«La Riqueza de las Naciones» by Ione Belarra

Ya está claro. Por fin se ha descubierto el origen de todos los problemas que sufre el país: Juan Roig. Y no lo dice ni Lagarde, ni von der Leyen, ni ningún gurú de las finanzas. La repentina candidata a Nobel de Economía ha resultado ser Ione Belarra. La podemita se ha quedado tan ancha tildando de capitalista despiadado al dueño de Mercadona entre los aplausos de su enfervorizado público.

Al valenciano le queda el consuelo de no ser el primero que recibe ataques por el simple hecho de ser empresario; Amancio Ortega también recibió palos morados cuando tuvo la terrible ocurrencia de donar instrumental médico, no del barato, a distintos hospitales. La cuestión es que para Podemos, todo aquel que haya ahorrado, con el consiguiente sacrificio, para comprarse un apartamento en la playa, un coche con más caballos de lo habitual, vista de marca o simplemente sea de los que opina que el sueldo hay que ganárselo y no que a uno le caiga del cielo o de las arcas públicas, ya es un capitalista. Capitalista en el sentido peyorativo que ellos pretender darle cuando les interesa, porque el nivel de vida del que gozan ciertos dirigentes progres no es precisamente de sufrir para llegar a final de mes.

A la señora Belarra, habría que contarle cuáles fueron los orígenes de Mercadona. Habría que mostrarle los empleados que resta a la lista del paro. Habría que explicarle las cifras que aporta al PIB nacional. Habría que enseñarle las encuestas que indican que es una de las empresas favoritas de los españoles para trabajar. Habría que hacerle ver que su gestión de recursos humanos se pone de ejemplo en las universidades. A la señora Belarra habría que decirle tantas cosas que el año que queda de legislatura no sería suficiente.

Pero todo eso le es indiferente. Le da lo mismo si el precio del pan sube o baja. Si los trabajadores de Mercadona están a cuarenta o treinta y cinco horas, o si les cuadra o no su convenio. Porque a ella le tocó la lotería cuando la nombraron ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030. Y, sobre todo, pasa olímpicamente de los orígenes de los supermercados valencianos porque tendría que reconocer que a Juan Roig nadie le ha regalado nada. A ver si de la noche a la mañana, uno empieza a poner tiendas por todo el territorio sin despeinarse. Quizás un poco de tenacidad, osadía, sacrificio, visión… hayan tenido algo que ver. Quizás un poco de todo esto es lo que se debería de fomentar desde las instituciones y no machacar a impuestos, condiciones y restricciones a todo valiente que se atreva a ser su propio jefe.

Y es que para los dirigentes de Podemos y sus votantes, el esfuerzo que realiza una persona que se lanza a la arriesgada aventura de emprender su propio negocio, no ha de tener recompensa. Si no es suficiente con el salvaje sistema impositivo que sufren los autónomos españoles, los beneficios que hayan podido obtener, los han de repartir entre la cantidad de parados profesionales que viven única y exclusivamente de las ayudas de los entes públicos. Porque ese es el paraíso comunista que propone Podemos, regalar dinero a todo ciudadano en edad de votar mientras culpan de sus penas y tachan de capitalista al que pasa noches en vela tratando de cuadrar cifras o metiendo en su empresa más horas de las que tiene un reloj.

Está claro que el político dice lo que sus votantes quieren oír, pero una ya está cansada de tantas sandeces. ¿Esto es lo que habrá que soportar hasta las Elecciones Generales? El estilo de Pedro Sánchez jugando a la petanca, puede pasar, tiene hasta gracia, pero insultar, difamar o atacar gratuitamente, es intolerable y alguien tendría que tomar cartas en el asunto. Pero claro, ese alguien debería ser el Presidente del Gobierno y el que hoy en día gobierna desde La Moncloa, ni está, ni se le espera.

Si Ione Belarra hubiese nacido en la Escocia de finales del siglo dieciocho, Adam Smith no habría sido el padre del liberalismo y, por lo tanto, la izquierda más rancia de España no tendría a quién llamar capitalista despiadado. Seguirían insultando, que es su estilo, pero al menos, uno no se sentiría culpable de tener un negocio y generar puestos de trabajo, como Juan el de Mercadona, Amancio el de Zara o Rosa la de la tienda de abajo.

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