Israel, Hamás, Irán, Arabia

En agosto de 2014, Trump anunció los Acuerdos de Abraham, un pacto entre Israel y Emiratos Árabes Unidos. Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, Mohamed bin Zayeb, príncipe heredero de Abu Dhabi y Donald Trump, presidente de EE. UU., emitieron una declaración conjunta mostrándose esperanzados en que aquel logro histórico ayudara a la paz en Oriente Medio.

Hasta aquel momento solamente dos países árabes, Egipto y Jordania habían firmado acuerdos de paz con Israel. En realidad, no era algo completamente nuevo, pues el acercamiento entre Israel y varios países árabes del Golfo ya se venía produciendo muchos años antes, pese a que en público siempre se hacía constar que Israel es un adversario. Sin embargo, se fue imponiendo el pragmatismo, porque esos países percibían que Irán es el enemigo más peligroso, tanto de Israel como de otros países musulmanes. Para esos países musulmanes sunnitas el Irán chiita, expansionista y metido de lleno en un programa de armamento nuclear, es un problema mayor que Israel. Lo es en especial para Arabia Saudí, que se mostró interesada en firmar los Acuerdos de Abraham a cambio de que Estados Unidos la defendiera frente al régimen de los ayatolás.

Pero antes de esa decisión ha habido, y sigue habiendo, una cascada compleja de acuerdos, proyectos de acuerdo, mediaciones, etc. entre Arabia Saudí y países como Rusia y China. Que Arabia se haya decidido finalmente por su interés frente a Irán, con el que los acuerdos, con la mediación de Xi Jinping, que tiene una fuerte presencia económica, aunque no militar, en la zona, no han llegado a fructificar, acuerdos que hacían pensar en la unificación del islam, ha supuesto una novedad importante en el plano geopolítico.

Los ataques de Hamás han hecho pensar a muchos que proceden en última instancia de Irán, que está librando una guerra por delegación contra Israel. En todo caso, equivalen a un puñetazo en la mesa de negociaciones en contra del acuerdo que pensaba adoptar Arabia Saudí. La dificultad para seguir adelante es ahora casi insuperable. El príncipe heredero, Mohammed bin Salmán, ya ha dicho que la causa palestina es primordial para ellos. Solo falta esperar a ver si es una declaración retórica o si manifiesta la acción real que seguirá el Reino Saudita en el futuro.

De los Acuerdos de Abraham participan en la actualidad Israel, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán. Que se hubiera añadido Arabia Saudí habría sido un fuerte golpe para la influencia iraní en la región. La ofensiva de Hamás podría no tener otra finalidad que provocar una respuesta israelí que fuera favorable a su patrocinador. Es indudable que la propaganda que de ello habrá de seguirse beneficiará a Irán, perjudicará a Israel y alejará una esperanza de paz para una región en que se juega una parte importante de la estabilidad mundial. Algunos, como la ministra Belarra, no han necesitado esperar a los hechos. Se han anticipado a ellos defendiendo, a sabiendas o no, los intereses de Irán. En España nadie siente asombro alguno por que el partido Podemos defienda a Irán.

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