Desde la primera revolución industrial se creía que el hombre vertía tal cantidad de gases y humos que había conseguido alterar el entorno y perjudicar al medio ambiente. En realidad, eso es lo que nos hacen creer constantemente con la llamada Agenda 2030, elaborada por la Asamblea General de la ONU, desarrollando unos Objetivos de Desarrollo Sostenible creados en favor del planeta, cuando deberían llamarla la Agenda de la estafa climática.
Greta Thumberg, la abanderada de este evangelio fanático sobre el clima, es una de las muchas activistas que comenzó con esta farsa sobre la crisis climática y el calentamiento global. La sueca, nominada en dos ocasiones al Premio Nobel de la Paz, pero su realidad es la de una niña que utilizaron para fines de convencimiento político o para la manipulación de las “elites ecofriendly”. Todo aquel que no comparta esta doctrina, será etiquetado como negacionista.
Dentro de todo este fanatismo actual incluimos la energía fotovoltaica, sin excluir los aerogeneradores. No hay que desplazarse muy lejos de nuestras ciudades para comprobar cómo se ha modificado nuestro entorno. Lo que antes eran extensiones de terreno llenas de árboles y vegetación ha dado paso a una cantidad aberrante de cementerios de placas cubiertas de vidrio, acero inoxidable y aluminio. Lugares que los ‘ecolojetas’ dicen que facilitan el establecimiento de plantas y animales. Seguro que las ovejas estarán encantadas de pasear con estas amigables estructuras. Lo que no nos cuentan es que la vida útil de un panel solar es de 20 a 25 años, ¿Qué harán cuando ya no sirvan? Comenzando porque estas incluyen metales pesados como el cadmio y el plomo, peligrosos para depositarlas en un vertedero.
La Agencia Internacional de Energías Renovables estima que para el año 2050 tendremos 78 millones de toneladas de residuos de estas placas en todo el mundo. De hecho, muchos expertos ya han expuesto que dejar dichos paneles en estas escombreras, no sería seguro, porque los materiales con los que están fabricados al ser tóxicos se filtrarían en el suelo. Además, el alto coste de la separación de los componentes para su posterior reciclaje, produciría unas nuevas tasas para contribuir en la eliminación de las mismas. Por lo tanto, ¿son tan ecológicas y económicas como nos están vendiendo? Incluso el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) reconoce que emiten cinco veces más de CO2, entre 170 y 250 gramos de CO2 por cada Kw/h. Tampoco nos cuentan que los paneles solares necesitan agua sin calcio para su mantenimiento, también llamada agua dura, que ocasiona una corrosión en los mismos, y disminuye la producción de energía.
Son muchas las familias que se han visto arruinadas por el timo de las solares, puesto que decidieron invertir en este negocio limpio y sostenible, que les reportaría supuestos extraordinarios beneficios. Sobre todo, si el negocio lo propone el propio Gobierno de España, publicándolo en el BOE, decreto 661/2007. A mitad del juego les cambiaron las reglas y dicha rentabilidad pasó a ser una ruina total. 62000 familias afectadas por aquellos que gobiernan. Algunos de los que invirtieron incluso optaron por el suicidio, otros se encuentran en tratamiento psicológico. Las placas solares han reducido el terreno de los Agricultores, pero las turbinas eólicas tampoco se quedan atrás. Las que se encuentran en el mar, han acabado con la pesca, y estos aerogeneradores también perturban la fauna marina.
Los que nos gobiernan siguen empeñados en acabar con el sector primario por seguir los preceptos de los ODS. Europa está desmantelando nuestro tejido productivo, y “si el campo muere España muere”, eso sí, de menú te ofrecen Placas Solares.
Buen artículo. La gente tiene que saberlo