Jesucristo: tradición o burla

Cada día en esta España nuestra, nos despertamos con un sapo nuevo que tragar y la verdad ya cansa Recientemente, se presentó el cartel de la Semana Santa de Sevilla y les aseguro que a nadie dejó indiferente. Lo que voy a escribir a continuación es mi opinión personal y, por tanto, soy la única responsable de las reacciones que pueda provocar. 

Soy de la opinión de que la historia se puede interpretar de muchas maneras. La figura de Jesucristo, un icono mundial, no está exenta de ellas. Podemos creer o no, pero él marcó un hito para la Humanidad. A todos nos sobrecoge pensar cómo fue torturado, vilipendiado y finalmente crucificado hasta la muerte. Pero todavía nos sorprende más pensar que era el Hijo de Dios que murió por nosotros, para redimirnos del pecado original. Por supuesto que todo esto es una cuestión de Fe, aunque sus apóstoles escribieran mucho después de su muerte. Nos cuesta creer su vida, si no es bajo el prisma de todo un entramado religioso que vino después de la mano de unos Concilios más que dudosos. 

Occidente nace bajo el manto de esta figura que, a nadie deja indiferente y cuya religión puede ser maravillosa o destructiva, según quién la utilice. Todavía tengo cuentas pendientes con Dios por eso soy prudente a la hora de defender su existencia o no. Sin embargo, el tema que me ocupa es el dichoso cartel donde un Cristo efebo, nos contempla dispuesto a meterse en una sauna divertida, o eso parece. Algunas voces se han alzado protestando por la falta de respeto a la tradición, para nada representa la Pasión de Cristo y, particularmente, estoy de acuerdo. Ese ser débil con expresión indefinida no hubiera resistido ni el primer latigazo. 

En una sociedad dejada de la mano de Dios, como es actualmente la nuestra, provocar es progre y respetar rancio y de mentes cerradas. Nos cansamos de ver espectáculos contra la Fe Cristiana, burlas e incluso blasfemias y el señor de blanco que vive en El Vaticano hasta les ríe las gracias. Quienes han encargado el cartel siguen la senda de la Agenda 2030 y aunque les hubiesen pintado un melón con corona, hubieran aplaudido igual porque “cobardón” no puedo poner lo otro, el último. Por tanto, ni dándole la vuelta, reconocemos lo que significa que un hombre se sacrificará y bebiera tan amargado cáliz. Tampoco comprendemos cómo estos artistas son incapaces de tocar la figura de Mahoma, no sea que pierdan la cabeza, literalmente. 

Posiblemente, nos enfrentamos a cobardes provocadores y a unos grupos pusilánimes que aceptan pulpo como animal de compañía; porque, oiga, hay que evolucionar. Sin duda, hay que hacerlo, pero desde el respeto que merece un colectivo religioso y no desde la carroza de unas locas desmelenadas. Otros se han apresurado a ofrecernos imágenes parecidas de Cristo a la vez que nos llamaban de todo. Claro que las hay. Es la expresión lo que falla.

Al Jesús del cartel, la gente se la trae al pario o eso parece y no es así como nos lo han explicado. El nazareno en su cruz sufre, nos deja un mensaje de Amor, de perdón, nos muestra el camino “amaos los unos a los otros como yo os he amado” y el otro, el del cartel, parece que está ofreciéndote un masaje con final feliz, ahí radica la diferencia. 

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

1 Comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*