Calores veraniegos

España se fríe, literalmente. Independientemente de que unos años hasta ahora, todos los veranos sean los más calurosos de la historia, las temperaturas de estas últimas semanas sumadas a que prácticamente no llueve, están dejando la península más seca de lo cualquiera quisiera. Resulta que no solo se están secando los pantanos, embalses y demás depósitos acuíferos, lo cual ya es preocupante; el problema añadido es que las neuronas de más de uno se están quemando igual que el campo español y si encima, solo tienes un par de ellas, el futuro se presenta catastrófico.

Que Eva, del mismo apellido que el grupo, es decir Amaral, se pusiera a cantar en topless, o con las tetas al aire, en castellano antiguo, mientras alentaba al público al grito de no pasarán, es una muestra de que a buena parte del país se le está yendo la cabeza. ¿No pasarán? Se supone que se referiría a todo aquel que vaya a un concierto y no pague, porque si no, no se entiende a qué vino ese arrebato reivindicativo. La doña se pensó que estaba en Woodstock y se vino arriba. Y los fans, pues también arriba. Y los medios de comunicación, también arriba. ¿Y el caché de Amaral? Pues seguramente también arriba. El dúo de Zaragoza no es el mismo de hace unos años y una pequeña ayuda nunca viene mal, aunque sea tratando al resto de españoles como unos retrógrados incultos.

Pero es que, si se traslada el esperpento musical a la política española, el resultado es el mismo. Las artimañas son iguales se hable de vender entradas o de conseguir escaños. La izquierda española, esa progresista, ecologista y defensora a ultranza de los derechos sociales dedicándose a cantar soflamas que por mucho que sorprenda, sigue teniendo tirón entre el público; unos porque su ignorancia les impide ver más allá de las teorías marxistas, otros porque son más listos que los primeros y saben que con ningún otro gobierno vivirían como con el de Pedro y Yoli, y muchos, como Amaral, siguen creyendo o haciendo creer que Franco vive y que, en la España del siglo XXI, las mujeres no podrán ir a playas nudistas o las faldas tendrán que ir por debajo de la rodilla.

Aunque el verano esté siendo el ideal para los turistas, nacionales o extranjeros, que buscan sol, playa, gastronomía, cultura… porque en España hay de todo eso y más, y parezca que los asuntos de Estado estén disfrutando de sus propias vacaciones, nada más lejos de la realidad. La cosa está que arde, nunca mejor dicho. La formación de las Cortes Generales ha sido el pistoletazo de salida para una legislatura que se presiente muy caliente, casi tanto como la temperatura que marcan los termómetros. Aún no se ha formado el Ejecutivo y algunos ya se están repartiendo ministerios, competencias y puestos varios; porque claro, cuando hay un crupier que reparte a todo aquel que se sienta en la mesa del casino con tal de que al él no le quiten el mando de la ruleta, tan solo es cuestión de pedir… y se te dará.

En cualquier caso, independientemente de los pechos de Amaral, de Janet Jackson o Sabrina, una quiere pensar que este país ha avanzado lo suficiente como para que una mujer sea valorada por algo más que sus atributos femeninos por mucho que a determinado sector de esta sociedad no le interese reconocerlo porque quizás se les acabaría el chiringuito que tienen montado. Un tinglado que, si nadie lo remedia y los nacionalistas no parece que tengan intención, va a seguir en pie otros cuatro años. Si el lector cree que el calor empezará a remitir, olvídense, esto acaba de empezar.

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