Un Gobierno secuestrado por convicción

El curso político comienza de la forma más dantesca, a pesar de esperada, que nos podíamos imaginar. Siendo Alberto Núñez Feijóo quien ha recibido el encargo de Felipe VI para tratar de cuadrar las cuentas para lograr una difícil investidura, el PSOE y Sumar se encuentran absolutamente desbocados en busca de los apoyos de sus socios golpistas, independentistas y filoterroristas, quienes ya componen su núcleo político de confianza.

Cabe recordar que, antes de producirse la cumbre entre Puigdemont y Díaz, en España se han producido varias acciones con los socialistas como colaboradores esenciales. Tras la elección de la nueva, además de polémica, presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, la cual afirmó su intención de que los diputados pudieran hablar en sede parlamentaria en catalán, vasco y gallego, conocimos que PSOE y Sumar cederían parte de sus Diputados a Junts y ERC para que logren formar grupo parlamentario propio y, de esa manera, puedan acceder a una parte del pastel dedicado a estos. ¿Cuánto tardaría el socialismo en hablar de trumpismo si esa cesión fuera realizada por el Partido Popular a cualquier otro partido? Personalmente, no emplearé ese término tan vano, ya que veo más preciso hablar de un fraude electoral y una degradación institucional únicamente al alcance de socialistas y comunistas.

Sin embargo, es de justicia reconocer que los de Sánchez han optado esta última semana por el papel más elegante, mientras que Sumar, de mano de Yolanda Díaz y Toni Comin, han bajado al barro actuando como emisarios del socialismo, reuniéndose con un prófugo de la justicia. En una democracia sana, dicho encuentro organizado por la vicepresidenta segunda en funciones con el individuo que puso en jaque al Estado de Derecho hubiera supuesto su destitución inmediata por parte del líder del Gobierno, pero esto es España.

Aclaremos que dicha escenificación no supone una simple negociación política, ya que el objeto de esta es arrasar absolutamente la posición del Poder Judicial para blanquear el golpe de Estado del 1 de octubre del 2017. Esto se decora bajo la afirmación de buscar “soluciones democráticas para desbloquear el conflicto” en Cataluña. Dicho de otro modo, su misión es ceder a los golpistas toda clase de lujos jurídicos y políticos fuera del alcance del resto de españoles para lograr un pacto de perdedores que les permita continuar con la ruptura del Estado español tal y como lo conocemos.

El sanchismo está mercadeando para lograr su permanencia en la Moncloa con lo peor de la democracia española: un expresidente golpista fugado en el maletero de un coche, el brazo político de quienes pegaban tiros en la nuca y con los restantes partidos que pretenden la desaparición de nuestro país. Pero no nos engañemos, el Gobierno está secuestrado porque tiene en común con sus socios un elemento esencial: su disposición a dinamitar la democracia para lograr el poder. En consecuencia, no hablemos de secuestro por casualidad o necesidad, sino por absoluta convicción y compatibilidad política por la cual el PSOE, una vez más, venderá España a sus enemigos.

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