Mamá, quiero ser artista como este Gobierno protagonista

Uno de los cometidos principales de la izquierda y la extrema izquierda es hacerse con nuestra  moral, nuestro pensamiento, nuestro modo de vivir, por ponerle florituras… con nuestras tradiciones  y costumbres. Dictarnos lo que está bien y lo que está mal, lo bueno y malo, lo aceptable e  inaceptable … y todo en nombre del todos somos iguales. No hay mayor contradicción y mentira, no hay mayor falacia en su política, pues los líderes de la  izquierda aspiran a ser más para poder influir en más y si puede ser, en todo.  

Carentes hoy por hoy de ideas propias, avivan para su fin a un viejo diablo con el que asustar. Yo  visualizo a este diablo acompañado de innumerables alforjas. La guerra, los represaliados, las  desigualdades, la justicia social, el feminismo… encontraron en esta cantera diablesca y en sus  alforjas un filón, y las usan como las canteras mineras, en explotaciones de pequeños tamaños, pero  el volumen en su conjunto, les da enorme resultado. 

Y ahí están, utilizándolas cansinamente una vez  tras otra por temporadas, como estados estacionarios. Lanzan un órdago, lo explotan por unos días, sirve de cebo para las tertulias televisivas, laborales y sobremesa de cualquier casa y ahí queda,  inoculado por un tiempo hasta que sacan otro contenido de alguna otra alforja para repetir el  proceso o, como cortina de humo, para que no se centre la sociedad en lo importante sino en lo que  ellos quieren. ¡Y así estamos, acumulando como una puerta capas de pintura, una mano sobre otra!  ¡Qué aguante! Nuestro aspecto es horrible. Lo asombroso y salvaje es que influyen en un gran porcentaje de la población. A la izquierda le  conviene anclarnos por días en sus delirios, en ese monotema elegido. Les sabe rico el  enfrentamiento al que nos someten, pues les da una vez más la oportunidad de abanderarse de  defensores, acusadores o jueces. Y es que viven de conflictos, tanto viejos como nuevos porque sin  ellos, su existencia no tendría sentido.

Y aquí viene lo grueso e irresponsable de esta izquierda y extrema izquierda, que se creen élite  burguesa, aunque lo nieguen. Para ellos, esta es una carrera de fondo para perpetuarse como los  ungidos en un club de protegidos, mientras, a los ciudadanos no nos dejan vivir tranquilos, si no es con una cosa es con otra que en realidad son sombras chinescas, anunciándonos que nos van a  defender de problemas ya resueltos para no hablar de los actuales y llamándonos a luchar en batallas  ya ganadas desde hace décadas como si fueran los inventores de la luz.  

Una new religión, donde el que no comulgue con sus dictados ni está a la altura ni es bueno ni debe  tener espacio en la sociedad. Y todo esto sin hablar del miedo constante que usan como cruzada, se  han empeñado en tenernos atemorizados por todo y con todo, por como hablas, por como piensas, por a quien votas. Muy hábiles, ahí se han marcado un movimiento Matrix llevando a la acción una famosa frase del muy de moda Simón Bolívar, “más te dominaran por el miedo que por la fuerza”. No  en vano es un gobierno Bolivariano. Es lo que hay. Pero sigamos, ser todos iguales y tener las mismas oportunidades es simplemente un pensamiento infantil. Lo realmente ideal es tener conciencia de que las capacidades individuales enriquecen el  conjunto de una sociedad y,  por supuesto, tener conciencia también de que no todos los individuos  tenemos las mismas capacidades. Voilà! Dicho queda.  

Pero no, que aquí en España, en el lado amable del mundo, nuestra izquierda y extrema izquierda  tienen un nivel de infantilismo y desubicación tal, que parecen haberse fumado algo, están improvisando o planifican con perversidad. Aunque también pudiera ser que simplemente se aprovechan de que, en nuestra sociedad, desgraciadamente, asumámoslo, aún no tenemos desarrollada una madurez política que nos permita avanzar en las buenas direcciones (salvo a la  izquierda y extrema izquierda, sobre todo en estatus y propiedades).

Estamos enredados y, sobre  todo, nos enredan en las políticas de unos contra otros. En mira que ha dicho este, en mira que es negacionista la oposición, en ¡mira que viene la extrema derecha y te mandaran a la cocina! Actos de prestidigitador nada más, donde son verdaderos expertos. Pero volvamos a la fantasiosa idea de que todos somos iguales de la izquierda y extrema izquierda,  porque va a ser que no. Salvo en recibir respeto, que en eso sí todos deberíamos serlo (curiosamente, los que más acusan de irrespetuosos, la ejercen poco, cualquier idea política alejada  de las suyas la quieren borrar del mapa político). 

Y digo más, así como yo no tengo capacidad para según qué trabajos, ¡sorpresa!, muchos de los  políticos que están al mando de la enorme responsabilidad de proteger al ciudadano y brindarle, con  sus propios impuestos un confort y una vida mejorada año tras año, no la tienen tampoco. Y esta es  la falacia de la que hablé al inicio. No todos somos iguales porque no todos estamos preparados para  estar al frente de según qué responsabilidades por mucho teatro que le eches. Yo no puedo ser  bombera, lo aseguro, ni tengo la capacidad de conducir un camión con destinos internacionales, ni  podría ser neurocirujana ni cavar una zanja a 40° en verano o a -15° en invierno.

Soy esforzada y  voluntariosa, pero soy también muy consciente de mis capacidades físicas e intelectuales y aquí está  la gran broma de este Gobierno actual. La gran mayoría son actores representando papeles que les  vienen grandes, que ni en sus mejores sueños imaginaron y que nos supone y a largo plazo nos  supondrá, un gran drama.  Ser artista es un arte, este Gobierno representa un papel y lo puede hacer porque les falta escrúpulos y les sobra aguante.

Se dan dentelladas entre ellos, mienten y cambian de opinión y actitud en apenas días, pero ¡ojo! Esto todo tiene un propósito, este actuar infantil e irresponsable aturdiéndonos diariamente es para  que nosotros, espectadores, a quienes nos tratan como niños y somos pocos los que protestamos,  estemos más pendientes del vestuario que en sí del diálogo de la obra. 22 actores tienen en esta compañía teatral, lo malo es que, a la salida de este espectáculo, todos vamos a llorar.

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