precisamente garantizando algo más allá que los reproches a la izquierda y los límites, en algunos casos sanguinarios y contra los derechos fundamentales, a la derecha. Mucho está en juego. El 19 de junio saldremos de dudas.

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